Esta semana ha empezado la primavera y, aunque a pesar de las alergias y la astenia, estamos deseando que llegue el buen tiempo, el cambio de armario nos produce cierta angustia y, sobre todo, mucha pereza, incluso con un vestidor XL. Este decálogo del orden viene a tu rescate, para que, además de sacar la ropa veraniega y guardar la más invernal, puedas hacerlo sin ‘morir en el intento’ y sin abarrotar el dormitorio con cestas y bolsas.
1. Elige el momento adecuado
Tienes que verlo como una oportunidad de ‘ventilar’ y renovar tu armario y de paso tu vida. Por ello, resérvate una una mañana o una tarde del fin de semana para empezar y terminar, no lo demores mucho más. Eso sí, rápido no significa corriendo. Todo lleva su tiempo, pero con estas súper ideas prácticas, tardarás menos porque aprovecharás al máximo cada minuto.
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2. Empieza de cero
Aunque puede parecer una pérdida de tiempo, lo cierto es que, con todo lleno de cosas, es imposible hacerse una idea de qué guardar, regalar o directamente tirar a la basura. Por eso, saca todo lo que haya en el armario (accesorios incluidos) y colócalo sobre la cama o el suelo. Puedes hacer dos grupos: cosas que no usarás durante el verano (abrigos, plumas, jerséis de lana, cuello alto, forro polar…) y prendas que puedes utilizar todo el año, como vaqueros, jerséis finos o camisetas.
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3. Haz limpieza
Y no nos referimos solo a la de prendas, sino también a la del propio armario. Aprovecha esta oportunidad, que solo se te presenta dos veces al año, para limpiarlo a fondo. Deja las puertas abiertas durante al menos 10 minutos, luego quita el polvo con un paño y limpia en función del material, a los de melamina, por ejemplo, puedes pasarles una bayeta humedecida en agua y jabón y secar después. Este es un buen momento para hacer revisión y comprobar que los estantes y las barras de suspensión están bien fijos, no hay piezas sueltas o deterioradas. Revisa tus perchas y tira las que están combadas o tienen astillas.
4. Clasifica sin piedad
Quizás el momento más duro tanto por esfuerzo como por razones sentimentales: lo sentimos Marie Kondo, pero hay prendas con las que mantenemos una relación que dura toda la vida. Por eso, debes empezar por lo fácil y revisar su estado. Así, podrás deshacerte de todo aquello está viejo o deteriorado y coser o coger dobladillos a otras que no te ponías porque les faltaba un botón. Haz una pila con aquellas prendas que están bien, pero que llevas mucho tiempo sin ponerte y ni siquiera recordabas que estaba allí y haz trapos con tus viejas camisetas de dormir. Si tienes alguna duda, recuerda que algo debe salir para que entren tus últimas adquisiciones.
5. Revisa las prendas atemporales
Marie Kondo y otras muchas gurús del orden quieren que lleguemos a tener un armario cápsula, en el que convivan en armonía y sin apreturas tanto la ropa de verano como la de invierno. ¿Misión imposible? Puede que no, ya que cada vez usamos y mezclamos ambas sin importarnos el tiempo (piensa en una camiseta de manga corta bajo el forro polar). Esta ropa atemporal se convertirá en tu fondo de armario, especialmente para esos días primaverales que hace aún frío y tú ya has guardado los jerséis. Por eso, antes de volverla a colocar, comprueba que está en buen estado y ordena sin compasión.
6. Crea tu armario ideal
No tienen las mismas necesidades de almacenamiento la ropa de verano que la de invierno, ya que una precisa más sitio para colgar por las chaquetas, las camisas y los abrigos, mientras que en verano el número de camisetas se multiplica, al igual que el de accesorios con pareos, bañadores, pañuelos, cintas, collares… Por eso, visualiza tu vestidor perfecto y ajusta ciertos aspectos como regular la altura de las baldas para que no hayas pilas de ropa apretada o adquirir compartimentos para los cajones que te ayuden a mantener el orden.
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7. Ordena a tu manera
Esto no significa que te dejes tentar por el 'todo vale', sino que elijas aquella organización que mejor se adapte a tu estilo de vida. La idea es optimizar el almacenamiento para encuentres todo a la primera y ahorres tiempo. Puedes hacerlo por categorías (camisas, pantalones, vestidos…) y a su vez crear subcategorías por colores, estampados, etc. O establecer una organización que te facilite el día a día y ordenar por ropa de trabajo, de deporte, para fin de semana, para salidas especiales, donde incluyas tops de fantasía o tus jeans más elegantes… En definitiva, aquel que te permita tener todo localizado y a mano.
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8. Respeta las reglas básicas
Esas que establecen que la barra no debe llenarse hasta los topes, teniendo en cuenta que cada camisa de perfil ocupa tres centímetros; que es mejor en todos los sentidos (prácticos y visuales) usar perchas iguales colgadas de manera que miren hacia dentro; que es mucho más funcional colocar una prenda por percha, incluso cuando se trate de pantalones, y que para estos hay modelos específicos o pantaloneros extraíbles; y que los zapateros siempre deben ir en la zona inferior.
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9. Dobla adecuadamente
Aunque la ropa colgada ocupa menos y, en principio, la mantiene sin arrugas, lo cierto es que cada vez son más las seguidoras de doblar no solo las camisetas o las sudaderas, sino también las camisas o los pantalones. El método Konmari es el más popular, ya que te ayuda a ganar espacio y orden en tus armarios, mediante el almacenamiento en vertical, haciendo paquetes que pueden sostenerse en posición longitudinal. Además, lo puedes poner en práctica en todos los textiles de la casa, incluidos sábanas y manteles, aunque resulta especialmente práctico para las cosas que van en los cajones.
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10. Guarda con cuidado la ropa de invierno
Para que cuando llegue el momento, esté lista, preparada y sin arrugas. Revisa, lleva al tinte, mete en la lavadora, arregla... Una de las prendas que más problemas puede causarte son los abrigos, especialmente si no te sobran los metros. Las fundas al vacío son perfectas, salvo para los plumíferos y los delicados, y te permiten meterlos en el maletero o el canapé del dormitorio. Dado su volumen, los jerséis gruesos también pueden plantearte algún quebradero de cabeza. Recurre a cajas de tela, que evitarán que el polvo se acumule en ellas a la vez que podrán guardarse fácilmente debajo de la cama o encima de un armario, por ejemplo, y que luego podrás reutilizar. Procura que no sean demasiado grandes, porque te será más complicado encontrarles un lugar.