Las vacaciones de esquí más glamurosas son las que transcurren en el valle de Engadina, donde reina Saint-Moritz, un enclave único por infinidad de razones. La belleza de los lagos, las montañas y glaciares, la luz intensa, el cielo azul, la vida social, los hoteles de lujo —como el Badrutt’s Palace, el Kulm, el Suvretta House—, clubes selectos —como el Cresta y el Corviglia Ski—... Naturaleza y opulencia desde los albores del siglo XIX. Es aquí donde el empresario Giuseppe Cornetto Bourlot y su esposa, Claudia Merloni, tienen su casa de vacaciones, una espléndida reinterpretación contemporánea de los interiores alpinos.
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“Nuestra casa es ahora lo que en su día era la primera planta del hotel —los antiguos salones y el salón de baile—, de ahí las considerables alturas de los techos y los dos balcones acristalados que se asoman a nuestro jardín”
La casa fue, en su día, un lujoso hotel de montaña, que se convirtió más tarde en una vivienda residencial, cuyos salones forman parte ahora del hogar de los Cornetto Bourlot. Giuseppe, licenciado por la Universidad de LUISS, y con estudios internacionales en Harvard, ostenta prestigiosos cargos en diferentes sectores. Desde el inmobiliario y el capital de riesgo al ámbito cultural, la edición, la educación, el diseño e, incluso, la sanidad. En Pontresina, la pareja, con tres hijos, ha encontrado el equilibrio perfecto entre las distintas dimensiones que ofrece el valle —el deporte y la diversión — con la belleza de su hogar, donde cada elemento, elegido y dispuesto con refinada sensibilidad, recuerda a la Naturaleza que la circunda.
—Es un hombre muy ocupado, con numerosos cargos entre presidencias en consejos de administración, consejos consultivos y juntas directivas, ¿es así, verdad?
—Mi actividad se reparte entre operaciones por beneficios (profit) y operaciones no profit, es decir, sin ánimo de lucro. Una implicación que no llevo a cabo siempre y necesariamente personalmente y de forma directa, sino a través de instituciones, ya sean culturales, educativas o sanitarias. Entre las operaciones profit, me ocupo tanto de la parte de property como del hospitality de cadenas hoteleras, es decir, tanto de la gestión de la propiedad como del funcionamiento de las instalaciones. En este ámbito inmobiliario, además de hoteles, me ocupo de otro tipo de inversiones, como oficinas, bancos, fondos de private equity… Además, mantengo un emporio editorial que comprende una agencia de prensa nacional y un magazine, Internazionale, del que soy socio y vicepresidente. En el lado industrial, presido una empresa —radicada en el Véneto— dedicada a la fabricación de muebles de diseño, Luxy, con oficina en Londres, y que opera en todo el mundo. El el penúltimo G7, en Biarritz, todos los jefes de Estado y de Gobierno se sentaron en nuestros sillones. Nos enorgullece estar en la avanzadilla del estilo italiano y acabamos de ganar el Best of Year Award en Estados Unidos. Por otro lado, entre mis cargos no lucrativos, he formado parte de la junta directiva de la LUISS Guido Carli y de su Business School durante muchos años —he aquí mi parte educativa— y me mantengo en la junta directiva del deporte de LUISS, en la rama de baloncesto, con algunos medallistas de oro en el equipo. También estoy implicado en los trabajos de la Fondazione Mediterraneo para la ayuda a la población más desfavorecida en Oriente Medio. Y, por último, ocupo la vicepresidencia del Consejo Asesor de la Fondazione del Campus Bio-Medico de la Universidad de Roma, que se encuentra entre las mejores de Italia.
“La Naturaleza aquí es una belleza”, asegura Claudia, que para vestir la casa ha jugado con las texturas y los estampados, desde diferentes tipos de cuero a los tartanes, pero siempre manteniendo la sobriedad
—Tienes unos conocimientos casi enciclopédicos, pero ¿cómo llegas a todo? ¿Cómo repartes tu tiempo?
—El tiempo se multiplica. Me he rodeado de un equipo de muy buenos colaboradores en los que delego mucho y que también son capaces de entender qué temas hay que priorizar, jóvenes que han crecido conmigo y que saben exactamente lo que tienen que hacer, todo lo que hay que cribar y evaluar juntos.
—Delegas mucho, pero el trabajo sigue siendo increíble. ¿Cuándo puedes dedicarte a tus hobbies?
—Tengo que decir que me tomo mi tiempo libre y mi espacio, pero es cierto que mi vida está muy organizada y que tengo una agenda muy estricta. Me encanta la montaña, el mar, navegar, el campo, al que dedicamos mucho tiempo porque tenemos haciendas agrícolas… Y me encanta el cine y el teatro. Me enorgullece formar parte del Consejo de la Accademia di Santa Cecilia y poder asistir a su temporada de conciertos.
—Claudia, ¿cómo es vivir al lado de un hombre con una vida profesional tan intensa?
—Estimulante, incluso después de treinta y tres años de casados y después de también un largo noviazgo.
—¿Qué te gusta hacer?
—Mis pasiones son las casas, la cocina, la Naturaleza, el mar y el esquí. También trabajar con proyectos solidarios. Durante muchos años, he ayudado a la congregaciones de Sant’Egidio y San Severino, en Roma, que ayudan a las personas más desfavorecidas y trabajan especialmente en las cárceles, así como con la asociación We Care, con proyectos solidarios internacionales en América Latina y África. Y, por supuesto, me implico en la parte inmobiliaria de nuestros negocios. En los hoteles donde organizamos eventos, los platós de cine, los pisos, oficinas… De ahí mi pasión por las casas que tenemos repartidas por Roma, Milán, Londres, Capalbio y Saint-Moritz. Y, en lo personal, ocupa gran parte de mi tiempo la Tenuta Sant’Antonio, que es una finca familiar cerca de Roma.
—¿Cómo habéis llegado hasta aquí, a Pontresina?
—Siempre hemos esquiado en Cortina d’Ampezzo, que compatibilizábamos con la Engadina… Así que, después de alojarnos en hoteles muy bonitos, vimos un anuncio de esta casa en The Financial Times y fue la que más nos interesó. Se trataba de un hotel del siglo XIX, cuando las vacaciones eran extremadamente lujosas y Pontresina y Saint-Moritz constituían el única enclave turístico de esquí a finales de ese siglo. Nuestra casa es ahora lo que en su día era la primera planta del hotel —los antiguos salones y salón de baile—, de ahí las considerables alturas de los techos y los dos boínder (balcones acristalados) que se asoman a nuestro jardín. No obstante, la compramos ya como edificio residencial y una amiga decoradora, Rossella Reale, nos ayudó con la reforma.
La reforma
—¿Hicisteis mucha obra?
—Cambiamos la distribución, la cocina —que cerramos—, ampliamos el salón con una profunda intervención y lo revestimos con madera de roble, que es muy fragante. Para la ropa de la casa, jugamos con cuero y telas de diferentes texturas de las colecciones de Nobils y Pierre Frey y con diseños tanto plaid como escoceses, aunque sobrios, para no interferir demasiado con la lectura de la arquitectura del edificio general. También hemos contado para la decoración con un tapiz, que es herencia familiar; con una colección de fotografías contemporáneas —aunque con un aire vintage— de Saint-Moritz; con una mesa de hierro de unos artesanos de Cortina D’Ampezzo, y una escultura contemporánea, como un tótem de madera, del artista italiano Samori. La lámpara es una estructura de los años cuarenta en forma de araña.
“El ambiente es muy internacional, con amigos de diferentes países y algunos eventos festivos, pero, al mismo tiempo, muy sencillo, de montaña, disfrutando del calor del hogar”
—Claudia, ¿cómo son tus hijos?
—Tenemos tres hijos y tres perros. Sveva está terminando Psicología en la Universidad Católica de Roma. Le interesa mucho trabajar en regiones en situación de extrema pobreza. Ha estado dos veces en Perú para abordar las condiciones de vida de las favelas y en un orfanato para niños discapacitados. Y también ha viajado a Bali, donde descubrió cómo los niños con minusvalías se convierten, por prejuicios atávicos, en la “vergüenza” de sus familias. Camillo trabaja en una consultora internacional, un trabajo más convencional… Salvo porque, después, le gusta alterar su rutina con deportes extremadamente peligrosos, que nos ponen de los nervios, como el salto de esquí o el paracaidismo. El mayor, Galeazzo, que vive en Milán, donde se graduó, se diplomó en China y ahora se dedica al private equity, y adora su trabajo. También viajar. Le fascina.
—¿Cómo disfrutáis de esta zona?
—La Naturaleza es una belleza. Un valle muy amplio, con lagos, montañas, glaciares… Saint-Moritz es una constelación de aldeas: Pontresina, Celerina, Sils Maria, Zuoz, Suvretta… Es muy agradable, el ambiente muy internacional, pero, al mismo tiempo, muy sencillo, de montaña. Tiene dos dimensiones. Por un lado, amigos de diferentes países, algunos eventos festivos… Y por otro, la vida en familia, con unos pocos amigos, disfrutando del calor del hogar, de un ritmo tranquilo de vida... De tu intimidad.
Giuseppe Cornetto es propietario de una importante firma véneta de mobiliario de diseño que ha fabricado, incluso, los sillones que han ocupado los más altos mandatarios del mundo para la cumbre del G7 de Biarritz