La arquitectura de la hacienda ‘El Loreto’ nada tiene que ver con las típicas casas de campo andaluzas, ya que posee influencias de varios estilos, como el de la arquitectura modernista californiana. Está construida en una sola planta, rodeada por varios porches con arcos encalados y una gran piscina que divide sus dos edificaciones, muy distintas entre sí.
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Todo ello “escondido” en medio de la vegetación en su inmenso jardín de 8.000 metros cuadrados, repleto de pinos, jacarandas, higueras, buganvillas, jazmines, glicinias, madreselvas... Un jardín que está constantemente en ebullición y que le da un aspecto paradisíaco, además de un increíble aroma.
Y, en medio de este vergel, se escucha a los pájaros que allí anidan, nada menos que treinta variedades distintas —mirlos, petirrojos, golondrinas y gorriones…—, a los que sus dueñas cuidan meticulosamente. Aquí nos reciben cuatro generaciones de mujeres: Concepción Moreno Santa María —a la que llaman cariñosamente ‘Chirri’—; su madre, Concepción de la Serna; sus hijas, Lola y Ana Soto, y su nieta Marina.
“Mis abuelos tuvieron mucha relación con Estados Unidos y se inspiraron en la arquitectura de casas del sur del país de aquella época y también en la arquitectura local”
La casa la conforman dos arquitecturas distintas, creadas a medida que iba creciendo su extensa familia. La nueva edificación cumple ya veinte años, mientras que la primera es de 1948, bajo el diseño de los abuelos de Chirri Moreno. La segunda construcción, por su parte, parece estar ahí desde siempre, como sacada de Las mil y una noches.
Todo ello fue decorado de manera ecléctica, fruto de las vivencias por los países exóticos a los que Chirri ha viajado con su madre, llena de color y con diseños cálidos, la misma influencia que le da sentido a la tienda de decoración Meridiana, que fundó con sus hermanas y que es una de las de referencia en Sotogrande. Por si fuera poco, dentro de su mundo multicolor, aparte de lienzos, Chirri pinta sedas, linos, porcelana, borda papel y se dedica a la decoración floral. Todas son facetas de su universo creativo, que lleva desarrollando desde hace ya más de quince años. Con ella recorremos esta acogedora hacienda, mientras nos cuenta la historia de su familia.
“Los suelos fueron elaborados con una meticulosidad impresionante, utilizando la técnica del mosaico, creando con trozos de mármol figuras de diferentes colores. Hoy sería impensable hacerlo”
—¿Desde cuándo tenéis esta casa?
—La idearon y diseñaron mis abuelos maternos, Ricardo de la Serna y Ana Viguera, en mil novecientos cuarenta y ocho. No contrataron a ningún arquitecto, la obra la hicieron con la ayuda de un maestro de obras de su confianza. La concibieron como una casa de verano. Aunque está muy cerca de Sevilla, la temperatura aquí, en el Aljarafe, es siempre unos grados menos que en la capital. Estudiaron muy bien su orientación para que fuera muy fresca. Solían trasladarse aquí de junio a septiembre, coincidiendo con la recolección de la aceituna. Con el paso de los años, y cuando la familia fue aumentando, también pasamos aquí algunas Navidades. Cuando murió mi abuela, una persona excecional, paso a ser de mi madre. Nunca ha perdido el carácter familiar.
—Es una casa con una mezcla de estilos arquitectónicos.
—Se inspiraron en la arquitectura de casas del sur de Norteamérica de aquella época (todavía conservamos muchas revistas de decoración americanas de aquellos años cincuenta) y también en la arquitectura local. Mis abuelos tuvieron mucha relación con Estados Unidos y les gustaban muchos aspectos de su arquitectura, sobre todo, la forma de distribuir los espacios, que fueran sobre todo cómodos, muy vivibles. Es de una sola planta y en forma de “U”, lo que permite diferenciar espacios y conectar, además, muy bien los interiores con los exteriores. También mezclaron estilos e hicieron un patio con una gran cruz de forja, inspirada en la de la plaza de Santa Cruz, del barrio que lleva su nombre, en Sevilla, flanqueada por dos limoneros lunarios. Los caminos del jardín son de albero. Supieron combinar muy bien estos diferentes estilos arquitectónicos.
“Tengo mucha suerte de poder contar cosas de distintas maneras. Es una delicia pintar sobre porcelana, los lienzos y textiles me permiten ir un poco más allá, y desde hace ya cuatro años están mis papeles bordados”
—Sois una familia extensa, ¿habéis vivido muchas experiencias aquí, en ‘El Loreto’?
—Muchísimas. Todos los acontecimientos familiares los hemos celebrado aquí. Fiestas, bodas, bautizos, primeras comuniones, Navidades, cumpleaños... Y no solo de la familia cercana, y no tan cercana, sino de buenos y grandes amigos, que hacen que la familia sea más grande aún. Tanto es así y tanto nos gusta recibir que acabamos por profesionalizar esta faceta familiar. Hace ya casi veinte años, construimos un espacio en el jardín para todas nuestras celebraciones; esta construcción ha quedado perfectamente integrada con el jardín y la casa, aunque de estilo distinto.
—A la hora de decorar la casa y como fundadora de la tienda Meridiana, ¿cómo ha influido esto en su interiorismo?
—Sigue existiendo Meridiana en Sotogrande, actualmente, es de mi hermana Rocío, y claro que influyó mucho en cambios que se fueron haciendo en su decoración. Sobre todo, en las telas. En la decoración actual de la casa quedan algunos elementos originales que estuvieron desde el principio, diseño de mis abuelos: la mesa del comedor, la gran lámpara de hierro, los faroles, el espejo de la galería... Y destacaría los suelos de toda la casa, que fueron elaborados con una meticulosidad impresionante, utilizando la técnica del mosaico, creando con trozos de mármol figuras plasmadas en él de diferentes colores. Hoy en día, sería impensable hacerlo.
“Tengo mucha suerte de poder contar cosas de distintas maneras. Es una delicia pintar sobre porcelana, los lienzos y textiles me permiten ir un poco más allá, y desde hace ya cuatro años están mis papeles bordados”
—¿Cómo definirías el estilo?
—Muy ecléctico. Además de mis abuelos, mi madre, mi tío Calín —gran aficionado a las antigüedades—, mi tía Pepa y mis hermanas y primas hemos aportado nuestro granito de arena. Por eso sentimos que es la casa de todos. Perduran cosas que estuvieron desde siempre, muy de Andalucía, que ahora conviven con telas turcas o indias, mis obras, fotos de mi prima Ana de la Serna, objetos de Meridiana, etcétera.
—Eres artista y trabajas en lienzos, telas y porcelana. También haces decoración floral. ¿Qué es lo que más te gusta?
—Disfruto y pongo lo mejor de mí en todo y en cada cosa que hago. Trabajar con los colores inigualables de las flores me encanta. Es una delicia pintar sobre porcelana. Los lienzos y los textiles me permiten expandirme e ir un poco más allá y desde hace ya cuatro años están mis papeles bordados. Tengo mucha suerte de poder contar cosas de distintas maneras.
“Toda la familia ha participado en la decoración. Hay cosas muy de Andalucía con telas turcas o indias, mis obras, fotos de mi prima Ana de la Serna y objetos de nuestra tienda”
—¿Sueles exponer tus obras? ¿Tienes algún proyecto próximo?
—Acabo de presentar mi exposición Tiempo bordado. Son una serie de papeles japoneses hechos a mano y telas bordadas con hilos de seda y algodón y pintadas, algunas, con tinta, acrílico u oleo. También he presentado una vajilla de vidrio, que he disfrutado mucho pintándola. El hilo conductor es el tiempo. Mi próximo proyecto me lleva a Tánger. Expondré en la galería Antonio Fuentes.
—¿Cuántos hijos tienes?
—Tengo cuatro hijos, que solo me han dado grandes alegrías en mi vida. Borja, duque de Escalona; Ana y Lola, que están aquí con nosotros, y Ricardo, que vive en Tenerife. Borja tiene una gran afición a la arquitectura, aunque es economista. Carmen, su mujer, es, además, una gran escultora. Ana, aparte de ser una gran experta en «marketing», acaba de crear, junto a Rocío Ramírez, su socia, la marca Ventura, una firma de complementos y bisutería. Lola, periodista y especializada en redes sociales, en breve nos sorprenderá con los cuentos que está escribiendo, algunos de ellos inspirados en esta casa. Y Ricardo, también experto en marketing y dirección comercial de empresas, es un gran aficionado a la música y toca la guitarra desde muy pequeño. Y tengo tres maravillosos nietos, por orden de edad: Marina, hoy aquí; Regina, y Carlos. Aún son pequeñitos, pero ya apuntan maneras artísticas.
“Mezclaron estilos e hicieron un patio con una gran cruz de forja, inspirada en la de la plaza de Santa Cruz, del barrio que lleva su nombre, en Sevilla, flanqueada por dos limoneros lunarios”