El Caribe es mi hogar y este es mi sitio, el buscado y el elegido. El mejor azul del mundo es el del cielo y el mar de esta isla mía en la que nací”, solía decir Óscar de la Renta, el maestro universal de la moda de origen dominicano. Tenía varias casas en República Dominicana y en Estados Unidos, pero su mansión de Puntacana Resort & Club era uno de sus refugios preferidos: “Cada día estoy más tiempo en esta casa. Voy y vengo con frecuencia, pero aquí me encuentro formidable”, contaba el diseñador en estas mismas páginas.
Para ti que te gusta
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Para disfrutar de 8 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.
Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
Desde su fallecimiento, en octubre de 2014, la villa permanece intacta. Así lo decidió su círculo íntimo, del que forma parte Paola Rainieri de Díaz, quien nos abre las puertas de la fabulosa propiedad.
Paola es ‘Chief Marketing Office’ (CMO) del Grupo Puntacana, una empresa pionera en el turismo sostenible que, hace más de cincuenta años, tuvo la visión de desarrollar un destino y una comunidad inmobiliaria en un remoto y paradisíaco rincón de la región este de República Dominicana. El impulsor fue su padre, Frank Rainieri, junto al propio De la Renta, su socio durante más de veinte años. Hoy, Punta Cana se ha convertido en un destino líder en el Caribe y Centroamérica y en una auténtica marca país, con más de cuarenta y cuatro mil habitaciones hoteleras.
Paola es responsable de marketing, posicionamiento y branding, comunicaciones corporativas y relaciones públicas. Además, participa en los ejercicios de planificación estratégica para apoyar las estrategias de responsabilidad social corporativa y cultura corporativa de la organización. El Grupo Puntacana está conformado por más de doce empresas y cuenta con un paraguas de quince mil colaboradores directos e indirectos, incluyendo Puntacana Resort & Club y el Aeropuerto Internacional de Punta Cana.
Enhebrando recuerdos
De la mano de la empresaria nos adentramos en las diferentes estancias de la mansión, un recorrido que enhebra con sus recuerdos del genio de la aguja. “Óscar fue un gran y muy querido amigo. Era un ser humano extraordinario que disfrutaba de los placeres sencillos y que amaba profundamente su país —expresa Paola—. Era espontáneo y tenía un gran sentido del humor. Podía almorzar con Henry Kissinger y al momento siguiente ponerse a jugar al dominó, que le encantaba, con todos los empleados de su casa. También le entusiasmaba la música y muy especialmente, cantar; no había reunión de amigos en la que no acabara entonando alguna balada”.
—¿Cómo era su relación con él?
—Conmigo fue siempre algo consentidor y dulce. Disfrutaba contándome historias sobre su juventud y su entorno familiar. Se involucraba mucho en la empresa, por lo que a menudo también me llamaba para comentarme temas de marketing que le habían gustado o no. Era muy claro, y si algo no le agradaba, te lo hacía saber. Asimismo, elogiaba cuando algo le gustaba. Yo lo quise mucho y le agradezco todo aquello que me enseñó y las amistades maravillosas que nos dejó.
—¿Se han hecho cambios en la casa o se conserva tal y como estaba cuando pertenecía a Óscar y a su esposa, Annette?
—Desde su partida, no se han hechos cambios en la casa. Trabajamos para mantenerla tal cual la dejaron Annette y Óscar. Conservarla es nuestra prioridad.
“Durante más de veinte años, Óscar fue nuestro socio, pero, sobre todo, fue un gran y muy querido amigo. Era un ser humano extraordinario”
—¿Cómo describiría el estilo arquitectónico?
—Óscar de la Renta tenía una sensibilidad especial para cualquier tema visual. Su aprendizaje y su afición a la pintura le prepararon para ser un maestro en artes aplicadas, como el diseño, la moda o la decoración. Sus casas son buenos ejemplos de ello. Como solía hacer, la decoró con sus piezas favoritas: porcelanas chinas en azul y blanco y su colección de abanicos, homenaje a sus años en Madrid como aprendiz de Balenciaga. Los techos altos, la madera pintada de blanco, los ventiladores caribeños y las enormes puertas y ventanas reflejan la cultura de la isla.
La coralina dominicana
—¿Hay algún elemento de la construcción que la haga más especial?
—Sin lugar a dudas, la coralina. La coralina dominicana es considerada una piedra marca país, localizada en las llanuras costeras del este de la República Dominicana. Esta joya nacional cuenta con una amplia variedad de restos marinos, que le otorgan una belleza difícil de comparar y que le aportan el elemento natural deseado para ser utilizado en las más exigentes edificaciones de estilo contemporáneo.
“Los techos altos, la madera pintada de blanco, los ventiladores caribeños y las enormes puertas y ventanas reflejan la cultura de la isla”
—Y de la decoración, ¿qué destacaría?
—Sus juegos con jarrones, lámparas y bouquets son estelares. El mobiliario colonial, que seleccionó a través de los mejores anticuarios y mercados de América. Cada habitación ofrece un estilo particular y sorprendente, siempre en línea con la zona. Los baños son pequeños salones donde el tiempo no ha parecido transcurrir. Los vestidores y las persianas de madera de estilo caribeño nos transportan a otro siglo. Los salones y terrazas, volcados hacia el exterior, son piezas de una decoración fresca y ejemplar.
—Empresaria de éxito, dedicada al negocio familiar en Grupo Puntacana y al turismo, ¿cómo se define a sí misma?
—Soy esposa, madre, hija, hermana y amiga. Tengo la suerte de ser empresaria, de amar Punta Cana, de disfrutar lo que hago en mi día a día y de sentir que contribuyo con el desarrollo de mi país y nuestra gente.
Impecable recorrido profesional
Paola, que tiene tres hijos, Emilia, Verónica y Juan Tomás, ha tenido, además, un impecable recorrido profesional por la industria dominicana. Ha sido miembro del Consejo Nacional de Seguridad Social (CNSS), en representación del Sector Empleador; ha servido como segunda vicepresidenta, tesorera y presidenta en la gestión de ASONAHORES (Asociación Nacional de Hoteles y Turismo de la República Dominicana), entre 2018 y 2020, y de la Cámara Americana de Comercio (AMCHAMDR), en el Comité de Responsabilidad Social Corporativa. Actualmente, desempeña el rol de directora en el Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP).
El turismo en la sangre
—¿El turismo siempre ha sido protagonista de primer orden en su vida? ¿Cómo le marca esto como ser humano y en su visión por el país?
—Crecí en este mundo y me identifico con él porque, sin ni siquiera entenderlo, ya estaba involucrada en el mismo. Para mí, no hubo un principio o una decisión para empezar en este sector; es parte de mi vida desde que recuerdo. Esto me permitió desarrollar las habilidades necesarias y un conocimiento profundo de todos los aspectos relativos al mismo. Crecer dentro de este sector me expuso a una visión del mundo globalizada desde temprana edad, en una época anterior a internet y a los teléfonos móviles. Parte de mi infancia la pasé en Club Med, expuesta a una mentalidad y formas más europeas y abiertas. El ambiente hotelero me enseñó a crear relaciones y a sentirme cómoda con los cambios. He podido ser parte —al principio, como espectadora, y al crecer, como parte integral— del desarrollo del sector en nuestro país, sobre todo, en la región este. Recuerdo cuando aún no había nada y paseábamos en camioneta por las playas de Macao y Arena Gorda, donde el paisaje era el único protagonista. Recuerdo la inauguración del Aeropuerto de Punta Cana y cuando llegaron los Barceló al país e iniciaron la construcción del Barceló Bávaro. Junto a mi familia, recorríamos el país los veranos, hacíamos mucho turismo interno, iba a los eventos de ASONAHORES y estuve muy expuesta a cómo funcionaba. Muy temprano, aprendí la necesidad de generar riqueza no solo para el individuo, sino para el desarrollo de las comunidades y la importancia de la educación para cerrar los círculos de pobreza.
“Lo que hace más especial a esta construcción es la piedra coralina. Esta joya nacional cuenta con una amplia variedad de restos marinos, que le otorgan una belleza difícil de comparar”
—¿Tiene alguna anécdota que quiera compartir por el hecho de formar parte de una familia como los Rainieri, que llevan el turismo en la sangre?
—Mi bisabuela doña Blanca Rainieri abrió su primer hotel, en Puerto Plata, a principios del siglo XIX. La casa donde estaba ubicado aún existe y fue el primer hotel en el país. Y de hecho hay un callejón adjunto al que le llaman el callejón de Doña Blanca, algo que nos enorgullece porque dejó su huella. Tío Fernando fue ministro de Turismo y estuvo en Infratur, y recuerdo ir con él a Puerto Plata cuando aún estaba en pleno desarrollo Playa Dorada, y de mis padres ni hablar. Supongo que, de alguna forma, está impregnado en mi ADN.
“No se han hecho cambios en la casa. Trabajamos para mantenerla tal cual la dejaron Óscar y su mujer, Annette. Conservarla es nuestra prioridad”
—¿Qué lugares son los que más le atraen y por qué de su país? ¿Qué es lo que más valora?
—Valoro la calidez del dominicano, la alegría de nuestra gente, nuestra resiliencia. Disfruto de nuestro clima, el sol y las playas. Me encanta salir y conocer los rincones más remotos de nuestro hermoso país. Como familia, siempre hemos sido aventureros y nos tomamos el tiempo de hacer turismo interno con nuestros hijos. Los cayos de Montecristi son un espectáculo, los veintisiete charcos son un must, los manglares en Punta Rucia son una joya, Barahona ofrece hermosas vistas que me recuerdan a la Costa Amalfitana y sus playas son el sueño de todo surfista. En Cabarete disfrutamos de las olas y el surf y, en las noches, ese ambiente tan relajado y la gran variedad de opciones gastronómicas. El pan de coco de Samaná es un emblema culinario de la zona al que aún no le hemos dado su verdadero valor. Terrenas y sus boulangeries tienen los mejores panes de chocolate del país y ofrece un ambiente muy especial, en el que se mezclan las culturas europeas, sobre todo la francesa, con la cultura local. La laguna de Oviedo y sus playas son un tesoro escondido. Constanza, su clima, las fresas… Nuestro país lo tiene todo.