La medinilla (Medinilla magnifica) es una gran desconocida. Sorprende lo poco que se sabe de ella, siendo una planta espectacular como es y mostrando una de las floraciones más bellas.
Sin embargo, no es una especie de interior demasiado frecuente. Hoy descubrimos sus características esenciales y los cuidados más importantes que necesita.
Aires tropicales para tu casa
Cultivar la medinilla (Medinilla magnifica) en el interior de casa siempre es una buena opción, a pesar de que es una tarea que entraña su dificultad. Se trata de una planta tropical un tanto exigente, que requiere unos cuidados específicos.
Pero, aunque no es recomendable para jardineros principiantes, merece la pena intentar cuidarla. Si lo consigues en primavera te regalará unas flores originales y rebosantes de color. La medinilla procede del continente asiático, concretamente de Filipinas.
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Descubre sus flores originales
La floración de la medinilla comienza en marzo y termina en agosto. Durante este tiempo la planta se llena de unas originales flores con forma de racimo, grandes y de un alegre color rosa intenso. Sin embargo, esto que nos parecen flores son en realidad brácteas que esconden en su interior una flor más pequeña.
Sea como sea, durante la primavera la medillina rebosa encanto y belleza. Disfrutarla en todo su esplendor durante las semanas que dura la floración es todo un espectáculo.
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Que no le falte luz natural
Si quieres que tu medinilla crezca sana y feliz lo primero, y lo más difícil, que tienes que hacer es buscarle un emplazamiento que le guste. Este debe ser un lugar luminoso, con mucha luz aunque indirecta, ya que los rayos directos del sol podrían quemar sus hojas y flores con facilidad.
En esto reside la complicación: debe tener suficiente luz, ya que de lo contrario sus hojas amarillean y se deterioran, pero no demasiado directa porque podrían quemarse.
Cuidado con el frío invernal
Aunque se trata de una planta tropical no soporta el calor excesivo. Más bien le gustan las temperaturas templadas durante todo el año, tanto en verano como en invierno, por lo que hay que tener mucho cuidado con los extremos.
La medinilla es feliz en entornos que estén entre 20 y 22 grados. Tendrás que protegerla sobre todo en invierno, ya que no soporta las temperaturas inferiores a 15ºC. En los meses más fríos del año la planta entra en un periodo de reposo invernal, en el que necesita menos luz, lo que favorecerá su floración en la próxima primavera.
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¿Cómo hay que regarla?
Este es otro de los cuidados peliagudos de la medinilla, ya que no es fácil acertar con la cantidad de agua que debemos proporcionarle. Para empezar ten en cuenta que es una planta que necesita mucha humedad, sobre todo ambiental. Por eso conviene pulverizar sus hojas con frecuencia.
En cuanto al riego, debes procurar que el sustrato esté húmedo pero no anegado de agua. No soporta el exceso de riego ni que se encharquen sus raíces, por lo que debes cuidar de que la maceta tenga un buen drenaje. Para acertar, ve vigilando el sustrato y riega solo cuando esté seco.
Un consejo: tu medinilla preferirá que la riegues con agua destilada o mineral a temperatura ambiente.
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El sustrato adecuado
Que la planta crezca en un buen sustrato es esencial para su desarrollo. Ya hemos dicho que se trata de una especie un tanto delicada, por lo que debemos cuidar todos los aspectos de su cultivo, incluido el tipo de tierra que vamos a poner en su maceta.
Para lograr el mejor resultado prueba con una mezcla de turba, humus de lombriz y fibra de coco. Se necesita un sustrato rico en nutrientes y que, además, tenga un buen drenaje, para lo cual puedes añadir también un poco de perlita.
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Trasplántala cada dos años
Aunque la medinilla es una planta de crecimiento lento, deberás trasplantarla cada dos años más o menos si quieres que se desarrolle de forma correcta. De esta forma sus raíces tendrán espacio suficiente para crecer.
Utiliza una maceta que sea unos centímetros más grande que la actual y ponle un sustrato rico en nutrientes añadiendo un poco de mantillo orgánico. Le vendrá de maravilla esta dosis de energía.
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Una buena dosis de energía
Poco a poco, el sustrato de tu medinilla irá perdiendo sus nutrientes, consumidos por la planta. Por eso conviene fertilizar la tierra cada cierto tiempo, de forma que le devolvamos las sustancias nutritivas que necesita la planta para crecer y florecer.
Abona de marzo hasta agosto cada 20 días más o menos, utilizando un fertilizante para plantas de flor. Una vez termine la época de floración suspende el abonado.
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Los riesgos que corre la medinilla
Cuando decimos que se trata de una planta de cultivo un tanto complicado es porque puede correr ciertos riesgos que no siempre podremos controlar. Conocerlos es fundamental para poderlos evitar.
Para empezar has de saber que la humedad ambiental es muy importante para la medinilla. Si el entorno en el que crece es demasiado seco, aparecerán los ácaros como la araña roja, una plaga común en esta planta.
En casa debes protegerla de las corrientes de aire y, por supuesto, del frío. Colócala en un lugar cálido, siempre alejado de fuentes de calor y frío, como radiadores o la salida del aire acondicionado.
Teniendo en cuenta estos aspectos, y vigilando la manera en que la riegas, cultivar la medinilla no será tan difícil y tienes muchas probabilidades de conseguir que crezca feliz y saludable.
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