La psicología del color dicta que escogemos las cromáticas de nuestra ropa según nuestro estado de ánimo. Lógicamente al elegir los colores base para decorar nuestra casa no podemos guiarnos por nuestros sentimientos de una jornada, pues estos van a marcar el diseño interior durante varios años. ¿Quieres que los espacios propicien calma? Estas tonalidades transmitirán una imagen muy relajante al ambiente. Por cierto, si el objetivo es configurar unas estancias serenas, también te orientamos acerca de los colores de los que debes huir.
Leer más: ¿Sabes qué gamas de colores le sientan mejor a tu hogar?
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El blanco nunca falla
Sin duda el color blanco, a pesar de su mala fama de frío y soso, siempre funciona y, de hecho, es el rey entre los colores que aportan tranquilidad a los ambientes. Además de luminoso, amplía visualmente el espacio y combina con todo, como comprobamos en esta cocina con mobiliario de la firma Gamadecor.
Selecciona un matiz cálido, con algo de amarillo, para aportar estilo, una nota sencilla y huir de sus connotaciones algo gélidas.
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Algunas tonalidades del azul
Otro color que psicológicamente reduce el estrés es el azul, aunque no cualquiera, en especial los más claros como el azul cielo o pastel (como vemos en esta habitación infantil de Portobellostreet.es). Ese es el motivo por el que es uno de nuestros favoritos para que tiñan los dormitorios de nuestros hijos e hijas. La paleta provoca bienestar, felicidad y contribuye a crear escenarios muy relajantes que propician el descanso.
No obstante, ten en cuenta que en sus variedades oscuras (como el azul marino o petróleo) pueden crear un indeseado impacto de frialdad y distancia.
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Los verdes más suaves
Como estamos viendo los colores influyen en nuestros pensamientos y emociones, por eso la elección de uno u otro nos genera diferentes energías y recuerdos. Si el azul nos rememora el cielo o el mar, el verde nos evoca a la naturaleza y aporta frescura. No obstante, para generarnos calma siempre resulta más recomendable apostar por las gamas claras, hasta como máximo llegar al verde manzana. Y es que, por ejemplo, una profunda tonalidad botella puede llegarnos a abrumar un poco, si nos excedemos con ella.
En este salón de un piso en Valencia, los interioristas de Sinmas Studio apuestan por el dominio de un relajante y suave verde.
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No destierres el amarillo
Si bien es cierto que el amarillo se relaciona con el optimismo y la activación, al resultar vibrante, en sus variedades claras también aporta relajación y una acogedora nota de luz (como muestra este dormitorio de Westwing). De este modo, apuesta de nuevo por una variante bastante clara o un elegante mostaza.
Eso sí, olvídate del amarillo limón y otras tonalidades excesivamente llamativas, ya que pueden darnos señales de alerta o, incluso, generar agotamiento y no conseguirás el efecto deseado.
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El éxito del rosa pastel
Dentro de la amplia gama de los rosas, un fucsia, chicle o flúor no resultarán adecuados con la intención de provocar relax al ambiente, pero sí una tonalidad rebajada de saturación. Al tiempo, el rosa es un color dulce que genera innegablemente una sensación de bienestar y paz.
De hecho, aunque antes se empleaba tan solo en dormitorios, sobre todo de bebés, ahora se han traspasado todos los prejuicios respecto al rosa pastel y se usa en todo tipo de ambientes, como el salón, el comedor, la zona de lectura o un baño. Además, ¿quién dice que es femenino?
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El siempre eterno (e infalible) beige
Los colores neutros tienen muchas virtudes, entre otras, que son perfectos como color base y que combinan con cualquier otro color siempre. Estamos hablando del blanco, el marfil, el gris y, por supuesto, el beige, que aporta calidez, estilo y resulta ideal en cualquier estilo de decoración, desde la moderna hasta la nórdica, rústica, clásica o industrial. Y respecto al tema que nos ocupa, al tratarse de una tonalidad sobria y serena, indudablemente transmite calma. Lo demuestra este sofá cama de Banak con tapicería beige, en concreto se trata del modelo ‘Deneb’.
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Colores de los que debes huir
Si tu intención es hacer de tu casa un remanso de paz, entonces no cabe duda de que tienes que evitar ciertos colores como predominantes en un espacio, dado que nos alteran y provocan emociones negativas, como la sensación de peligro o tristeza. En este sentido, el rojo es un color con mucha fortaleza que, si deseas aplicarlo, debe ser en pequeñas pinceladas, por ejemplo, tan solo el 10% del total.
El naranja, que tan de moda está por ejemplo en su tonalidad terracota, también puede crear cierta sensación de alerta. Y, por último, no te recomendamos el negro porque si invade el espacio puede resultar ‘deprimente’. En este ambiente de comedor de Habitat se combina con el blanco para que aporte luz y cree uno de los dúos más elegantes en decoración.
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El arte de mezclar
No se trata de que los colores ‘prohibidos’ que hemos mencionado en el punto anterior no los puedas aplicar en pequeñas dosis, para ofrecer dinamismo y vitalidad, pero abstente de utilizarlos de forma profusa. Comprueba como en la propuesta, a pesar de los leves toques en color rojo, esta antigua iglesia renacentista convertida en vivienda por Garmendia Cordero Arquitectos transmite mucha serenidad.
Lo cierto es que esta proporción funciona muy bien: la regla del 60/30/10. Consiste en que escojas un color principal y usarlo en el 60% del espacio (selecciona algunos de los sugeridos para crear un oasis de relax, desde los pasteles hasta el blanco u otros tonos neutros), otro secundario para que esté en un 30% del ambiente y, por último, un color para el 10% restante que puede ser más llamativo, pues no alterará la percepción general.
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