Color, piezas recicladas y un estilo único. Así es esta casa en Berlín, que se ubica en un edificio de los años 60 y a pocos metros de los grandes almacenes KaDeWe. En sus 70 metros cuadrados, el interiorista Mikel Irastoza ha conseguido da una nueva vida a esta casa, que cuenta con unas vistas envidiables a un parque con árboles centenarios. “Los árboles, al estar en pleno centro de una gran ciudad, dan sensación de estar en pleno campo”, dice el interiorista. ¿Entramos?
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La primera clave: el color
La ecléctica mezcla de colores que se ve en todo el piso es una de sus claves estéticas. Con una base en gris oscuro (lo vemos en las paredes del salón) y pinceladas de elementos de distintos colores. Y el uso del color está directamente relacionado con la luz natural. Y es que, según el decorador, “ha sido clave a la hora de escoger colores o decidir la colocación de las piezas”.
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Contrastes que destacan
Esa base gris marengo sirve para resaltar aún más las pinceladas de color. Rojos, amarillos, rosas y azules, desde los tonos más intensos hasta en los más eléctricos, destacan sobre este color en tendencia convirtiéndose en seña de identidad de la decoración. Aunque el uso del color es arriesgado, es precisamente al incluirlo en pequeñas pinceladas que resulta armónico y muy impactante.
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Segunda clave: el upcycling
En este nuevo proyecto, el interiorista contó con total libertad tanto para llevar a cabo a reforma como para el interiorismo. ¿Su propuesta? Recuperar los muebles vintage de los propietarios, cambiando incluso su función. Es lo que se conoce como upcycling, una tendencia en boga en moda y decoración que se basa en la reutilización de muebles antiguos de manera sencilla y sin tener que pasar por nuevos procesos industriales, cambiando su imagen y, en algunas ocasiones, su uso.
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Dos conceptos que se dan la mano
Es la combinación del color y de estas piezas antiguas la que hace única la decoración de este piso berlinés. Y es que gracias a los colores en plena tendencia que el interiorista ha empleado como base, los muebles vintage ganan protagonismo y recuperan su esencia, llenando de alma el ambiente.
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Menos paredes, más espacio
Una de las decisiones decorativas que tomó el interiorista fue la de tirar los tabiques que separaban la cocina. Y es que el piso original estaba demasiado compartimentado para la vida de una pareja. De esta manera, no solo gano metros y amplitud, sino que Irastorza se permitió también la licencia de emplear el negro de para los frentes de los armarios, así como la madera de roble. De nuevo la luz y la amplitud de espacios se asocian con el color.
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Con office
Al eliminar los tabiques y ampliar el espacio quedó también espacio para colocar un coqueto office que ayuda a delimitar el espacio y diferenciarlo de los otros usos del espacio como salón y como comedor. Otro de los elementos que ayuda a delimitar el espacio de la cocina es el papel pintado. El de la cocina imita los ladrillos y, en blanco, ayuda a ampliar el espacio.
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Papeles pintados vanguardistas
Otro de los elementos más llamativos de este piso es la elección de papeles pintados. Sus estampados de estilo vanguardista, algunos con motivos algo arriesgados, encajan a la perfección gracias a esa combinación de colores, diseños, materiales y texturas. En el recibidor, el papel pintado con efecto textil en azul eléctrico es la mejor bienvenida. Después, en el dormitorio, los motivos geométricos con cierto carácter art decó protagonizan las paredes.
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Mezcla de estampados
La decoración del dormitorio sigue la línea del resto del piso: color y muebles vintage ahora disfrutan de una vida. Una de las diferencias del dormitorio es que en él son protagonistas los estampados. No solo lo vemos en el papel pintado de la pared, sino también en la ropa de cama y la alfombra. En el dormitorio, también se ha empleado la técnica del upcycling para recuperar algunos muebles, como el cabecero o armario ropero pintado de negro ubicado a uno de los lados de la cama.
Unas vistas envidiables
A los 70 metros cuadrados se suma un pequeño balcón que sirve como pulmón de este pequeño piso berlinés. Con vistas a un parque con enormes árboles, no hay ningún tipo de impedimento para que la luz sea protagonista en el interior. Dos sillas plegables y una mesa son todo lo necesario para disfrutar de este rinconcito al exterior.
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