hola4119 casa palm springs los ngeles© César Villoria

Elicia Castaldi y David Kokakis nos abren las puertas de su casa estilo ‘midcentury’, un oasis en el desierto de Palm Springs

Construida en 1958, la diseñadora y el alto ejecutivo de la industria discográfica la adquirieron hace seis años y la reformaron por completo


1 de agosto de 2023 - 18:35 CEST

El pronóstico del tiempo anunciaba un día soleado con un ligero viento. Era uno de esos fines de semana espectaculares por los que la ciudad de Palm Springs (a unas dos horas de Los Ángeles) es tan cotizada por aquellos cuya situación económica se lo permite. La joven pareja buscaba casa. Sin atreverse a empujar la puerta principal por miedo al desengaño, recordaron que, en foto, ‘prometía’. Se dijeron entonces: “Si al entrar vemos un colibrí, la compramos”. Entraron. Frente a ellos, en la rama de un pequeño árbol, dándoles la bienvenida, se encontraban no uno, sino ¡dos colibríes!

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HOLA4119 CASA PALM SPRINGS, LOS ÁNGELES© César Villoria
Elicia y su marido, David Kokakis, un alto ejecutivo de Universal Music, sobre el damero del ajedrez gigante de su jardín.

Elicia Castaldi y su marido, David Kokakis, los protagonistas de esta historia, se sienten felices. Pero ¿Cómo la fundadora y directora artística de Girl w/knife (Chica con/cuchillo) y el ejecutivo de Universal Music Publishing Group, ambos criados y nacidos en la costa este, acabaron aquí? “El azar —admite Elicia sonriendo— tiene una gran influen­cia en mi vida”. Comienza con el tatarabuelo que abandona el sur de Italia, donde nace, y emigra a América. Funda su empresa, Ideal Knife Co., que fabrica navajitas de bolsillo al estilo de los swiss army, tan famosos en multitud de aventuras de grandes y pequeños. “Mi abuelo y sus hermanos continuaron con el negocio. Aquello me parecía muy interesante, pero lo que verdaderamente me gustaba era “reorganizar” la casa. Ya a los ocho años aprovechaba la ausencia de mi madre para “decorar” el salón. Cuando regresaba, ya nada estaba como antes. Como es muy inte­ligente, y además le gustaba el resultado, me dejaba hacer”.

© César Villoria
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Arriba, vista de la fachada principal de la casa, con la piscina en primer plano. Es una sinfonía en blanco y negro ideada por Elicia. La construcción es de 1958 y estaba en muy mal estado. Pese a todo la compraron, en 2017, y estuvieron un año y medio renovándola. Tiene una extensión de unos 500 metros y 1.500 metros cuadrados. Sobre estas líneas, junto a su Corvette Stingray Convertible de 1967, en color Sunfire Yelow, regalo de bodas del padre de Elicia

Su hermano Joseph

También dibujaba constantemente —en las paredes de su cuarto—, hacía collages recortando con un cuchillito o bisturí las revistas y pintaba su habitación con colores extravagantes. Por aquellos días, igno­raba que aquello sería más tarde su profesión. Lo hacía, entonces y ahora, simplemente por el placer de hacerlo. “Mi hermano mayor, Joseph, era sumamente creativo y muy pronto mis padres comprendieron que “había que hacer algo con estos chicos” y nos matricularon en clases extras de Arte y nos animaran a ser imaginativos”.

Los salones son como un homenaje al antiguo Holly­wood dorado, con fotos en blanco y negro de los grandes actores y actrices de los 50
© César Villoria
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Arriba, una panorámica del salón principal, con la piscina, las palmeras y las montañas al fondo, una vista que no está obstaculizada por cables de la luz, omnipresentes en la ciudad. La chimenea, sobre estas líneas, estaba originalmente en el exterior, lo mismo que la habitación. La lámpara de techo es de Arteriors

Tristemente, aquella aventura a dos fue interrumpida brutalmente por un accidente de coche que se llevó la vida de su hermano, con apenas 17 años. Aquel hogar italo-americano, antes lleno de risas y música, quedó silencioso. Al ir a recoger los enseres de su último día de clase, se encontraron con una profusión de dibujos extraordinarios. La familia los enmarcó para tenerlos presentes siempre. “Para poder superar su ausen­cia, decidí que mi misión en la vida sería continuar con su legado y ser la artista de la familia. Joseph murió un 18 de febrero y las cifras 2-1-8 son una constante en mi vida. De pronto, miro el reloj y son las 02:18 y sé que él está comunicándose conmigo. Todos mis grandes momentos los organizo en torno a esos números para que él me apoye. Por él y por mí, me matriculé en Diseño en la Rhode Island School of Design y cada uno de mis logros son, en realidad, nuestros logros”.

© César Villoria
Elicia está sentada en la famosa silla en fibra de vidrio ‘The Ball chair’, del finlandés Eero Aarnio.

Tras su paso por esta prestigiosa escuela, Elicia se instaló en Nueva York. Allí, comenzó a ser muy solicitada. Compartía la ilustración de libros para niños de las grandes editoriales con la dirección artística en diversas empresas de moda. “Era feliz por trabajar en dos mundos que me apasionan y, al tiempo, no lo era porque no me gustaba la forma en que lo hacía. Un libro —de su origen a la publicación— es un largo proceso. De años. Frustrante. Muchas personas opinando y a mí me gusta ser libre en mi creación. Además, no tengo hijos y, con el tiempo, dejé de sentirme identificada con el medio. Necesitaba ser fiel a mí misma, con mi sentido del humor de adulta y mi mundo particular”.

Elicia siente una especial debilidad por el color rosa empolvado, un guiño a su abuela, que vestía de este color
© César Villoria
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Elicia, un detalle de la vajilla y la cocina, en un perfecto blanco con el detalle de la lámpara dorada del techo, de Dutton Brown

‘Manías’ superadas

Mientras tanto, en 2005, gracias a amigos comunes, conoció al que hoy es su marido, David Kokakis. Al año de ser “solo amigos”, su relación se transformó en un gran amor. Decidieron irse a vivir juntos. No sin ciertas dificultades. “David era superminimalista y tenía dudas de cómo yo iba a encajar en su estilo de vida. Un día, al volver de su trabajo, encontró que yo había cambiado “sus” cojines de “su” sofá del salón por otros que, entre nosotras —se ríe—, quedaban mucho mejor. Casi le da un ataque. Superamos aquel momento “difícil” y, hoy, es el mejor marido, el que más me apoya, el que más cree en mí... La mejor persona que jamás pude soñar tener a mi lado”.

© César Villoria
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Arriba, plano cercado de la mesa del comedor. Los vasos en rosa empol­vado son ‘vintage’ de Libbey y pertenecieron a su abuela. La cuber­tería es de la familia, la vajilla es ‘vintage’ de Lenox y los vasos negros son ‘vintage’ de Noritake. Junto a estas líneas, su ‘Rosé Bar’, en rosa y oro, donde el vino rosado es también protagonista.

Se prometieron en el 2011 y, dos meses antes de la boda, David llegó a casa con una noticia: le ofrecían uno de los puestos más importantes en Universal Music. Suponía vivir en Los Ángeles. “Preguntó: “¿Vendrías conmigo?”. “Iría contigo al fin del mundo”, le respondí, pero… ¿Los Ángeles? Adoraba Nueva York y nunca pensé en mudarme y, sin embargo, hoy, diez años más tarde, soy muy feliz. Aquí, donde está mi empresa Girl w/knife, que nació el 18 del 12 a las 02:18 de la mañana”.

Licenciada en la Rhode Island School of Design, es una artista del collage que, antes de dedicarse a su empresa, ejerció como ilustradora y directora artística
© César Villoria
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Arriba, su dormitorio con ‘Princess Vespa’, su gatita, recostada en el mullido cabecero de capitoné ‘Hollywood Regency’. Y junto a estas líneas, su armario vestidor, donde somos conscientes de la pasión por los zapatos de la empresaria

Un año antes, Elicia, cansada de los inconvenientes de su trabajo y harta de que, cada vez que decía que ilustraba libros infantiles, la respuesta fuera “¡oh, qué cuco!”, cuando en realidad es un arduo trabajo, decidió abandonarlo todo y concentrarse en hacer lo que sentía. Sin pensar en las consecuencias. Dibujó, aprendió, se dio libertad y, por fin, se lanzó. Básicamente, era una empresa en la que ella diseñaba y fabricaba postales ilustradas, cuadernos de notas, etcétera. “Un poco al estilo de aquellas maravillosas papelerías que ya no existen. Era una gran inversión económica en un negocio en el que la mayoría hoy fracasa. Pero para alguien como yo, a quien le gusta controlar lo que hace, el hecho de dibujar algo un viernes y verlo fabricado un lunes es apasionante. Ya nadie me dice lo que debo o no debo hacer. Solo produzco lo que me gusta, en lo que creo y, siempre, con la mejor calidad”.

© César Villoria
Elicia, en su despacho. En primer plano, alguno de los nuevos artículos, como las velas inspiradas en los olores de los árboles frutales de su propiedad.

El gran despegue

La idea era ir poco a poco, pero, en la pandemia, los números se dispararon. Ha cuadruplicado su equipo y triplicado sus almacenes, que, cada tres meses, se quedan pequeños. Hoy, su empresa es global y tiene como clientes a las más prestigiosas compañías. “Me sorprendo y, a veces, me cuesta creerlo. Estoy en mil puntos de venta en Estados Unidos, entre ellos, Barnes & Noble y Anthropologie. También en Canadá, Bermudas, Jamaica, Alemania, Holanda, Inglaterra, Italia, Francia y… España. Hemos ampliado a cojines y velas. Estamos a punto de lanzar perfumes, crema de manos, pañuelos de seda y otros objetos de lujo. Trabajo sin parar y, a veces, envidio a mis amigas que se van de vacaciones, pero no lo cambiaría por nada. Me gusta tanto mi trabajo que no me parece un trabajo”.

“Buscábamos un lugar para pasar el fin de semana, al que pudiéramos ir en coche y llevar a nuestra gatita. Optamos por Palm Springs. Queríamos vistas a las montañas sin los omnipresentes cables de la luz. No fue fácil de conseguir”, nos cuenta Elicia
© César Villoria
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Arriba, espectacular vista de la piscina ‘sin obstáculos’. La pareja buscaba precisamente eso, que no es fácil en Palm Springs, donde el cableado eléctrico siempre cruza el cielo. Antes de entrar a la casa, se dijeron: “Si encontramos un colibrí, la compramos”. Y los recibieron ¡dos! Junto a estas líneas, de nuevo, una sinfonía en rosas para una cena “al fresco” en uno de los porches, inundado por la buganvilia, las sillas en rosa maquillaje y la vajilla en chicle.

Naranjas y pomelos

Quizá, para descargar esa presión que supone diseñar en febrero de este año lo que estará a la venta en diciembre del siguiente, decidió comprar esta casa para los fines de semana donde relajarse con David. A donde poder llegar en coche y llevar con ellos a su gatita, Princess Vespa. “Empezamos a buscarla en 2017 con una idea muy concreta: queríamos ver las montañas y NO queríamos ver cables de la luz. Dos condiciones difíciles de conseguir al mismo tiempo. Por fin, encontramos esta casa, de 1958, en un estado lamentable. La recuperación fue una labor conjunta de los dos y duró un año medio. Un día, llamó a la puerta la hija del antiguo dueño. Nos contó que la chimenea antes estaba en el jardín y que los naranjos y los pomelos los había plantado su padre. Fue emocionante. Hoy, esas fragancias son el aroma de dos de mis velas y dos de mis perfumes. Definitivamente, este es un tranquilo oasis de paz, de amor y de inspiración creativa”.

© César Villoria
Elicia, en un momento de relax, tomando el sol sobre sus hamacas negras de estilo ‘Hollywood Regency’
Texto y producciónVictoria de Alcahúd
FotosCésar Villoria
Estilismo y decoraciónElicia Castaldi

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