La espina de Cristo (Euphorbia milii) es una planta originaria de Madagascar y, por tanto, acostumbrada a climas tropicales. Eso hace que requiera luz y no le guste demasiado el frío (aunque tampoco el calor excesivo). Esta suculenta para exterior e interior requiere pocos cuidados, básicamente un buen drenaje del agua de un riego no muy excesivo, cuando más frecuencia pide es en el verano.
¿Qué caracteriza a esta planta especialmente cultivada al aire libre? Pues sus ramas con espinas, de ahí su nombre popular, sus hojas verdes ovaladas y, por supuesto, sus flores que aparecen sin cesar durante casi todo el año. Estas suelen ser de color rosa o rojo, aunque también pueden presentar tonalidades blancas o amarillas.
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Su ubicación preferida
Las espinas de Cristo no sufren al sol directo, por lo que puedes ubicarlas recibiendo luz natural todo el día. En interior, lo que sí van a sufrir es si están en lugares con poca claridad, ya que perderá muchas de sus flores y el periodo de floración se acortará considerablemente. Así que no dudes en situarlas junto a una ventana que dé a este o a sur. Tampoco está de más ir rotando la maceta para que la planta reciba por igual la luz natural porque en caso contrario su crecimiento puede ser desigual. Además, precisamente en las habitaciones lo que hay que procurarle es una humedad baja para que se encuentre en condiciones óptimas.
Zona mixta: en interior en invierno
A esta suculenta cultivada en el jardín o la terraza no le sienta mal el frío, aunque sí las heladas. De este modo, cultívala al aire libre durante todo el año si los inviernos no son muy fríos pues no soportará heladas constantes y prolongadas, sí alguna si es de corta duración. La alternativa es plantarla en maceta para ponerla a resguardo cuando bajen las temperaturas.
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Así debe ser su suelo
Esta singular planta es una suculenta con espinas, lo que hace que en parte tenga apariencia de cactus aunque no lo sea, y el sustrato recomendado para ella es precisamente la tierra para cactus. Y aunque el pH ideal del suelo debe situarse entre 6,0 y 6,8, en realidad la espina de Cristo no es exigente con el tipo de suelo salvo con una característica: un buen drenaje, para que no retenga ni el agua ni la humedad. Junto con una buena dosis de sol, es todo lo que necesita para que crezca sana y feliz y dé un buen puñado de bellas flores.
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Fertilización
En el año en que has trasplantado la espina de Cristo, puedes prescindir por completo de su abono. A partir del año siguiente, sí puedes aplicarle fertilizantes líquidos (los que se absorben más rápidamente) de abril a septiembre, aproximadamente cada 14 días, logrando que la planta se ponga más verde, bella y florezca más. ¿Qué tipo de abono emplear? Uno específico para suculentas o plantas crasas.
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Tolerante a la sequía
La Euphorbia milii tiene una demanda de agua baja y que varía entre los meses de frío y de calor. En verano habrá que regar cada 3-4 días, mientras que en invierno bastará con hacerlo cada dos semanas. Lo mejor es emplear agua de lluvia, pero de no contar con ella al menos que se trate a agua sin cal y a temperatura ambiente.
¡Controla su tamaño!
En exterior y directamente plantada en el suelo, la espina de Cristo es un arbusto que supera fácilmente el metro de altura. Pero si quieres controlarlo no hay problema con podar la planta.
La mejor época para cortarla y embellecerla es a inicios de la primavera (en marzo o abril) y, teniendo en cuenta que la planta es tóxica y tiene una savia lechosa que puede irritar la piel y las mucosas, no está de más que al manipularla y podarla se empleen guantes y protección para los ojos.
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Multiplicación por esquejes
Puedes emplear semillas o, si lo prefieres, esquejar la planta (el método más habitual de reproducir la espina de Cristo). Realizar esta operación requiere un cierto trabajo y la mejor época para hacerla es en primavera, cortando una sección del tallo central y guardándolo en papel absorbente durante dos o tres días, tiempo en el que el corte se secará y perderá la savia. Luego de transcurrir estas jornadas deberás humedecer la zona de corte y plantar el esqueje en una maceta pequeña en una mezcla de turba y arena ligeramente húmeda, además, sitúala en un lugar soleado pero en el que no dé el sol directo. Después de unas cuatro semanas, los esquejes ya habrán formado sus primeras raíces y se podrán trasplantar a un contenedor mayor o cultivar en el terreno del jardín ya a pleno sol, si se desea.
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Siempre sana
La espina de Cristo es una planta tóxica, lo que la libra de la mayoría de las plagas. Asimismo, es muy resistente a las enfermedades y lo único que debes vigilar es que no se produzca encharcamiento pues ello podría provocar la pudrición de las raíces. Así que no lo dudes, es mejor que escasee el riego a que te excedas con él y, sobre todo, apuesta por una tierra que drene bien pues su principal enemigo es el exceso de humedad.
Si lo que detectas es que la planta no da flores los motivos principales serán que no está recibiendo suficiente luz (encuéntrale un lugar más idóneo) o bien que soporta demasiado frío.
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