La vida de la cineasta, filántropa y activista de los derechos humanos Sonia Nassery Cole es digna de admiración. Hija de un diplomático afgano, llegó a Estados Unidos huyendo de su país tras la invasión soviética de 1979, siendo una adolescente y sin su familia. Empujada por la fuerza de su valentía decide acudir en persona al presidente Ronald Reagan en busca de ayuda para el pueblo afgano. Aquel encuentro sienta las bases del nacimiento de la Afghanistan World Foundation (AWF), su gran proyecto de apoyo al mundo afgano al que hoy, veinte años después de su creación, sigue dedicándose en cuerpo y alma convencida de que su misión impactará en el cambio del mundo.
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Inteligente, decidida y con una gran personalidad, nos recibe en su apartamento del Upper East Side de Nueva York, con unas impresionantes vistas y destacadas obras de arte de la escultora Mia Fonssagrives Solow y los pintores James G Davis y Nathaniel Aric Galka, cuyas pinturas garden revolutions parecen dominar la ciudad desde la terraza. Con ella está su hijo, Christopher, nacido de su matrimonio de veintiún años ya terminado con el magnate inmobiliario Christopher H. Cole. También es productor de cine y ha heredado, asimismo, el espíritu independiente de su madre. Su casa, que también visitamos, es el típico loft de las películas americanas, muy masculino y chic, situado en pleno Soho.
“Me encanta vivir aquí porque estoy a poca distancia de Central Park. Caminar por el parque durante una hora y media todos los días me ayuda a poner en orden mis pensamientos”
—Nos recibes en tu casa, situada en pleno corazón de Nueva York.
—Sí, vivo en el Upper East Side. Me encanta porque estoy a poca distancia de Central Park. Caminar por el parque durante una hora y media todos los días me ayuda a poner en orden mis pensamientos. Como cineasta, las escenas de Nueva York me inspiran porque es el único lugar que conozco donde se ve a personas de diferentes orígenes económicos, religiosos y étnicos caminar juntos sin prejuicios. ¡Cada uno disfrutando de la belleza de la vida!
—Las vistas son increíbles, también formarán parte de tu inspiración.
—Mi hogar es mi santuario. Tengo la suerte de tener unas vistas increíbles que me ayudan mucho con mi creatividad y a la hora de escribir. También medito y rezo a menudo. Este es un lugar seguro para relajarme y ser verdaderamente yo misma, un lugar donde puedo estar completamente agradecida a Dios por todo lo que me ha dado. En cuanto a decoración, empecé con un estilo afgano tradicional, pero luego fui cambiando con el paso de los años según el momento. Actualmente, me gusta el estilo moderno y contemporáneo
—Háblanos de tu fundación, la más importante del mundo dedicada a ayudar a la población afgana.
—Fundé la Afghanistan World Foundation en dos mil dos. Tuve la suerte de contar con personalidades de renombre mundial. Desde políticos a músicos, el mundo del cine, diplomáticos y muchos otros… Todos ellos me ayudaron a elevar la voz del pueblo afgano después de la invasión soviética y poner una luz en ese rincón del mundo al que nadie prestaba mucha atención en ese momento.
“Mi hogar es mi santuario. Tengo la suerte de tener unas vistas increíbles que me ayudan mucho con mi creatividad y a la hora de escribir. También medito y rezo a menudo”
—¿Qué tipo de ayudas y atención recibiste?
—Es muy interesante que celebridades y personalidades se unan en una causa desinteresada por la cantidad de cambios positivos y el impacto que puede generar en todo el mundo. Gracias a eso pude presidir mi primer evento en honor al difunto presidente Ronald Reagan, al que asistieron mil cuatrocientas personas. Entregamos el Freedom Award en el Hotel Beverly Wilshire de Beverly Hills, en California, y recaudamos fondos para ayudar a los refugiados de Afganistán. Poco después tuve el placer de entregar el mismo premio al difunto Muhammad Ali por su trabajo humanitario tras visitar Afganistán y atraer la atención que tanto necesitaban los niños de mi país. Este evento estuvo repleto de estrellas como Stevie Wonder y la fallecida Natalie Cole.
—Tu fe en el respeto a las mujeres y tu compromiso en este sentido es aún más férreo, si cabe.
—Realmente creo que si se viola el derecho de una mujer en cualquier lugar, se propaga por todo el mundo y se viola en todas partes. En Occidente, no podemos sentarnos y fingir que esto no está sucediendo. Y debemos recordar que nuestras libertades como personas son muy frágiles. Mi misión humanitaria en la vida es luchar con cada célula de mi cuerpo, especialmente por las Mujeres de Afganistán, y lo haré hasta mi último aliento (afghanistanworldfoundation.org).
“Mi misión humanitaria en la vida es luchar con cada célula de mi cuerpo, especialmente por las Mujeres de Afganistán, y lo haré hasta mi último aliento”
—¿Cómo llegaste a ser productora de cine?
—Desde muy joven, me di cuenta de que era adicta a él. Me encantaba la tranquilidad del cine y nunca me dediqué a comer palomitas o dulces. Me atraía solo la pantalla y me quedaba pegada a ella viendo lo que estaba sucediendo.
—Esa fue la pasión que te llevó hasta la Casa Blanca. Cuéntanos la historia…
—Esta pasión se hizo más y más fuerte a medida que me hacía adolescente. Cuando llegué a Estados Unidos, después de la invasión soviética del setenta y nueve, estaba devastada y sola en el país, no tenía a mi familia conmigo. En ese momento decidí escribir al presidente de Estados Unidos Ronald Reagan. Fue una carta de nueve páginas y su jefe de gabinete me contactó y me invitó a la Casa Blanca. Mi vida cambió el día que lo conocí y le pedí que ayudara a los refugiados de Afganistán.
—¿Cómo te ayudó el presidente Reagan?
—En ese momento respondió que no podía hacer demasiado, pero me explicó que yo, una niña afgana apasionada y decidida, sí podía hacer muchas cosas. Imagínate ser un adolescente y que el hombre más poderoso del mundo te diga que puedes cambiarlo. Me preguntó: “¿Te gustaría ser esa persona?”. Sin dudarlo, contesté que sí… y que sería la defensora del pueblo afgano. Me ordenó que visitara Afganistán y trajera de regreso a algunos niños víctimas de los ataques aéreos.
—¿Cómo han sido tus pasos en el mundo del cine?
—A través de mi labor humanitaria conocí lugares en los que nunca habría estado y a través de mi fundación pudimos proporcionar recursos y ayuda. En dos mil cuatro, cuando asistí a la inauguración de un hospital que construimos en Afganistán junto a Médicos Sin Fronteras, conocí a un chico llamado Farouk que vendía periódicos y calendarios. Me fascinó el hecho de que un niño de ocho años pudiera estar en medio de los tanques solo. Él era el que mantenía a los siete miembros de su familia. Rodé un documental llamado “The Breadwinner”, que contaba un día en la vida de Farouk. Fue un gran éxito. Se mostró en el Senado de Estados Unidos, se proyectó en Columbia, Harvard, Georgetown, Freedom House… y todas las principales instituciones y bancos mundiales. El documental cambió la política hacia la ayuda humanitaria en Afganistán. Ese fue el momento más poderoso que he experimentado. Me di cuenta del poder de la película y cómo podría impactar en el mundo.
“Mi hijo es el regalo más hermoso que Dios me ha dado. Él es mi fuente de fortaleza y felicidad”, nos dice de Christopher, que es productor, junto al que también la fotografiamos en el “loft” donde vive, en el Soho
—¿En qué momento llegó la película The Black Tulip?
—El éxito de este documental me permitió darme cuenta de que podía hacer una película sobre la historia y la lucha de mi pueblo. Eso me llevó a dirigir y producir mi primer largometraje, The Black Tulip. Ganó treinta y cuatro festivales de cine y fue seleccionada candidata de Afganistán como mejor película extranjera a los Oscar.
—¿Siempre cuentas historias reales?
—Llevo a los refugiados muy cerca de mi corazón y mi idea de dar voz a los que no la tienen me llevó después a dirigir y producir mi siguiente película, I am you (Yo soy tú), para la que seguimos buscando distribución internacional. Ambas se basan en historias reales.
—Tienes ahora un nuevo e ilusionante proyecto que has presentado estos días en el Festival de Cannes a tus inversores. ¿Qué nos puedes contar sobre él?
—Actualmente, debido a la vergonzosa retirada de los Estados Unidos de Afganistán, que tras veinte años lo ha dejado en la peor posición en la que ha estado en su historia, no puedo ir a rodar películas en mi país. Mientras tanto, quería hacer una película que fuera la antítesis de las que había hecho antes. Se llama Behind the Facade y es una película que nos pide que observemos más de cerca las extravagantes vidas de los multimillonarios del mundo. Con un telón de fondo de aviones privados, yates de lujo y villas multimillonarias.
“Fundé la Afghanistan World Foundation en 2002. Tuve la suerte de contar con personalidades de renombre mundial. Desde políticos a músicos, el mundo del cine, diplomáticos y muchos otros… Todos ellos me ayudaron a elevar la voz del pueblo afgano”
—¿En qué consistirá y quiénes serán los actores?
—La película comienza en la gran inauguración del hotel de un promotor despiadado ubicado en la costa de Amalfi, en Capri, Italia. Los protagonistas son un arquitecto, una heredera, un periodista astuto y una joven hermosa. La colisión de sus vidas amenaza con descubrir un secreto que les cambiará la existencia y los desafía a decidir qué los hará felices. ¿Será la riqueza, el lujo y el poder… o el amor verdadero? Se rodará en mayo de dos mil veintitrés en la costa de Amalfi: en Capri, Sorrento, Positano… Esta será mi primera película de gran presupuesto con las principales estrellas de Hollywood y sin un arma apuntándome a la cabeza o los talibanes intentando secuestrarme y torturarme. Así lo experimenté de primera mano mientras dirigía y producía mis dos últimas películas. Escribí sobre ello con gran detalle en mi libro, Will I Live Tomorrow? (¿Viviré mañana?).
“Desde muy joven, me di cuenta de que era adicta al cine. Me encantaba la tranquilidad y nunca me dediqué a comer palomitas o dulces porque solo me atraía la pantalla y me quedaba pegada a ella viendo lo que estaba sucediendo”
—Tu hijo, Christopher Cole, es también productor de cine.
—Mi hijo es el regalo más hermoso que Dios me ha dado. De todos los logros que he conseguido a lo largo de mi vida, el más importante es haber criado a una persona que marca la diferencia en todo lo que hace. Christopher es mi orgullo y la alegría de mi vida. Él es mi fuente de fortaleza y felicidad.