Es, sin duda alguna, uno de los pueblos españoles con más encanto. Con una ubicación espectacular, mirando al Mediterráneo, pero con la Sierra de Tramontana resguardando sus espaldas, esta pequeña villa ha sido refugio para muchos personajes ilustres, quizás uno de los más conocidos sea Robert Graves. El autor de Yo, Claudio decidió quedarse a vivir de forma permanente en el pueblo seducido por la tranquilidad y la belleza del lugar. De hecho, está enterrado en el cementerio local y su casa, que hoy forma parte de la Fundación Robert Graves, se conserva tal y como la dejó cuando murió en 1985 y es un destino especial para muchos turistas.
Pero no ha sido el único afamado personaje que recaló en el lugar, por aquí han pasado una constelación de artistas, músicos y escritores; desde pintores como Santiago Rusiñol o Joaquín Mir, pasando por músicos como Manuel de Falla o escritores como Julio Cortázar, Vargas Llosa o el mismísimo Gabriel García Márquez. Este último recaló en los años 70 por invitación de uno de sus grandes amigos, el también escritor colombiano Plinio Apuleyo Mendoza, que vivió aquí tres años. Por aquel entonces García Márquez vivía en Barcelona y seguramente fue, junto a la insistencia de su amigo, lo que lo animara a viajar a Mallorca. En Deià, se cuenta que Gabriel García Marquez consiguió huir del 'estrépito' de la fama y volvió a reescribir una de sus famosas novelas, El otoño del patriarca.
-Una casa rústica, chic y 'vintage'. ¡Una mezcla 100% personal!
Pues bien, hace unos días conocíamos que la casa donde el escritor colombiano pasaba algunas temporadas alejado del mundanal ruido se ha puesto a la venta por 1.190.000 de euros. La construcción, que data del año 1600, tiene una superficie de 119 metros cuadrados, que se distribuyen en tres plantas. Consta de tres dormitorios y dos baños, y aunque necesita ciertas reformas para actualizarla se trata de una construcción que responde a la arquitectura de las típicas casas mallorquinas. Además, cuenta con una ubicación inmejorable porque se encuentra muy cerca de la iglesia parroquial y en una zona donde se puede disfrutar de calma y tranquilidad.
Acceso principal de la vivienda
La entrada principal de la vivienda desemboca directamente, a través de un arco rebajado, en el salón-comedor. Este tipo de arquerías es típica de la arquitectura mallorquina y se utilizaba cuando no había mucha altura. Tal y como es tradicional en una casa de estas características destacan las vigas vistas de madera (dispuestas en paralelo y a modo de forjado) y los techos y paredes pintadas de blanco. En una de las paredes pueden verse una estantería de obra con arco de medio punto.
Una cocina rústica como las de antes
En esta cocina, que también mantiene las vigas vistas, tiene especial protagonismo la chimenea, con el hogar de piedra y la embocadura de ladrillo visto, que en este caso tiene también un revestimiento añadido de madera con detalles de molduras a modo de adorno. Una pequeña balda de pared para colocar utensilios, el frente de la zona de aguas decorado con azulejo hidráulico, armarios con frentes de celosía (muy típico de Mallorca) y una simple mesa redonda con sillas con asiento de enea contribuyen a acentuar ese estilo rústico antiguo que destila toda la casa.
Sencillez y comodidad, todo en uno
Además de la cama, con un gran cabecero historiado y el armario, ambos de madera maciza, las vigas vistas y, sobre todo, en este caso el pavimento con baldosa de barro (muy típico de las antiguas casas mallorquinas) confieren a esta estancia un toque muy sencillo, pero al mismo tiempo acogedor.
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Un dormitorio en suite 'modernizado'
Volvemos a ver como la sencillez domina el estilo rústico de esta vivienda antigua. En este caso el dormitorio cuenta con la comodidad de tener un cuarto de baño completo incorporado (sin puerta), decorado esta vez sí en un estilo rústico actualizado. Volvemos a ver ese precioso pavimento de barro tan característico de estas construcciones mallorquinas.
Un estudio abuhardillado
En la última planta de la casa se encuentra una buhardilla que ha sido habilitada como zona de estudio o trabajo. Con el techo inclinado, las vigas vistas de madera vuelven a dar un aire rústico al espacio, que está iluminado con tres ventanas que conservan su antigua estructura.
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Una terraza con vistas
Esta antigua casa posee, además, una maravillosa terraza, esta vez sí con un pavimento de barro cocido tan típico de las casas antigua mallorquinas. Desde ella se pueden admirar unas inmejorables vistas de la Sierra de Tramontana. La sombra la proporciona una pégola de vegetación natural.
Vegetación típicamente mediterránea rodea la casa
Tal y como puede verse en la imagen, el exterior de la casa es de piedra, pero tiene una técnica de construción también muy característica de Mallorca, y es la piedra seca. Los muros de estas construcciones antiguas se realizan solo con piedras, sin argamasa ni otros materiales, y nos hablan de la gran habilidad de los maestros canteros de la zona.
Por otro lado, la casa cuenta con un pequeño jardín, que se encuentra cruzando la calle peatonal. Y dentro de él, existe una casa, perfecta para recibir invitados.