casa manuel morales hola 4042© FERNANDA Y PALOMA (COUCHE PHOTO)

Entramos en el palacio de San Benito, del siglo XV, una obra de arte, hoy convertida en vivienda, llena de historia, en plena sierra de sevilla

El interiorista y escenógrafo Manuel Morales de Jódar adqui­rió la propiedad en los años noventa y la reconstruyó junto al anticuario Carlos Marañón de Arana. Descubrimos este histórico lugar también con Pilar y Álvaro Rufino, ahijados del propietario, descendientes de una de las sagas ganaderas más antiguas de España y sobrinos de los rejoneadores Ángel y Rafael Peralta


14 de enero de 2022 - 8:03 CET

A la entrada de Cazalla de la Sierra, encontramos San Benito, una casa palacio con encanto a la que entramos de la mano de Manuel Morales de Jódar y Carlos Marañón de Arana. Nos reciben junto a sus ahijados, Pilar y Álvaro Rufino, por cuyas venas corre el mundo del toro; dos hermanos sevillanos que provienen de una de las sagas de ganaderos bravos más antiguas de este país. Su apellido los delata: Rufino Moreno Santamaría. Tanto sus abuelos como sus padres han sabido inculcarles el amor por el toro y el campo y, además, son sobrinos de los rejoneadores Ángel y Rafael Peralta. Álvaro disfruta el día a día rodeado de sus caballos y perros y se puede atribuir el mérito de haber conseguido crear una línea de sangre de jack russell terrier conocida en todo el mundo.

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Portada HOLA 4042© Hola
© FERNANDA Y PALOMA (COUCHE PHOTO)
La fuente-piscina del palacio, que recuerda al modelo renacentista típico en la Sevilla del siglo XVI y está dedicada a la visita de Felipe V a la Villa de Cazalla, en 1730.

Esta imponente casa palacio en la que entramos es el resultado de la unión de dos edificios, una casa y una iglesia, la de San Benito, de finales del siglo XV, un claro ejemplo del gótico plateresco del norte de Sevilla. En los años noventa pasó a manos de Manuel Morales, decorador de interiores y escenógrafo reconocido internacionalmente por sus trabajos en Nueva York, Montecarlo, París y Venecia, que la reconstruyó junto a Carlos Marañón de Arana, prestigioso anticuario y experto tasador de obras de arte. La rehabilitación fue difícil por los muchos años que estuvo abandonado y los distintos usos a los que fue dedicado después de su desacralización. El resultado de la casa es la no diferenciación de lo nuevo y lo primitivo, donde elementos originales de distintas épocas conforman la historia de un edificio nuevo con el confort de la más alta tecnología y la calidad de las cosas hechas artesanalmente de antaño.

Ejemplo del gótico plateresco, fue construida como ermita por la Orden de Calatrava y en su origen fue un hospital de peregrinos en la ruta del Camino de Santiago

Hablan Manuel Morales y Carlos Marañón

—Manuel, ¿cuál es la historia de esta casa? 

—Al morir mi madre, decidimos comprar la casa familiar de mi abuelo materno, del siglo XVI, que estaba en venta por la muerte de mis tíos. Al ser una propiedad muy dividida y ser complejo el comprar la totalidad del edificio manierista, pensamos en esta ermita de San Benito, fundada por la Orden de Calatrava, muy vinculada a la historia familiar. El solar colindante fue un hospital de peregrinos en el Camino de Santiago. Con las piedras solares de la casa de mi abuela materna, recuperadas gracias a la magnanimidad de unos vecinos y parientes, decidimos levantar de nuevo un hogar que nos uniera, aún más, en un proyecto común.

© FERNANDA Y PALOMA (COUCHE PHOTO)
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En la imagen superior, Pilar y Álvaro Rufino a la entrada de la casa palacio. Sobre estas líneas, Carlos Marañón de Arana, Álvaro, Pilar y Manuel Morales de Jódar.

—Esta casa es un homenaje a tu madre, ¿de qué manera has intentado tenerla presente? 

—Todas las piedras armeras son de ella, salvo una de mi padre; es la forma de reivindicar su presencia. Ella adoraba su pueblo, aunque no nació aquí, era de Sevilla. Sin embargo, creo que el mejor homenaje era rescatar esa obra de arte que era la ermita y que esperaban que se cayese para hacer un solar y construir vivien­das.

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Uno de los salones de San Benito, con techos abovedados, mobiliario de época y obras de arte de las colecciones personales de Manuel y Carlos.

—Siglos de historia y realeza se han hospedado en esta casa, cuéntanos qué personajes importantes han cruzado sus puertas. 

—En las anteriores casas, que fueron infelizmente destruidas en los años setenta e incluso una de ellas recientemente, se hospedaron Felipe V y toda su familia y corte, en el verano de mil setecientos treinta. Anteriormente, hay constancia de la cacería de osos de mi antepasado don Pedro el Justiciero (como lo llamamos sus descendientes) con el príncipe de Galés. La reina Isabel de Portugal, al casarse con el Emperador Carlos V, tuvo que retrasar su llegada a Sevilla porque se quedó tranquilamente en nuestras casas y disfrutó de estos parajes, por lo que nos concedieron las cadenas en nuestra casa y nuestro escudo de armas, hoy refrendado dicho privilegio por la Casa Real portuguesa. Y luego, muchas personas más de la realeza, finanzas, moda, cultura, política… Esta es mi casa y aquí vivo, pero es un concepto muy inglés que aquí no se entiende, es una casa abierta ‘Pay Guest’ para el mantenimiento de la misma. Es una idea muy romántica.

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Sobre estas líneas, los hermanos Álvaro y Pilar con dos de sus jack russell terrier.
Álvaro es un amante de los perros y ha conseguido crear una línea de sangre de jack russell terrier conocida en todo el mundo: “Mi primer contacto con la raza lo tuve en un viaje a Milán, donde me encontré al que sería mi primer perro, ‘Vicio’”

—Eres miembro de la Academia de las Artes y las Letras de Portugal, ¿tiene algo que ver con el homenaje del comedor a la cerámica portuguesa? 

—Mi vinculación a nuestra tierra hermana me viene de lejos, de los años de visita a Estoril. Yo siempre he amado Lisboa y he tenido casa allí. Mi unión a ese país se ha enriquecido con mi pertenencia a la Academia de Artes y Letras, a la ExLibris y a la Sociedad Geográfica de Lisboa, además de la Hermandad de Santiago y otras más. Don Duarte Pío de Braganza me concedió ser caballero de la Orden de la Concepción de Villaviciosa, máxima orden de la Monarquía Portuguesa, y el infante don Miguel de Braganza, la Gran Cruz del Infante Gran Maestre don Alfonso de Portugal de la Orden de Malta.

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El colorido comedor principal de la casa palacio, presidido por una gran mesa de caoba para varios comensales y sillas tapizadas con estampados en vivos tonos rojos, amarillos y azules, como las paredes, que contrastan con cortinas rojas. Como elementos decorativos destacan una colección de cerámica española y portuguesa y las vajillas inglesas de principios del XIX.

—¿Cómo se llevó a cabo la decoración de la biblioteca chinesca? 

—Un amigo me dijo que su mujer tenía que remodelar una farmacia de finales del siglo XVIII y me dio tanta pena que me llevé a mi mano derecha, Pepe Cataluña, y él la desmontó y la adaptó como biblioteca. El resto es una simbiosis de Amaro y mía, con mucho estudio y mucha fantasía.

“Aquí han llegado a hospedarse Felipe V y su familia, en el verano de 1730, y hay constancia de la cacería de osos de mi antepasado don Pedro el Justiciero con el príncipe de Galés”, dice Manuel

—Estar en vuestra casa recuerda a los escenarios de obras de teatro más palaciegas. 

—Fui una temporada curator assis­tant en la oficina del director del Museo de Arte Metropolitano Philippe de Montebello, en los años ochenta. Viví en Nueva York y, como dice mi buen amigo el historiador de arte Pepe Rodríguez, mis casas tienen una estructura contemporánea. Otra cosa es la decoración, ten en cuenta que Carlos y yo somos coleccionistas y nuestras casas son los recipientes de nuestras colecciones familiares y adquiridas. Estoy deseando donar parte de la colección a Andalucía y, sobre todo, las artes decorativas, que tan poca cabida tienen en nuestra tierra.

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La biblioteca. En el centro de la estancia hay un conjunto de sofás con estampado floral de los mismos clores que se repiten en las paredes.

—Eres un prestigioso decorador y escenógrafo internacional, ¿dónde has trabajado ? 

—En Venecia, Milán, Montecarlo, París, Nueva York, Lisboa, Bruselas… Pero, quizá, una de las obras personales de las que estoy más orgulloso es la decoración del palazzo Contarini Polignac Decazes, por todo lo que emocionalmente me llevó.

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Pilar posa en la biblioteca, hecha con los muebles de una antigua farmacia, en la que predomina la decoración de inspiración oriental, como las acuarelas chinas en papel de arroz, las figuras que descansan sobre la chimenea y los estampados de la librería.

—¿De dónde te viene tu vena artística? 

—Yo nazco artista porque lo llevo en la sangre. El padre y los hermanos de mi tatarabuela fueron pintores que tuvieron un peso en la retratística romántica aristocrática sevillana. La hija de don José Roldán —que era mi tatarabuela— se casó con el alcalde de Sevilla, caballero de la Gran Cruz de Isabel la Católica y comendador de Carlos III, don José de Morales, que añadió a su colección familiar grandes obras. Esta colección viene mencionada en los libros y guías de su época como una de las mejores. Por otra parte, mi familia materna está emparentada con la mejor colección que hubo en Sevilla, los herederos de deán López Cepero. Por eso, y también porque mi padre y abuelo pintaban, crecí en un ambiente que te daban un pincel con el biberón y en vez de fútbol, dinero o política, se hablaba de arte y cultura.

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La habitación conocida como la del Infante.

—Carlos, tú eres un reconocido anticuario y exper­to tasador de obras de arte, ¿de dónde te viene esta pasión? 

—Me dedico a la tasación y expertización de obras de arte, a la vez que anticuario. La pasión por el arte es heredada de mi familia. Mis padres no eran coleccionistas, pero sí les gustaba tener sus casas decoradas con antigüedades. Mi abuelo don Ildefonso Marañón Lavin fue un gran mecenas de arte. Aún se puede disfrutar del teatro Reina Victoria, que, con la República, pasó a llamarse Coliseo de España. También restauró la parroquia de la Magdalena. He crecido en el amor al arte y la belleza, además, dos tías mías, Ana y Ángela Marañón Lavin, se casaron con los hermanos Sánchez Dalp y reformaron casas de sus dotes en palacios que son referentes del regionalismo sevillano.

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Pilar en una de las galerías.
“La decoración de la biblioteca surgió a raíz de que un amigo me dijera que su mujer iba a remodelar una farmacia del siglo XVIII. Me dio tanta pena que me llevé a mi mano derecha, Pepe Cata­luña, y él la desmontó y la adaptó aquí”, cuenta Manuel

—Tenéis muchas piezas de arte en esta casa. Carlos, ¿cuáles consideras las más importantes? 

—Desde el punto de vista del valor sentimental, las que hemos comprado entre los dos y las de herencia familiar. En cuanto a importancia como obras de arte, un busto de mármol del Rey Carlos II de España, firmado por Antoine Coysevox; un retrato del duque de Veragua y virrey de México, del pintor novohispano Cristóbal de Villalpando, y un cuadro retrato del XIX duque de Medinaceli, del pintor Van Kessel el joven.

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Sobre estas líneas, la majestuosa escalera del palacio, decorada con azulejos antiguos. En la imagen superior, una bañera del siglo XIX, elaborada con pórfido rojo.

—Manuel, nos recibís junto a Álvaro, tu ahijado, y Pilar, ¿estáis muy unidos? 

—Sus padres son muy amigos de nuestra familia, los conozco desde que nacieron, Álvaro es mi ahijado. Son adorables y muy guapos, con un futuro por delante y muchas ganas de luchar y de vivir.

“Las obras de arte más destacadas son un busto del Rey Carlos II, de Antoine Coysevox; un retrato del duque de Veragua, de Cristóbal de Villalpando, y un cuadro del duque de Medinaceli, de Van Kessel”, dice Carlos

Hablan Álvaro y Pilar

—Álvaro, ¿cómo llegaron los jack russell a tu vida? 

—Son una raza que enamora a cualquiera, son unos perros casi perfectos al aunar belleza con un carácter afable, dentro de casa, junto al instinto atrevido y bravo mientras pasean por el campo, algo ideal para la caza. Aunque me apasionan desde hace años, mi primer contacto con la raza lo tuve en un viaje a Milán, donde me encontré al que sería mi primer perro, ‘Vicio’.

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En la imagen superior, Pilar en uno de los acogedores rincones del patio, rodeado de azulejos antiguos y diferentes plantas. Abajo, a la izquierda, las escaleras del patio que llevan al edificio principal. Al lado, una imagen del anticuario Carlos Marañón, quien reconstruyó el palacio junto a Manuel Morales.

—¿Qué tal compaginas tu trabajo en una agencia de comunicación con tu afición por los perros? 

—Sinceramente, es algo un poco estresante, pero, gracias a Dios, cuento con la ayuda de mis padres y mi hermana, a los que tengo que agradecerles eternamente toda la ayuda que me brindan cuidando a los perros, ya que la vida en una oficina de Madrid es algo difícil.

“La casa es un homenaje a mi madre. Todas las piedras armeras son de ella, salvo una de mi padre; es la forma de reivindicar su presencia”, explica Manuel

—Pilar, tu profesión, óptica, es muy vocacional o suele venir de familia, ¿cómo la elegiste?

—En mi caso, no podría decir que haya sido vocacional y tampoco viene de familia, pero me encanta mi profesión. No hay un día en el que no aprendas algo nuevo. Ayudar a ver a las personas, sobre todo, a niños y mayores, es muy gratificante. Trabajo en un centro óptico donde, en su mayoría, van personas con defectos visuales delicados, muchos no diagnosticados.

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Sobre estas líneas, Pilar y Álvaro en la piscina.
FOTOGRAFÍAFERNANDA Y PALOMA (COUCHE PHOTO)
MAQUILLAJE Y PELUQUERÍACHARO ANGULO
DECORACIÓN FLORALSALVADOR GONZÁLEZ
VESTUARIOPURIFICACIÓN GARCÍA, INÈS DE LA FRESSANGE PARIS PARA CUQUI CASTELLANOS, BASARI, LESTER, PANAMBI, MASSCOB PARA CUQUI CASTELLANOS, ZARA, MANGO, FORTE FORTE
JOYASARISTOCRAZY

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