casa nueva york© MATTIA BETTINELLI

Richard Mishaan nos abre las puertas de su casa de Nueva York, una auténtica galería de arte en La Quinta Avenida

Es uno de los arquitectos e interioristas más solicitados de la ciudad de los rascacielos y nos recibe junto a su mujer, Marcia, en su residencia del Upper East Side


21 de enero de 2022 - 8:01 CET

Richard Mishaan es uno de los arquitectos e interioristas más importantes de Estados Unidos. Su casa de   Nueva York , en la Quinta Avenida, tiene unas vistas espectaculares de Central Park y del Museo Metropolitano de Arte y está al lado del Museo Guggenheim. La esencia del hogar chic de Nueva York se encuentra aquí.

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© MATTIA BETTINELLI

Sobre estas líneas, Richard Mishaan, arquitecto e interiorista de origen colombiano, y su mujer, Marcia, posan a la entrada de su casa de la Gran Manzana.

El protagonista de su hogar es el arte, que envuelve la casa por fuera y la abraza en cada espacio por dentro. Los interiores que crea Richard Mishaan son una mezcla intrigante e inesperada de arte y diseño de diferentes épocas y estilos. El suyo es el eclecticismo del verdadero coleccionista, que encuentra espacio para cada obra que compra sin estar pendiente de dónde la coloca.

Con unas impresionantes vistas de Central Park, su casa es un reflejo de su pasión por el coleccionismo, y entre sus obras tiene varias del artista colombiano Fernando Botero y del español Manolo Valdés, grandes amigos de su familia

La casa en sí es muy versátil y deliberadamente de colores neutros para enfatizar el arte que concentra y cada forma de color, modulada con el sabor intenso de sus raíces colombianas. Así, los espacios dan una sensación de vida, de cultura, de experiencia provocadora y de encanto exuberante. Hay muchas obras de Fernando Botero y Manolo Valdés, grandes amigos de la familia.

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Sobre estas líneas, la entrada de su casa, donde tienen una mesa de Guy de Rougemont, de la galería Diane de Polignac, con una escultura de color fucsia de El Seed Art. Junto a ella, en la mesa, destacan una caja de Michel Comte, floreros de Hervé van der Straeten y un gran cuadro de un chelo, firmado por el artista de origen cubano Julio Larraz, de la galería Nohra Haime. En la imagen de arriba, las maravillosas vistas de Central Park que hay desde la casa, que está situada junto al Museo Metropolitano de Arte y el Museo Guggenheim

Junto a él nos recibe su mujer, Marcia Mishaan, reconocida, desde hace varios años, como una de las mujeres más elegantes de la   Gran Manzana  y una apasionada de la Naturaleza y su conservación, tanto es así que forma parte de la Junta de Central Park Conservancy, regentada por importantes mujeres. Ellos son una pareja estrella en la gran ciudad, ejemplo de glamour y elegancia.

—Usted es colombiano, hábleme de sus orígenes.

—Yo nací en Bogotá, Colombia. La familia de mi padre era libanesa y la de mi madre era rusa y alemana. Solo viví en Colombia un corto periodo de tiempo, pero me siento completamente colombiano. Amo mi país.

“La casa es una mezcla de mil y una ideas. Amo el arte. He comprado arte desde la universidad. Tras muchos años, he logrado una colección con una riqueza visual que me hace muy feliz”

—¿Cómo empezó su pasión por el mundo de la decoración?

—Las casas de mi abuela materna y de mis padres siempre fueron excelentes ejemplos del mejor diseño. Mis abuelos construyeron una gran casa en Bogotá, en el año mil novecientos cuarenta. Llegué a descubrir el castillo de Chenonceau (Francia), en el que mi abuela se inspiró para sus salones y arquitectura interior. La biblioteca era ‘moderna’, o sea, art déco. Luego, su familia se fue a vivir a Dinamarca y, durante sus viajes para verlos, empezó a coleccionar obras de artistas escandinavos. El mosaico que creó era mágico.

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Sobre estas líneas, su hija junto a una menina, obra del español Manolo Valdés. En la pared, una instalación de vidrio de Rob Wynne.

Por otro lado, mis padres construyeron con un discípulo de Frank Lloyd Wright la casa donde nací y me crie. Mi madre luego mezcló diseños  art déco  franceses con modernismo americano y también fue algo fuera de serie. Las dos, mi madre y mi abuela, coleccio­naban arte importante y combinaban las artes decorativas con un efecto totalmente especial.

—¿Cómo llegó a ser uno de los diseñadores más importantes del mundo?

—Estudié Arquitectura en Nueva York y, cuando empecé a buscar trabajo, todos los proyectos que me ofrecieron eran en otras ciudades. En ese momento, trabajé en diseño de moda. Tuve bastante éxito y me fui a ayudar a mi padre en una compañía, en Venezuela, de moda y textiles. Pero llegó un momento en que no me vi viviendo en Sudamérica y regresé a Nueva York, donde abrí mi primer estudio de diseño.

“Siempre he tenido viviendas con biblioteca. Es mi rincón favorito en todas mis casas. Los libros para mí son los mejores compañeros de vida”

A la vez, volví a la Universidad de Arquitectura de Columbia con un programa en Desarrollo de Finca Raíz. Me sentí como que todo el trabajo que me ofrecieran lo tenía que hacer. Varias señoras en Park Avenue y la Quinta Avenida me contrataron y así empezó todo. Cuatro años después, abrí un almacén tipo galería junto al Museo Whitney, que entonces estaba localizado entre Madison y la setenta y cinco. La galería se llamaba Homer y fue una leyenda.

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“La primera obra que adquirí fue un dibujo de David Hockney, que un amigo me dejó pagar a plazos”, cuenta Richard. En la imagen de arriba, la biblioteca de la casa, decorada con una mesa de Guy de Rougemont; silla de Mattia Bonneti; una lámpara de Chareau, y en la estantería, varios objetos de Picasso, Lalanne, Tiffany and Co. y Baccarat. Sobre estas líneas, los cuadros de la biblioteca: una obra en cuatro paneles de David Hockney; un botiquín de Damien Hirst; debajo, un retrato de George Condo, y a la derecha, un díptico de David Hockney

—¿Cuáles son sus grandes éxitos?

—Homer fue un gran éxito. Representé a artistas como Hervé van der Straeten, Olivier Gagnère, Thomas Boog y muchos más. Tenía una línea de muebles en Homer y el presidente de Donghia me contrató para diseñar para la compañía. También, una compañía de París, llamada First Time, me contrató para diseñar para ellos. Esto me ofreció la oportunidad de trabajar para Sony Corporation of America y les diseñé muebles que complementaban sus televisores y video­consolas.

—Y, desde entonces, no ha parado de trabajar. 

—Fuera de lo que son casas particulares, he estado diseñando muebles, almacenes y oficinas para el presidente de Sony y más. Solo dormía en los aviones de camino a mis proyectos. Con suerte, me contrataron para diseñar mi primer hotel, en South Beach. Los propietarios eran una pareja, amigos míos, muy conocidos en Miami. Hicimos doscientos noventa dormitorios, salas de baile y salones para conferencias. Aprendí muchísimo y me gustó la creatividad que estos pro­yectos gigantes nos ofrecían. Luego, diseñé el hotel Saint Regis, en Nueva York, y el hotel Tcherassi, en Cartagena de Indias. En este mismo momento, diseño también una línea de muebles para Theodore Alexander e iluminación para Visual Comfort, en High Point (Carolina del Norte).

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En la imagen de arriba, Marcia Mishaan, una de las mujeres que figuran siempre en el ‘ranking’ de las mejor vestidas de Nueva York, de quien Richard se enamoró nada más verla, hace ya más de tres décadas. Sobre estas líneas, uno de los salones, donde destaca un cuadro de Donald Baechler. A la izquierda, una escultura de ‘Nana’ de Niki de Saint Phalle. En la mesa, tiene una escultura de Barry Flanagan y un florero de Lalique

—¿Cuál es su sello de identidad a la hora de trabajar?

—Siempre he tenido clientes con colecciones importantes y estas son las que han dirigido el estilo del pro­yecto. Yo empiezo todo diseñando la arquitectura interior. Me gustan mucho los detalles clásicos, pero con un fondo moderno. Lo demás lo vamos desarrollando de acuerdo con la colección, para que luzca mejor. Mis proyectos llegan a ser maximalistas en el sentido de que me gustan mucho las telas y los acabados lujosos. Las artes decorativas y los buenos adornos siempre completan el proyecto.

“La conocí cuando tenía una compañía de diseño de moda y ella era modelo. Nada más verla pensé: ‘Me voy a casar con ella’. Llevamos treinta y siete años juntos”, dice sobre Marcia, con quien tiene dos hijos

—También ha escrito varios libros.

—Cuando era joven y demasiado impresionable, firmé un contrato para publicar tres libros con Mona­celli Press. Los dos primeros los publiqué con ellos y fueron un gran éxito. En octubre de este año publicaré mi último libro con Vendome Press y va a ser más completo e informativo. Voy a mostrar también fotos de las casa de mis abuelos y mis padres y será el libro más personal de todos.

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“Abrí mi primer estudio de diseño en Nueva York. Varias señoras de Park Avenue y la Quinta Avenida me contrataron y así empezó todo”, nos explica. Arriba, el arquitecto a la entrada del apartamento, junto a una obra en tonos rojos llamada ‘Chum’, del artista KAWS. Al lado, dos retratos pequeños de Julian Opie.

—Su casa está en la Quinta Avenida, una zona maravillosa.

—Aquí, en el Upper East Side, es donde más colegios hay. Mis hijos han podido ir al colegio andando. El apartamento está sobre lo que llaman Museum Row. Por lo tanto, llevamos a los niños al Museo Metropolitano de Arte desde muy pequeños. Nosotros caminamos muchísimo. ¡Nos encanta! Cuatro veces a la semana hago diez kilómetros alrededor del parque como ejercicio. A mí me gusta mucho vivir donde estamos.

“Me gustan mucho los detalles clásicos, pero con un fondo moderno. Las artes decorativas y buenos adornos siempre completan mis proyectos”

—¿Cómo describiría su estilo?

—Es una mezcla de mil y una ideas. Yo amo el arte. He comprado arte desde que me fui a la universidad. Un amigo en la galería André Emmerich me invitó a una exposición de David Hockney en esa época y me dejó pagar un dibujo a plazos. Desde ese momento, me apasionó coleccionar. En mi trabajo visito las mejores galerías, ferias y showrooms del mundo. Después de muchos años, tengo una colección con una riqueza visual que me hace muy feliz. Yo veo que todo lo que traigo a casa, de alguna manera, complementa lo que tenemos. La mezcla o el eclecticismo es el mood de la casa.

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Arriba, un salón con mesa de Giacometti y una escultura de Salvador Dalí. Junto a la ventana, una escultura de mariposas y un cuadro, ambos de Manolo Valdés. Al lado, una escultura de Fernando Botero. Sobre estas líneas, sala de estar con cuadros de Morris Louis y Manolo Valdés, una escultura de Barry Flanagan, mesa ‘Taj Mahal’ de Studio Job con recuerdos de viajes y, en la pared, gotas de vidrio de Rob Wynne.

—¿Cuál es, para usted, su estancia favorita?

—Siempre he vivido en casas con biblioteca. Es mi cuarto favorito. Los libros para mí son los mejores compañeros en la vida. Este cuarto tiene la televisión donde nos sentamos a ver películas, noticias, las eleccio­nes y deportes. También tenemos la mesa donde comemos todos los días. Siempre tuve mi ordenador ahí y uso este cuarto como oficina. En el salón, cuando vienen amigos, usamos la mesa como mesa de comedor. Me encanta porque pasa uno de tomarse una copa a comer y, luego, de vuelta a los sofás, y nadie se va temprano. Cuando decoro para otros intento tener áreas para grupos de distintos tamaños.

Su mujer, Marcia, conocida como una de las mujeres más elegantes de la Gran Manzana, es una apasionada de la naturaleza y forma parte de la Junta de Central Park Conservancy
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Arriba, un rincón de la biblioteca, con una escultura de Botero, uno de cuyos cuadros preside el comedor (sobre estas líneas). Sobre la mesa, vajilla de Royal Crown Derby Imari, copas de Lalique y de Salviati, candelabros de Christofle Malmaison, tazas de plata de Georg Jensen, cuencos de cristal azul de Elsa Peretti y cubiertos de Buccellati.

Treinta y siete años de amor

—¿Cómo conoció a su mujer?

—Tuve una compañía de diseño de moda y, durante esos años, conocí a Marcia, que trabajaba como modelo. Una amiga que estaba en el departamento de contabilidad me dijo que un amigo le había recomendado a una modelo y que deberíamos conocerla. Cuando Marcia entró a la oficina pensé: “Me voy a casar con ella”. Esa noche, ambas iban a ir a una fiesta y le dije a mi amiga que yo iba con ellas. Después, me fui dos semanas a Hong Kong y cuando volví a Nueva York la invité a comer. Llevamos treinta y siete años juntos.

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Arriba, Marcia en el pasillo, donde destaca una alfombra de Fornasetti. Sobre estas líneas, con su hija junto al Museo Guggenheim.

—¿Cómo es la personalidad de Marcia y qué admira en ella?

—Marcia es el yin y el yang, diariamente. Es canadiense, de Vancouver, y por eso es amante de la Naturaleza. Todos los días sale al parque a caminar. Está en la Junta del Central Park Conservancy. Sabe también muchísimo de horticultura y ama a los animales, por eso tenemos tres perros y un gato. Le gustaría haber sido doctora, por lo que va a todos los encuentros de salud y ciencias en la ciudad y muchos internacionales. A la vez, está en la lista de las mejor vestidas año tras año. Todos los diseñadores la adoran y buscan que lleve sus trajes porque siempre sale con algo increíble y transforma lo que lleva con su estilo propio.

“Nosotros caminamos muchísimo. Cuatro veces a la semana recorro diez kilómetros alrededor de Central Park como ejercicio. Me gusta mucho vivir donde estamos”
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Arriba, en la primera foto, el dormitorio principal, con lámparas de pared de Karl Springer. Sobre la cama, en el centro, el cuadro ‘Schloss Castle’ de David Hockney. En el centro, el cuarto de baño, con lavabo de Sherle Wagner, espejo flamenco del siglo XIX, una escultura del siglo XVII y un cuadro de Marino Marini. Sobre estas líneas, el dormitorio de su hijo, con una figura de un mono, de KAWS, en la mesita de noche.

—Hábleme de sus dos hijos.

—Alexandra es una mujer muy inteligente y con un talento inigualable. Desde niña, ha visto la vida como una película. Nos ha filmado a todos sin que lo supiéramos y tiene horas y horas de vídeo. Estudió durante seis años, en verano, con la fotoperiodista Mary Ellen Mark. Se acaba de graduar en Literatura y Cine en la Universidad de Columbia y se está aplicando a unos programas de cine con un máster en Business para ser productora. Mi hijo, Nicholas, está centrado en sus estudios y en los deportes. En este momento, está en el tercer año de la carrera de Derecho y haciendo un MBA en la Escuela de Negocios Stern, de la Universidad de Nueva York. Siente que el mundo necesita cambiar de rumbo.

Realización y textoNANÁ BOTTAZZI
FotosMATTIA BETTINELLI
DecoraciónRICHARD MISHAAN
VestuarioERMANNO SCERVINO/SPORTMAX/STELLA MCCARTNEY/PRADA
MaquillajeVirginia Young
PeluqueríaBrian Buenaventura
Decoración floralNicolás Cogrel