La pasión por el arte y la belleza y la dedicación durante toda su vida al negocio de la moda y el lujo han llevado a Carmine Rotondaro, empresario de éxito, asesor de negocios internacionales de alto nivel, coleccionista de arte y proveedor inconformista de estilo, a emprender su nuevo proyecto como propietario y director creativo de la histórica marca de moda Collini Milano 1937. Carmine Rotondaro nació y se crió en la región italiana de Calabria y obtuvo su título de abogado en la Universidad de Roma.
Posteriormente, trabajó y destacó en una institución líder a nivel internacional, donde asesoró a prestigiosos clientes de todo el mundo. A partir de ahí, se convirtió en socio comercial de un importante conglomerado francés de moda y lujo, donde impulsó el desarrollo inmobiliario global durante más de quince años. No satisfecho con permanecer más tiempo detrás de la escena, en 2016, Rotondaro tuvo la oportunidad de adquirir y revivir la histórica casa de moda Collini, una marca fundada en 1937, que estaba lista para la modernización. Habiendo encontrado finalmente una salida para su audaz estética, se dispuso a crear una colección que celebra el coraje y la originalidad a través del glamour cotidiano del que él mismo es el principal embajador.
“Adoro la belleza clásica que se basa en la simetría, en los elementos decorativos, pero también el arte moderno y, por lo tanto, tiendo a mezclarlos. Me gustan los objetos que generan asombro”
El estilo de vida Collini también se puede experimentar en el recientemente inaugurado Art Hotel Collini Rooms, en Milán, y en el lujoso complejo Collini Villas, en Mykonos. Próximamente, se abrirán más propiedades en Marrakech e Ibiza. El histórico Café Rivoire, de Florencia, se ha unido recientemente al grupo y presenta un nuevo concepto moderno que respeta su noble tradición y pronto se expandirá a Milán y otros destinos internacionales.Además de ser un visionario dedicado a la moda y el lujo, Carmine Rotondaro continúa con su papel como asesor corporativo que trabaja arduamente, un mecenas comprometido con las artes y un cordial bon viveur. Ávido viajero, es un consumado nadador y tenista, pero, sobre todo, un padre devoto.
Con su pareja tiene una niña, Joelle, de tres años, nacida en Mónaco. Carmine también es coleccionista de coches y casas, donde la combinación de piezas antiguas y modernas únicas cuenta su visión audaz y apasionada. Entramos en su propiedad de Cap-d’Ail, un triunfo del estilo art déco , decorada con mármoles y estatuas de gran belleza. Con Carmine posan dos actrices presentes en la alfombra roja de Cannes, Annabelle Belmondo, nieta de Jean-Paul Belmondo, y Emanuela Postacchini, que pronto estrenará dos películas americanas en el Festival de Venecia y una producción en Netflix.
—¿Cómo llegaste a esta casa?
—Vivo en Mónaco desde hace muchos años y esta casa está ubicada en la carretera de acceso al principado, y tiene la característica de tener estas columnas con estas esfinges misteriosas, que se van degradando según se sigue la pendiente de la carretera. Siempre me ha gustado mucho, porque es un poco como la puerta de Mónaco, como si quisiera custodiarlo, protegerlo. Logré comprar mi primer apartamento hace ya muchos años, luego compré otros dos más con el tiempo, hace diez años, y, al final, compré esta casa.
—¿Por qué tienes ‘el síndrome del ladrillo’?
—He invertido en bienes raíces y lo sigo haciendo. Tengo casas en París, Londres, Barcelona, Berlín, Ibiza, Saint-Tropez, Lugano —aunque siempre viajo— y en Courchevell, en los Alpes franceses.
—Todas las casas, unidas entre sí por un sabor y un espíritu muy especiales.
—Tengo un gusto por el rock clásico en el sentido de que adoro la belleza clásica que se basa en la simetría, en los elementos decorativos, pero también por el arte moderno, y, por lo tanto, tiendo a mezclarlos. Me gustan los objetos que generan asombro.
—¿Dónde buscas estos objetos para asombrar?
—Un poco en todas partes, desde subastas a comerciantes que ahora me conocen… y, de vez en cuando, alguien que tiene algo que vender en particular me llama. Me gusta el objeto que crea maravilla.
—En esta casa comenzaste desde las esfinges.
—Empecé con las esfinges y trabajamos mucho en las superficies verticales. Hoy en día, el armario no se percibe como un objeto decorado, sino como un objeto funcional, en cambio, suele ocupar superficies verticales muy grandes y, por tanto, se presta a formar parte de la decoración. Por eso, en esta casa hemos decorado todos los armarios con un motivo que yo mismo diseñé, clásico; son motivos decorativos de estuco floral simétrico, que hacen que el armario hable como superficie.
“Me impresiona mucho la sofisticación y el estilo de Annabelle Belmondo. Para mí, encarna la exaltación de la parisina, porque es una verdadera parisina global”
—¿Qué papel juegan los mármoles en la casa?
—El mármol es muy importante, es un ónix que he elegido y es una alfombra permanente para mí. Lo quería tan rojo, tan presente y tan veteado, para que contrastara con el blanco, que, en cambio, caracteriza toda la casa. Los baños pequeños son de mármol brasileño y el grande, de mármol color jade. Hicimos esta imponente bañera de piedra negra según nuestro diseño, que recuerda a un sarcófago egipcio.
—Y luego hay toda una historia de bustos y estatuas.
—Soy muy aficionado a la escultura clásica, así que hemos incluido muchas estatuas. Son, en su mayor parte, bastante austeras, salvo las dos damas de honor de la entrada, que casi hacen un baile de bienvenida. Las estatuas de la sala son las cuatro estaciones, otras cariátides casi sostienen el mirador. En el baño tenemos otras de mármol policromado en un ónix beis, que miran a los que se bañan y casi los protegen También hay muchos bustos de emperadores romanos, que están en los dormitorios; de los dioses griegos, o, incluso, de un centurión romano.
—Estas casas grandiosas, seguramente, revelan tu carácter.
—Me gusta pensar en una dimensión que no sea solo la actual, sino a largo plazo, es decir, crear cosas que me sobrevivan. Ahora estoy inmerso en algunas iniciativas que creo que lo harán. Primero Collini, una firma milanesa de peletería, que nació antes que yo, en mil novecientos treinta y siete, y tuvo un gran reconocimiento comercial en Italia y en el extranjero. Luego se quedó dormida por diferentes intereses de la familia. La adquirí en dos mil dieciséis y durante mucho tiempo pensé en qué hacer con ella, hasta que, en dos mil diecinueve, comenzamos a presentar unas colecciones diferentes a lo que era la historia de la marca, pero que comparten sus valores.
“Soy muy aficionado a la escultura clásica, así que hemos incluido muchas estatuas. En el baño tenemos unas cariátides, que miran a los que se bañan y casi los protegen. También hay muchos bustos de emperadores romanos en los dormitorios”
—¿Cómo llegaste a crear tus hoteles?
—Creo que el lifestyle es algo único y aquellos que aman cierto tipo de moda también van a ciertos lugares a pasar la noche de cierta manera, por lo tanto, el concepto de estilo de vida es como una aspiración. De momento, creamos dos hoteles, uno en Milán y otro en Mykonos, y ambos tienen una identidad estilística bastante marcada. Collini Rooms es un himno al arte contemporáneo. Es una utopía, porque es un edificio minimalista moderno, con un interior excesivo en todos sus aspectos. Mykonos también es utópico y paradójico. Es un destino lleno de vida, de música divertida a cada hora del día y de la noche, que, sin embargo, tiene el encanto de los paisajes y sus colores maravillosos y una Naturaleza verdaderamente emocionante. Quería crear un lugar para encontrar la paz a pocos minutos de la ciudad.
—También te dedicas al chocolate… Cuéntanos.
—Soy el propietario de una antigua chocolatería que, este año, celebra ciento cincuenta años, Café Rivoire, la más prestigiosa de Florencia, a la que hemos tratado de infundir un alma nueva, llevando la moda al chocolate.
“Mi compañera de vida y yo tenemos juntos una niña nacida aquí, en Mónaco, se llama Joelle, que llena nuestra vida e ilumina nuestro futuro”
—Coleccionas coches, ¿cuántos tienes?
—Soy un apasionado de los coches, tanto antiguos como modernos, y los personalizo. Para mí, se vuelven casi un lienzo. Tengo varios Rolls-Royce, varios Bentley, varios Ferrari, varios Lamborghini, varios Porsche y muchos de ellos se pueden ver en el hotel de Milán. Para mí, estos coches también se convierten en una oportunidad de expresión al hacerlos únicos.
—¿Cómo es tu vida privada?
—Mi compañera de vida y yo tenemos juntos una niña, nacida aquí, en Mónaco, se llama Joelle y es la que llena nuestra vida e ilumina nuestro futuro.
“Soy un apasionado de los coches, tanto antiguos como modernos, y los personalizo. Para mí, se vuelven casi un lienzo”, nos dice el empresario, en cuya colección hay Rolls-Royce, Bentley, Ferrari y Porsche, entre otros