exterior casa susana aldecoa hola 4067© INMA FIUZA

Entramos en ‘Las Magnolias’, el paraíso indiano en Cantabria de la célebre escritora Josefina Aldecoa

Susana Aldecoa, junto a su marido, el paisajista Isaac Escalante, nos abre las puertas de la casa que su madre convirtió en su refugio más especial para escribir sus novelas


10 de julio de 2022 - 15:59 CEST

Tras atravesar el pequeño y encantador pueblo de Mazcuerras, en Cantabria, rodeado de verdes montes, nos encontramos con ‘Las Magnolias’, un pequeño paraíso de paz cuyo jardín te traslada a otro mundo y cuya casa te transporta al pasado. Un pasado de indianos, de personajes ilustres y donde, hace más de cincuenta años, la escritora Josefina Aldecoa encontró su refugio, su lugar para huir del caos de Madrid, su remanso de paz, su lugar perfecto para escribir. Ahora nos recibe su hija, Susana Aldecoa, junto a su marido, el paisajista Isaac Escalante, y abren la puerta de esta espectacular casa llena de historia y de buenos recuerdos.

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—¿Qué significa este lugar para ti?

—Para mí esta casa es un lugar mágico y especial lleno de armonía y belleza.

 —¿Cuál es la historia de esta casa? ¿Desde cuándo pertenece a tu familia?

—Fue construida en mil ochocientos ochenta y dos por dos hermanos indianos, los hermanos Fernández de la Campa, que venían de Cuba. Luego pasó a manos de Isabel Mac Lennan, una señora muy importante en la época, ya que tenía en toda la cornisa cantábrica minas de carbón y de hierro. Más tarde, pasa a otros propietarios y, por último, en mil novecientos setenta y cinco pasa a ser propiedad de mi madre, Josefina Aldecoa. Después de morir mi padre, ella compró esta casa, ya que no quería volver a pasar sus vacaciones en Ibiza, donde habían sido tan felices, porque le recordaba mucho a él.

“Fue construida en 1882 por dos hermanos indianos que venían de Cuba. En agosto de ese año la visitó el Rey Alfonso XII y en septiembre estuvo hospedada unos días Isabel II con sus hijas, las infantas doña Paz y doña Eulalia”
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En la imagen, Susana, con su marido, el paisajista Isaac Escalante, paseando por el jardín de la casa.

—¿Qué es lo que más te gusta de ella?

—Su privacidad y su aislamiento. Estando en el centro de este pueblo precioso, es un universo vegetal con especies únicas, refugio de pájaros y de aves migratorias.

“Mi madre la compró en 1975, después de morir mi padre —el renombrado escritor Ignacio Aldecoa—. La definía como su lugar en el mundo. Siempre fue muy feliz aquí”

—¿Cómo definirías su estilo?

—Es una casa muy ecléctica, me recuerda mucho a las casas del sur de Estados Unidos y del Caribe y sus jardines tienen un paisajismo inglés afrancesado con artificios de agua renacentistas.

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Arriba, vistas del gran jardín con la fachada trasera de la casa. Destaca la gran fuente acompañada de cuatro esculturas, que representan las cuatro estaciones del año, procedentes de Villeroy (París). También, detalle de la fachada principal, donde se puede apreciar el estilo indiano de la villa. Dos esculturas de dos lobas mirando hacia arriba decoran las escaleras de entrada, pero lo que más llama la atención de esta fachada es el espectacular mirador, con unos vitrales traídos de Francia que tenían la función de reflejar la luz de una forma especial.

“La pasión de mi padre era escribir y el mar. Mi madre era doctora en pedagogía y psicología y su pasión era la educación y también la literatura”

—Seguro que tu marido, el paisajista Isaac Escalante, ha tenido que ver en la evolución del jardín. ¿Cómo ha ido cambiando con el paso del tiempo?

—Isaac empezó la restauración y creación del jardín en ‘Las Magnolias’ en mil novecientos setenta y cinco, partiendo de elementos que ya existían, como los estanques, el cenador, el invernadero o el arroyo artificial.

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Arriba, uno de los salones de la primera planta entelado con una tapicería de flores y presidido por una chimenea de mármol de Carrara. Sobre estas líneas, otro salón de la primera planta, que se conserva tal y como era en sus orígenes.

—¿Qué otros jardines importantes ha hecho a lo largo de su carrera profesional?

—Ha realizado muchos proyectos y muy diferentes, como, por ejemplo, los jardines del Museo del Prado, los jardines del Museo Arqueológico de Madrid, de la embajada de España en Berlín y acaba de inaugurar los jardines de la bodega Beronia en Ollauri. Y, por supuesto, también muchos jardines estrictamente privados.

“Por aquí han pasado muchas personas conocidas del mundo del periodismo y de la cultura, como por ejemplo Rafael Azcona, Mario Camús, Luis García Berlanga, Manuel Alcántara, Antonio Gades, Carmen Martín Gaite…, entre otros muchos”
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Arriba, Susana, en el ‘hall’ de la casa. Sobre estas líneas, foto de grupo de la visita de la Reina Isabel II y las infantas a ‘Las Magnolias’, en 1882.

—Eres hija de Ignacio y Josefina Aldecoa. ¿Cómo es ser hija de dos grandes escritores de nuestro país?

—Para mí es un orgullo ser hija de mis padres. Soy hija única y siempre estuve muy unida a ellos. Eran dos personas maravillosas, cosmopolitas, viajaban mucho y nuestra casa estaba siempre llena de amigos, pintores, poetas, actores, toreros, directores de cine, periodistas… Mi padre era muy vasco y su pasión era escribir y el mar. Mi madre era doctora en pedagogía y psicología y su pasión era la educación y también la literatura.

“Es muy ecléctica, me recuerda mucho a las casas del sur de Estados Unidos y del Caribe y sus jardines tienen un paisajismo inglés afrancesado con artificios de agua renacentistas”
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Sobre estas líneas, Susana e Isaac, en la entrada principal, y, arriba, nuestra anfitriona, en uno de los mágicos y románticos rincones de la propiedad.

—¿Qué significaba este lugar para ella?

—Era su lugar en el mundo, así lo definía ella. Siempre fue muy feliz aquí, donde escribió todas sus novelas menos la primera, La casa gris, que la escribió en Londres.

—Esta casa tan maravillosa seguro que siempre estaba llena de amigos de tu madre. ¿Qué recuerdos tienes de esa época?

—Mi madre reprodujo en esta casa lo que hacía en la de Madrid. Le alegraba mucho que vinieran amigos a cenar o a almorzar, muchos de ellos muy conocidos dentro del mundo del periodismo y de la cultura. Le encantaba organizar cenas, almuerzos y tertulias aquí, siempre disfrutó muchísimo e intensamente de todos los amigos que venían a casa y siempre fue una casa abierta. Yo participaba en todos esos planes y disfrutaba mucho, quería y quiero a los amigos de mi madre porque la mayoría de ellos también pertenecían a mi vida.

“Mi madre escribió aquí todas sus novelas menos la primera, La casa gris, que la escribió en Londres”
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Uno de los salones de la planta baja con la chimenea de mármol de Carrara en primer término. Llama la atención, al fondo, la biblioteca de madera de estilo neogótico inglés y las trabajadas molduras de techos y arcos.

—¿Qué personajes ilustres han visitado esta casa?

—Por esta casa han pasado muchas personas conocidas del mundo del periodismo y de la cultura en general, como por ejemplo Rafael Azcona, íntimo amigo de mis padres; el director de cine Mario Camús; Luis García Berlanga; el periodista y poeta Manuel Alcántara; el bailarín Antonio Gades, la escritora Carmen Martín Gaite; los pintores Eduardo Sanz e Isabel Villar, y el editor Javier Pradera, entre otros muchos. Aunque no podemos olvidar que en agosto de mil ochocientos ochenta y dos visitó esta casa el Rey Alfonso XII y, en septiembre del mismo año, estuvo hospedada unos días la Reina Isabel II con sus hijas, las infantas doña Paz y doña Eulalia.

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En el centro, dos detalles del comedor e imagen del ‘office’ de la cocina. Sobre estas líneas, Susana, en el comedor de su casa, junto a su inseparable perro, Lucas, un sabueso de Baviera. Entelado en un ‘toile de jouy’ verde, en él destaca el cuadro ‘La bendición de los campos’, al que tiene mucho cariño, ya que siempre ha estado en casa de sus abuelos y que es una réplica del original, que se encuentra en el Museo de Pintura Vasca de Vitoria.

—Y ahora, sueles invitar a amigos, ¿te consideras una buena anfitriona?

—Me encanta que vengan amigos y trato de ser una buena anfitriona. En verano prefiero organizar cenas y ver la puesta de sol en este jardín único si nos lo permite el tiempo. Era la hora favorita de mi padre, que siempre decía: ”Cuando se pone el sol debajo del bauprés hay que tomar el primer Martini”, y nosotros lo seguimos manteniendo.

“Para mí es un orgullo ser hija de mis padres. Soy hija única y siempre estuve muy unida a ellos. Eran dos personas maravillosas, cosmopolitas… y nuestra casa estaba siempre llena de amigos, pintores, poetas, actores, toreros, directores de cine y periodistas”
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Arriba, vistas del dormitorio principal, decorado con un ‘toile de jouy’ azul y una cama con dosel. En el centro, otro dormitorio, en tonos marrones, con una pequeña cama de hierro, también con dosel. Sobre estas líneas, el pequeño salón del dormitorio principal, a juego con la cama. “La casa fue construida en 1882 por dos hermanos indianos, los hermanos Fernández de la Campa, que venían de Cuba. Luego pasó a manos de Isabel Mac Lennan, una señora muy importante en la época, ya que tenía en toda la cornisa cantábrica minas de carbón y de hierro. Más tarde, pasa a otros propietarios y, por último, en 1975 pasa a ser propiedad de mi madre”.

—Y, por último, ¿qué planes hacéis cuando estáis aquí?

—Cuando estamos aquí solemos dar largos paseos por los alrededores, jugar al golf, leer en el jardín y disfrutamos de nuestros nietos, nuestros hijos y nuestros amigos.

“Lo que más me gusta de esta casa es su privacidad, su aislamiento, estando en el centro de este pueblo precioso, es un universo vegetal con especies únicas, refugio de pájaros y de aves migratorias”
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“Me encanta que vengan amigos. En verano prefiero organizar cenas y ver la puesta de sol en este jardín único si nos lo permite el tiempo. Era la hora favorita de mi padre, que siempre decía: “Cuando se pone el sol debajo del bauprés hay que tomar el primer Martini”, y nosotros lo seguimos manteniendo», nos dice Susana, junto a su marido, Isaac, que empezó la restauración y creación del jardín de ‘Las Magnolias’ en 1975 partiendo de elementos que ya existían, como los estanques, el cenador, el invernadero o el arroyo artificial. Entre otros de los muchos proyectos del paisajista están los jardines del Museo del Prado y del Museo Arqueológico de Madrid. Sobre estas líneas, detalle de una mesa montada, y al lado una de las fuentes originarias traída de Villeroy, en París.

Realización y textoLOLA DELGADO
FotosINMA FIUZA
Maquillaje y peluqueríaMOSSU.STUDIO
VestuarioETRO para VERITAS/ZARA/ESCADA