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palacio tafalla hola4102© Álvaro Medina

El marqués de la Real Defensa nos recibe en familia en su Palacio de los Mencos, en Tafalla, baluarte de cuatro siglos de historia

Construido en 1590, fue el primer hospital de la Cruz Roja y aquí se han hospedado desde Isabel de Farnesio, segunda mujer de Felipe V, a Fernando VII o Alfonso XII


14 de marzo de 2023 - 19:08 CET

Joaquín Ignacio Mencos y Doussinague forma parte de esa única y escasa especie de hombres que, en pleno siglo XXI, residen en un palacio. El suyo es el Palacio de los Mencos, un majestuoso monumento ubicado en Tafalla (Navarra) que, desde el siglo XVI, pertenece a su familia, uno de los linajes más antiguos e ilustres de España. Se trata de una evocadora joya arquitectónica salpicada de un icónico torreón de mampostería medieval, varios salones, once dormitorios, dos patios, valiosas obras de arte…

Ingeniero agrícola, ha sido presidente de la Cruz Roja y delegado de la Orden de Malta de la comunidad foral, además de haber ejercido otros puestos de responsabilidad, y es marqués de la Real Defensa. Aunque no es príncipe ni mucho menos presume de su vínculo con la realeza, Joaquín Ignacio Mencos es tataranieto de “la Reina gobernadora” María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, viuda de Fernando VII.

Durante la guerra de Independencia, fue cuartel del mariscal Moncey, y Espoz y Mina lo mandó quemar: “Hoy estamos convencidos de que tiene uno de sus mejores aspectos”, nos dice Joaquín Ignacio Mencos
PALACIO TAFALLA HOLA4102© Álvaro Medina


© Álvaro Medina
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El Palacio de los Mencos —arriba, vista parcial de la fachada— es una joya arquitectónica de finales del siglo XVI con un icónico torreón de mampostería medieval. Nos recibe Joaquín Ignacio Mencos y Doussinague, marqués de la Real Defensa, en familia. En la otra imagen, su hijo mayor, Joaquín Mencos Arraiza, y su mujer, Silvia Ros, a quien vemos, abajo, en el jardín con los mellizos Juan y Jorge. Al lado, imagen de la primera planta tomada desde una ventana. Se aprecia la parra del patio interior; y, al fondo, arriba, el reloj de sol.

Desde este edificio histórico, nos invita a bucear en las raíces que han definido una vida fascinante, acompañado de su mujer, Concepción Arraiza y Cañedo-Argüelles, el mayor de sus cuatro hijos, Joaquín Mencos Arraiza, y su esposa, Silvia Ros, con sus tres hijos, Joaquín y los mellizos Juan y Jorge. Juntos recuerdan las anécdotas de los huéspedes más ilustres del Palacio de los Mencos. A saber: reyes, reinas… o el ya fallecido José Carlos Encinas Doussinague, padre del oscarizado actor Javier Bardem y primo del aristócrata. La vieja nobleza navarra, la monarquía y Hollywood se dan la mano en Tafalla.

—¿Qué puede contarnos sobre este lugar?

—Fue construido hacia mil quinientos noventa por León de Mencos y López de Dicastillo, señor de Iriberri, mi décimo abuelo por línea directa. Y, a lo largo de este tiempo, ha sido ocupado en diversas ocasiones cuando ha habido guerras, como la de la Independencia, entre mil ochocientos ocho y mil ochocientos trece. Entonces, sirvió como cuartel de la plana mayor del mariscal francés Moncey. Más tarde, el palacio fue quemado por Espoz y Mina y ardió en toda su parte central. En la primera guerra carlista, fue cuartel del ejército cristino de mil ochocientos treinta y tres a mil ochocientos treinta y nueve. Durante la tercera guerra carlista, desde mil ochocientos setenta y tres a mil ochocientos setenta y seis, se convirtió en el primer hospital de la Cruz Roja. En mil novecientos treinta y seis, durante la guerra civil española, fue escuela de suboficiales y cuartel de la Guardia Civil. La casa ha sufrido bastante, puesto que las tropas no suelen ser muy cuidadosas con los inmuebles que ocupan. A partir de los años cuarenta, mi padre la comenzó a arreglar. Hoy ofrece un aspecto mejor que el de hace ochenta años.

El marqués es tataranieto de ‘la Reina gobernadora’ María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, viuda de Fernando VII, y primo de José Carlos Encinas Doussinague, padre de Javier Bardem: “Recuerdo haberlo visto en 007 y estuvo muy bien”
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En esta imagen, Joaquín Ignacio Mencos y Doussinague, marqués de la Real Defensa, con su mujer, Concepción Arraiza y Cañedo-Argüelles, junto a sus nietos Joaquín, Juan y Jorge. WSoy el depositario de un legado que mis antepasados quisieron que durara cuantas más generaciones, mejor”, nos dice sobre el palacio.

—¿Cuál es su extensión?

—Es una casa grande. En la planta noble ya solo quedan dos dormitorios, puesto que el resto de las habitaciones se han adaptado como salones o salas para las visitas, pero en la segunda planta hay nueve dormitorios más. Tiene dos patios: uno muy bello, central, donde los tejados vierten sus aguas y se encuentra un profundo pozo; otro es exterior, donde antes se encontraba el lagar y se prensaba la uva para hacer el vino. Hace años que volvemos a producir.

—¿Tiene algún inconveniente el hecho de residir en un palacio?

—En invierno solo puedes habitar una pequeña parte porque no está preparado para calentar todo. Cualquier pequeña intervención supone un gran costo. Estamos comprometidos a enseñarlo y se hacen visitas guiadas.

—Hábleme de su espacio favorito…

—Quizás el despacho de mi abuelo, donde suelo trabajar cuando estoy aquí. Me gusta pensar que mis antepasados también utilizaban ese espacio para lo mismo.

—¿Cuáles son las obras de arte más importantes?

—Una piedad de autor anónimo, pero datada entre mil quinientos treinta y mil quinientos cincuenta. No parece de origen español. Debe tener influencia flamenca. Ha sido restaurada recientemente y recoge las más clásicas figuras de manierismo. Es muy bella.

—¿Cómo es su día a día?

—¡No paramos! Siempre hay algo que hacer, algo que arreglar o que mejorar. Pero nos gusta mucho recibir gente, amistades, familia… o a los grupos de visita.

“A mis nietos (tiene catorce) les encanta jugar en el jardín y con nuestro perro setter. Son bastante respetuosos con todo el mobiliario, pero hasta que no crezcan no volveré a afinar el piano”, cuenta divertido
PALACIO TAFALLA HOLA4102© Álvaro Medina
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Arriba, salón de los reyes o amarillo, presidido por una chimenea con las armas de los marqueses de Vesolla. Junto a estas líneas, otra perspectiva del mismo, con recuerdos de cuando la casa fue hospital de la Cruz Roja, en 1875.

—¿Qué supone para usted conservar esta joya?

—Una responsabilidad. Soy el depositario de un legado que mis antepasados quisieron que durara cuantas más generaciones, mejor. Hoy, estamos convencidos que tiene uno de sus mejores aspectos.

—Nos recibe junto a su mujer, su hijo mayor, tres de tus catorce nietos y su nuera. Defina a su familia.

—Mi mujer es una consejera eficaz y una ayuda insustituible. Nuestra familia es alegre, generosa y está unida. El tiempo ha querido reunirnos de nuevo en Navarra, donde ahora trabajan mis cuatro hijos. Joaquín Ignacio es biólogo; Isabel, enfermera; Javier, abogado, y Carlos, periodista. Recuerdo temporadas en las que llegué a tener a cada uno de ellos trabajando en un continente.

“Mi mujer es una consejera eficaz y una ayuda insustituible. Nuestra familia es alegre, generosa y está unida. El tiempo ha querido reunirnos de nuevo en Navarra, donde ahora trabajan mis cuatro hijos”
PALACIO TAFALLA HOLA4102© Álvaro Medina
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En esta imagen, la escalinata. Arriba, una luminosa estancia orientada al sur; se aprecia el piano corto británico ‘Collard & Collard’ —en detalle, arriba—. Hay varios retratos de la Reina gobernadora y familia. En la otra fotografía, el salón Eslava, dedicado al virrey Sebastián de Eslava y Lasaga, con un lienzo suyo de época y recuerdos y motivos de su dilatada carrera militar.

—¿Lo visitan a menudo? ¿Tienen sus nietos libertad para jugar en todas las estancias?

—Sí, los veranos pasan por turnos una temporada todos ellos aquí. Les encanta jugar en el jardín y con nuestro perro Setter. Son bastante respetuosos con todo el mobiliario, pero hasta que no crezcan no volveré a afinar el piano.

—¿Cuántos reyes ha recibido el Palacio de los Mencos?

—En la fachada principal nos encontramos sobre la puerta unas cadenas que indican que se han hospedado varios reyes, como Fernando VII y su tercera esposa, María Amalia de Sajonia. Fue en mil ochocientos veintiocho. Anteriormente, también estuvo la Reina Isabel de Farnesio, segunda esposa de Felipe V, al pasar desde Francia después de la boda que habían hecho por poderes en mil setecientos catorce. A su vez, fue visitada por Alfonso XII en mil ochocientos setenta y cinco, cuando era hospital de la Cruz Roja. La visita más documentada es la de Fernando VII y María Amalia de Sajonia. Durmieron en la habitación principal, recibieron al Ayuntamiento en el despacho de mi bisabuelo, delante de casa se instaló un estrado y les hicieron unas danzas y poesías…

“Con el Rey don Juan Carlos tuve relación en mis años jóvenes, donde coincidimos en actividades de promoción del ecologismo. Éramos pioneros y eran años en los que predicábamos en el desierto”

—¿Cuál es su relación actual con la monarquía?

—Con don Juan Carlos tuve relación en mis años jóvenes, donde coincidimos en actividades de promoción del ecologismo. Éramos pioneros y eran años en los que predicábamos en el desierto. También participaba el Dr. Félix Rodríguez de la Fuente. La última vez que estuve con los Reyes eméritos fue en Madrid, en un almuerzo privado. Joaquín, mi hijo, ha coincidido con ellos durante actividades de la Cruz Roja, organización de la que son altos patronos. Sin embargo, en Tafalla no han estado. ¡No hemos tenido el honor!

—En su familia también hay un actor de Hollywood. Su primo materno, el ya fallecido José Carlos Encinas Doussinague, es el padre de Javier Bardem. ¿Qué relación tenía con él?

—Tuve poco contacto con mi primo. Lo recuerdo con cariño porque era muy entretenido oírle contar historias fabulosas. Viajaba mucho, no paraba…

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Izquierda, el comedor, con la mesa preparada con la vajilla Davenport de primeros del siglo XIX. Destacan el tapiz y la imponente lámpara de aceite. A la derecha, entrada de la histórica bodega, y, al fondo, las grandes barricas de roble del silgo XVIII. Arriba, nuestros anfitriones, en la estancia favorita del marqués, el despacho de su abuelo, Joaquín Mencos y Ezpeleta. Detrás, retrato de su abuela, Fuencisla Bernaldo de Quirós y Muñoz, marquesa de Eslava, pintado por Harry Humphrey Moore.
© Álvaro Medina
Izquierda, el comedor, con la mesa preparada con la vajilla Davenport de primeros del siglo XIX. Destacan el tapiz y la imponente lámpara de aceite. A la derecha, entrada de la histórica bodega, y, al fondo, las grandes barricas de roble del silgo XVIII. Arriba, nuestros anfitriones, en la estancia favorita del marqués, el despacho de su abuelo, Joaquín Mencos y Ezpeleta. Detrás, retrato de su abuela, Fuencisla Bernaldo de Quirós y Muñoz, marquesa de Eslava, pintado por Harry Humphrey Moore.

—¿Ha seguido manteniendo el contacto con su sobrino segundo? ¿Cuál es su película favorita?

—No tengo contacto con ninguno de los tres hermanos Bardem. Su madre, Pilar, sí estuvo en casa en varias ocasiones y, de hecho, lo cuenta en sus memorias. No coincido con los gustos cinematográficos de Javier, pero recuerdo haberlo visto en una película de 007 y estuvo muy bien.

—Sus ancestros son de los más variados. ¿Con cuál de todos ellos se queda?

—Un personaje que siempre me ha fascinado es mi bisabuelo Joaquín Ignacio Mencos y Manso de Zúñiga. En lo político, fue alcalde de Pamplona, diputado, senador y ministro de Fomento. En lo literario, fue poeta, premio nacional de poesía y miembro de la Real Academia. Además, fue uno de los fundadores de la Cruz Roja, asociación humanitaria con la que la familia siempre ha estado vinculada. Mi padre, mi hijo y yo mismo la hemos presidido en Navarra. Muy monárquico y persona cercana de Isabel II, quien lo elevó a grande de España. Participó en el golpe de estado contra Espartero y tuvo que huir de España al fracasar y ser condenado a muerte. De las mujeres de la familia destacaría a todas. Quizás significaría a mi decimoprimera abuela, Juana López de Dicastillo, señora de Ezcaba, esposa de Martín de Mencos y Garínoain. Ambos fueron los que constituyeron en mil quinientos setenta y nueve el mayorazgo de los Mencos y, fallecido su marido, fue la impulsora de la construcción de esta casa.

—Es marqués de la Real Defensa. ¿Qué significa ser aristócrata hoy en día?

—Un título no te distingue del resto de la sociedad y son pocos los privilegios, más allá del protocolo. Pero, en mi caso, me enorgullezco de llevar un título que se le concedió a un héroe de España, Sebastián de Eslava y Lasaga, un navarro con una carrera militar larga e intensa durante el siglo XVIII, que se distinguió en la guerra de Sucesión española, en las guerras de Italia y en la defensa junto con Blas de Lezo de Cartagena de Indias frente a los ingleses. Llegó a ser ministro de Guerra.

—No hay palacio sin fantasma, ¿existe?

—No lo hay, pero sí parece. Las maderas de los suelos y techos crujen con los cambios de temperatura y presión y hay veces que parece que se oyen pasos… En verano, solemos hacer visitas teatralizadas y precisamente el protagonista central de la obra es el fantasma de uno de los antepasados, don Tiburcio de Redín y Cruzat, barón de Bigüezal.

PRODUCCIÓNINÉS DOMECQ
FOTOSÁLVARO MEDINA
MAQUILLAJE Y PELUQUERÍAAMPARO SÁNCHEZ MACÍAS
AYUDANTES DE PRODUCCIÓNCLAUDIA PINTADO E ICÍAR MURRIETA
VESTUARIO Y ACCESORIOSETRO Y ZIMMERMAN (PARA MYTHERESA)/MANOLO BLAHNIK/MASSIMO DUTTI