El arte es agradable y estético, pero a veces complica cuando se trata de saber qué tipo de cuadro, de qué tamaño y dónde colocarlo en el salón. Es un complemento que aporta estéticamente, define el estilo, añade textura y color… completa la decoración y el interiorismo de la estancia. Sin embargo, ¿te está creando quebraderos de cabeza? Despejamos tus dudas con estos ejemplos de salones decorados con obras pictóricas que dan lugar a interiores únicos.
El tamaño de los cuadros
Uno grande es llamativo y llena. Centra la atención, acapara miradas. La tendencia nos anima a decorar el salón con cuadros grandes, mejor uno de tamaño XL a varios más pequeños. Reena Sotropa In House Design Group recurre al arte de gran tamaño para introducir color en este salón decorado en gris. La pared sobre el sofá es una de las que siempre nos lleva a dar vueltas a su decoración. Los cuadros son idóneos para decorarla.
Sin ninguna simetría
Con un desorden organizado. Esa es la propuesta de este salón fotografiado por Lisa Cohen. La pared principal del salón, la que queda detrás del sofá, se pinta en color y sobre ella se cuelgan dos cuadros y un tapiz, combinando tamaños y sin guardar una simetría aparente. Los dos cuadros quedan a la altura de los ojos en su punto central, que es una de las referencias para colgar las obras pictóricas.
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Cuadros "apoyados" sobre estantes corridos
Un cuadro abstracto de gran tamaño apoyado sobre una balda que recorre la pared de lado a lado, detrás del sofá. La balda queda justo a la altura del respaldo. Con esta solución tendrás dónde y cómo ubicar un cuadro maxi. Y es perfecta cuando hay que salvar un espacio que queda detrás del sofá hasta la pared provocado por un radiador que no se puede desplazar o algún pilar o retranqueo del tabique. Ten en cuenta que los cuadros de mayor tamaño, que parecen apoyados en una balda, deben fijarse también, y por seguridad, a la pared. Proyecto de Pia Capdevila con estilismo de Mar Gausachs.
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Obras en el suelo del salón
Otra idea para lucir el arte en el salón, es apoyar las obras en el suelo. Mejor si son de gran tamaño para que se luzcan. Es la propuesta que hace aquí Cartelle Design con un cuadro en los mismos tonos grisáceos y azulados predominantes en el interiorismo, apoyado en el suelo sobre una pared pintada en la misma gama cromática y decorada con molduras. Si el salón cuenta con focos orientables, dirige el haz hacia el cuadro para darle protagonismo.
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Unidad de acabados en la obra y en el marco
En este salón diseñado por The Room Studio no solo se aprecia la conexión entre los tonos escogidos para decorar el espacio y la obra en sí, sino que la moldura también enlaza en el tono madera del mueble aparador en el que apoya. De este proyecto podemos extraer dos ideas que llevar al salón: la de apoyar el cuadro en un aparador, en lugar de colgarlo directamente en la pared sobre este; y la de buscar el equilibrio entre las tonalidades de la obra y de la moldura con los acabados de las tapicerías y mobiliario.
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Una nota de color
Una composición de salón como mueble principal, acabada en materiales y tonos neutros o similares, agradecerá un cuadro llamativo que rompa con sus colores esa "monotonía minimalista" creada. Mihaly Slocombe Architects propone aquí esa idea con un cuadro que no destaca especialmente por tamaño pero sí por su colorido abstracto.
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Una gran obra panorámica: ¿de qué estilo?
¿Te atreves a llevar a tu salón una obra panorámica? Se trata de un recurso decorativo muy llamativo que puedes plantear en la pared trasera del sofá, en una pared de paso (como podría ser aquí la de la derecha) o cederle el protagonismo en la pared que quede frente a los asientos. En este caso no hay que pensar en que la obra sea eclipsada por un televisor. Cuando la obra ocupa tanta superficie, lo ideal es que su estilo y colores encaje con el estilo del salón. Si bien, en algunas ocasiones, el arte se usa para destacar con una tendencia diferente a la predominante o con un estilo concreto que defina el estilo en una base neutra; cuando se trata de obras tan grandes, instaladas en un lugar relevante, hay que buscar la similitud. Es una propuesta de State of Kin + Mobilia.
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Cuadros formados por varias "piezas" que encajan
Dípticos o trípticos también son una opción para decorar el salón con cuadros impresionantes. Composiciones que encajan como las piezas de un puzle y que se pueden instalar en una pared juntas por completo o con un margen entre cada obra. Lo mejor para las obras grandes en las que no hay una imagen abstracta es que se cuelguen de paredes en las que se puedan apreciar con cierta distancia (como el tiro de una cámara), de manera que se aprecie la obra y se entienda. También hay que tener en cuenta que según la obra no reciba el sol directo, para protegerlo. Salón proyectado por Feldman Architecture.
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En zonas de paso o paredes de transición
Los cuadros en el salón no solo tienen que quedar sobre el sofá o en el frente del mueble principal (el de los audiovisuales, por lo general). Hay paredes de paso que quedan desnudas y que se prestan, sobre todo en salones grandes, a una decoración llamativa. Si quieres destacar, pero sin llenar, opta por obras abstractas y sencillas, de trazos delicados, motivos gráficos, texturas y fondos neutros en el mismo color que la pared. Proyecto de Luzio Studio.
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El tamaño adecuado de los cuadros en el salón
Al hablar de cuadros para decorar un salón pueden ser obras realizadas al óleo, collages, láminas, obras gráficas… Hay muchos tipos de arte. Pero si te preguntas el tamaño adecuado para tu salón, debes pensar en el efecto que quieres lograr. No es lo mismo un gran cuadro grande, como muchos de los que hemos visto en los proyectos recogidos en este artículo, que de menor tamaño. La obra no puede verse desamparada en el espacio. Para cuadros más pequeños, la pared debe estar acorde en ancho. O bien jugar con una composición con varios. Si prefieres una pared con una composición, escoge un tamaño medio para todos en una mezcla simétrica; o bien uno de tamaño medio en torno al que gire el resto de piezas de menor dimensión. Apoyar y superponer es un ejemplo para esas composiciones de dos obras en las que la más grande queda al fondo con la pequeña delante. Se apoyan en muebles o baldas, como en este caso en una repisa de obra creada en este salón, decorado por Leroy Merlin.
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