Pérgolas, barandillas, enrejados, vallas, muebles de jardín… El metal en general, y el hierro en particular, están muy presentes en las zonas de exterior de tu casa. Protegerlos y cuidarlos es la mejor manera de conseguir que se mantengan en perfecto estado durante mucho tiempo. Te contamos cuáles son los productos que necesitas y cómo utilizarlos.
Apuesta por el hierro
El hierro es un material de siempre que no deja de utilizarse ya que, además de resistente, sólido y perfectamente adecuado para estructuras y otras aplicaciones, es también muy decorativo. Sin embargo, es fundamental saber cómo protegerlo de la erosión que ejerce sobre él el paso del tiempo y las circunstancias de estar a la intemperie.
La clave está en utilizar productos específicos para hierro y metal que protejan estos objetos del óxido y el deterioro.
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¿Cómo son las pinturas para metales?
Hoy día puedes encontrar en el mercado una lista interminable de productos especiales para objetos de metal. Son pinturas y esmaltes que poseen ciertas características que los hacen únicos a la hora de tratar estos materiales, por lo que resultan perfectas para decorar, y a la vez proteger, el hierro, el acero o el aluminio.
Para empezar, sirven para superficies de interior y de exterior (en estas es donde verdaderamente se necesita un cuidado extra). Soportan bien los efectos de la intemperie y los agentes climatológicos. Además, los encuentras en una gran cantidad de colores y acabados: mate, brillo, satinado, efecto forja, etc.
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Elegir el mejor acabado
Además de optar por un amplio repertorio de colores, también tendrás que elegir el acabado que prefieres para las estructuras y piezas metálicas que vas a pintar.
Los acabados lisos pueden ser mate, satinado o brillante en función de tus preferencias.
Además, para determinados objetos convendrá elegir pintura con efecto forja: posee un acabado mate y rugoso, con una textura áspera al tacto, adecuada para rejas y verjas, por ejemplo.
También destaca el acabado martelé, que consiste en un efecto de martilleado o golpeado. El hierro presenta una apariencia irregular, como si hubiera sido golpeado, un aspecto característico de las máquinas industriales.
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El primer paso: preparar las superficies
Preparar convenientemente las superficies de hierro que vamos a tratar con pintura o esmalte es fundamental para obtener un buen resultado. Por eso no debes escatimar tiempo ni esfuerzo. Los objetos a pintar deben estar totalmente limpios, sin restos de óxido o suciedad.
Para conseguirlo tendrás que lijarlos con un lija específica o frotarlos con un cepillo de acero. De esta forma eliminarás cualquier resto que puedan tener las piezas, lo que mejorará la adherencia de la pintura. Así obtendrás un buen resultado que, además, resulte más duradero.
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Imprimación, ¿sí o no?
Si el objeto metálico está en muy mal estado, sucio u oxidado, conviene aplicar una imprimación especial para metal antes de pintarlo. Aunque utilices buenos productos con buena adherencia, la imprimación prepara la superficie para lograr un resultado perfecto.
Este producto se hace muy necesario cuando se trata de pintar superficies de aluminio, ya que la pintura se adhiere peor sobre este material.
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Las ventajas de las pinturas al agua
Llegado el momento de pintar el objeto de hierro en cuestión, podemos optar por pinturas acrílicas (es decir, al agua) o por pinturas o esmaltes sintéticos (al disolvente).
Hace años, este dilema no se hubiera planteado, ya que las pinturas acrílicas no alcanzaban la resistencia necesaria para proteger los objetos de exterior. Con el paso del tiempo, y aunque los esmaltes sintéticos presentan mayor resistencia y durabilidad, este tipo de pinturas acrílicas se han desarrollado de forma notable, y hoy son capaces de proteger los estructuras y superficies que están a la intemperie.
Se trata de productos más ecológicos y sostenibles que, al diluirse con agua, son más fáciles y cómodas de usar. Las herramientas se limpian fácilmente, con agua y jabón. Además, este tipo de pinturas seca más rápido y no huele.
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Esmaltes sintéticos, resistencia extrema
Si vives en una zona de clima extremo con inviernos rigurosos y veranos abrasadores, o en una región muy húmeda, entonces lo mejor es utilizar pinturas y esmaltes al disolvente para proteger y decorar las superficies de metal de exterior.
Se trata de productos que incluyen resinas y otros componentes sintéticos que las dotan de una gran resistencia. Puede que sean más engorrosas de usar, ya que se diluyen con disolvente y las herramientas se limpian peor, pero en ciertas situaciones su uso está más que justificado. Son más duraderas y ofrecen una gran protección ante situaciones extremas: heladas, tormentas, intensa radiación solar, etc.
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El óxido, el enemigo a combatir
Cuando el hierro queda expuesto al aire y la humedad termina por oxidarse. La oxidación no es otra cosa que un proceso químico bastante perjudicial para los objetos de hierro, ya que los deteriora y debilita.
Para tratar de evitar que se produzca existen pinturas especiales con efecto antioxidante, que consiguen proteger las superficies de hierro de la corrosión. Una de sus ventajas es que para utilizarlas no hace falta limpiar ni decapar las piezas, sino que se pueden aplicar directamente sobre el metal oxidado en un solo paso, con lo que se ahorra tiempo y esfuerzo.
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Trucos para un resultado perfecto
Una vez la superficie metálica que vas a pintar esté preparada, ya puedes comenzar a aplicar la pintura o el esmalte. En este punto, hay ciertos trucos que debes conocer para trabajar mejor.
- Elige bien la herramienta: puedes pintar con brocha o rodillo (si la superficie es lisa), aunque para objetos grandes te vendrá muy bien una pistola. Trabajarás más rápido y conseguirás un resultado óptimo, ya que la pistola pulveriza la pintura y llega a todos los rincones y recovecos. Además, proporciona un acabado homogéneo, sin marcas.
- Es fundamental respetar los tiempos de secado indicados por el fabricante, tanto para la imprimación como para la pintura o el esmalte.
- Aplica la pintura en varias capas finas, mejor que en una sola más gruesa.
- No pintes los objetos de metal en un día de mucho calor. Las altas temperaturas y el sol intenso hacen que la pintura seque muy rápido y eso puede provocar que se agriete.
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