Si te cuesta conciliar el sueño, aunque estás muy cansada, o te despiertas antes de tiempo, y no es cosa de la edad ni de la menopausia, quizás el problema se encuentra en la decoración del dormitorio. Para ayudarte en la tarea, hemos seleccionado las 10 cosas que pueden convertirlo en una estancia estresante, en lugar del templo del relax y la calma que debe ser. Evidentemente la mejor decoración y distribución tienen poco que hacer si el colchón no es el adecuado ni cumple tus expectativas, o si desde tu ventana te llegan todo tipo de ruidos de noche y de día. Por eso, la primera medida es en cambiar uno u otro y después seguir con el interiorismo.
1. Una cama sin cabecero o un diseño demasiado ligero
Además de ser importante en la decoración del dormitorio, el cabecero es una pieza clave para el descanso, ya que según el Feng Shui nos aporta seguridad y estabilidad en nuestro día a día. La cama es el elemento central de la habitación y el cabecero nos proporciona protección y descanso a nivel personal y en nuestra vida en pareja. Debe ser robusto, abarcar el ancho de la cama y apoyarse en la pared. Los de madera son una buena opción, al igual que los tapizados, que ofrecen sensación de confort, y evita los de hierro. Respecto a su forma, los más recomendados son los cuadrados o con líneas horizontales que proporcionan estabilidad en los diferentes ámbitos, también en el profesional; y los rectangulares y de madera, que dan seguridad y confianza. Evita los triangulares, que aumentan el estrés, y los redondeados que pueden llegar a ser inestables.
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2. El teléfono cerca y la televisión encendida
Aunque sabemos que es difícil no mirar el móvil antes de irte a dormir y que la televisión actúa en muchos casos como un somnífero, lo cierto es que los aparatos electrónicos no son buenos aliados del descanso. Son altamente ‘contaminantes’, ya que las ondas electromagnéticas interfieren en el sueño y en su calidad. Por eso, si puedes sustituye el despertador del teléfono por uno tradicional, no tengas tele en el cuarto y si la tienes, desenchúfala al acostarte: el ‘standby’ además de gastar energía, perturba el descanso.
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3. Una decoración impostada
O en la que no te sientas a gusto. Puede que tengas un dormitorio de revista, pero si no va contigo, no conseguirás que sea un auténtico templo del descanso. Para convertirlo en tu refugio ideal, debes rodearte de aquellas cosas que te hacen feliz, sin abusar en cantidades ni mezclas, y que al mirarlas te proporcionen calma. Puedes sustituir la funda nórdica por una ‘manta pesada’ que te abrace, dar un toque campestre con un papel pintado o cambiar la lámpara de la mesita de noche por un modelo de fibras vegetales.
4. Demasiada luz natural
Aunque sabemos que la luz natural es una inyección de energía y una fuente de bienestar, lo cierto es que, para dormir a pierna suelta, no hay mejor acompañante que la oscuridad, si no quieres levantarte todos los días antes de tiempo o tienes que dormir de día por motivos laborales. Además de las persianas, es conveniente colocar cortinas más o menos tupidas, según el sol que entre por tus ventanas y las necesidades diarias. Eso sí, durante el día, deja que pase y actúe como la vitamina natural que es.
5. Dejar que reine cierto desorden
Antes de que Marie Kondo dijese aquello de que el orden nos hace más felices, ya nos lo decían nuestras madres: ordena tu habitación para sentirte mejor. Ropa acumulada en una silla, varios libros en la mesilla, zapatos bajo la cama, vasos vacíos… En este ambiente es imposible que puedas encontrar la paz y la atmósfera idónea para dormir a pierna suelta. Empieza por no ‘almacenar’ prendas sobre los muebles y por dar un repaso todas las mañanas y continúa aliándote con ciertas piezas que te lo ponen fácil. Desde una estantería baja hasta un canapé abatible o una mesita de noche con capacidad. Una vez cojas el ritmo solo tendrás que hacer mantenimiento.
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6. Usar colores excitantes
O estridentes que, en lugar de ayudarte a dormir mejor, actúen como un excitante que te active y modifique el sueño. Hemos hablado muchas veces de la importancia de los colores en el bienestar y de la necesidad de adecuar el tono a las modas, los gustos y las condiciones de la estancia. Por eso, huye de las tonalidades oscuras, tan sofisticadas como energizantes o asfixiantes, y apuesta por los neutros, como beis y cremas, y los suaves y relajantes rosas, verdes o azules en su versión más clara.
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7. Elegir los materiales equivocados
Ni los tejidos sintéticos ni el hierro, aunque te parezca mentira, pasan la prueba para un dormitorio en calma. Si quieres crear una atmósfera que propicie el sueño, debes rodearte e integrar piezas y elementos en materiales naturales. Los textiles también cuentan, ya que favorecen el descanso, tanto por su agradable tacto como por sus cualidades físicas, transpiran y regulan la temperatura. Desde madera hasta fibras vegetales (una de las tendencias de decoración del momento), algodón o corcho. Si te gusta una tela con mezcla, resérvala para las cortinas.
8. Una mala distribución
La distribución y la orientación de la cama influyen directamente en tu descanso, establece el Feng Shui. Por eso, procura que la cama esté bien situada, evitando siempre el espacio bajo la ventana, aunque puede estar frente a ella, y procura que el resto de elementos se distribuyan alrededor, de manera que permitan el paso y no interrumpan la circulación de la energía. Aunque la regla del tres es infalible en el resto de la casa, el dormitorio es ‘territorio par’ con dos mesitas de noche y dos lámparas de sobremesa, sean o no iguales, que aporten equilibrio y armonía. Por cierto, colocar una banqueta o similar, un baúl también vale, a los pies de la cama te brindará un plus de estabilidad.
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9. Cerrar a cal y canto
Para dormir bien, debes ventilar la habitación todos los días, ya que la circulación del aire permite que se renueve, facilita la expulsión del polvo y los ácaros, regula la humedad del ambiente y elimina los malos olores. No se trata de abrir las ventanas varias horas, elevando innecesariamente nuestro consumo eléctrico, sino que bastan cinco minutos por la mañana nada más levantarte para eliminar la acumulación de CO2 y por la noche, incluso en invierno, antes de dormir para favorecer la oxigenación. ¡Lo notarás!
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10. Tener el despacho a la vista
Al margen de las ventajas e inconvenientes, el teletrabajo ha creado la necesidad de tener el despacho en casa. Y, aunque lo ideal es contar con un espacio independiente, la mayoría debe contentarse con habilitar un rincón en una habitación o en el propio salón. Sin embargo, ver desde la cama el ordenador o la agenda del día no es la mejor manera de desconectar y conciliar el sueño, ya que será difícil que te olvides de los asuntos laborales, si están presentes al acostarte y al levantarte. Si no te queda más remedio que despacho y dormitorio compartan espacio, procura mantenerlos separados, bien con un tabique de cristal, bien con otra solución móvil como un biombo.
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