El invierno es la estación del año en la que el huerto da menos trabajo y se tienen menos tareas. No obstante, precisamente por eso, es buen momento para plantearse qué cultivar a partir de la primavera y realizar trabajos de mantenimiento necesarios. Lo vemos en detalle.
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Cultivos a los que les gusta el frío
Que la llegada del frío no te frene, se puede cultivar en el huerto algunas frutas y verduras y con estas ventajas adicionales:
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Los cultivos requieren menos riegos
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Existen menos plagas
¿Qué cultivar en invierno? Por ejemplo, lechugas (puedes hacerlo durante todo el año), guisantes, acelgas, espinacas, brócolis, grelos y rúculas. Normalmente tendrás que esperar, por lo menos, hasta la primavera para cosechar estas hortalizas.
Y respecto a las frutas, son perfectas todas las silvestres, como moras, arándanos, frambuesas, grosellas, fresas salvajes… Por cierto, si quieres introducir nuevos frutales ten en cuenta que enero es un mes perfecto para la plantación de manzanos (Malus domestica), perales (Pyrus) y árboles del membrillo (Cydonia oblonga). Así que, aunque en el invierno sea cuando menor actividad de siembra y trasplante hay, tampoco es que falten opciones.
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¿Qué podrás cosechar?
El invierno no es la época de mejor cosecha, pero incluso así trae excelentes productos de la huerta. Normalmente si los plantaste, podrás recoger durante esta estación del año coles, coles lombardas, coliflores, puerros, zanahorias, habas y rabanitos. Frutas típicas para estos meses fríos son también granadas, naranjas y limones.
A cubierto
No todo el mundo tiene un invernadero en su jardín para cultivar todos los productos de la huerta, si estás pensando en instalar uno, ubícalo en un punto soleado y orientado al sur. ¿Qué otras opciones puedes emplear para mantener a resguardo las frutas y hortalizas ya plantadas? Unas alternativas a esta instalación que resultan unas buenas aliadas contra el frío son las cubiertas, dado que mantienen a las plantas lo más protegidas posible de las heladas, el granizo y el viento. Los materiales con los que están hechos los velos para la hibernación habitualmente son el yute o el polipropileno. En cualquiera de los casos, la tela será ligera para dejar pasar la luz, el agua y el aire, pero matizados. Debes colocar los velos cuando venga el frío, incluso en otoño, y retirarlos cuando suban las temperaturas, pues favorecerán que los productos de la huerta crezcan algo más rápido, al conseguir concentrar mayor temperatura que la exterior.
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Aromáticas más protegidas
No todas las plantas aromáticas soportan el rigor del clima invernal frío. El romero, el tomillo y la salvia sí soportan las bajas temperaturas, también el perejil, el cilantro y la menta, entre otras hierbas. Para esas aromáticas que pueden sobrevivir al frío y a las heladas, lo mejor es cosechar en días en los que el termómetro no marque temperaturas bajo cero. Además, evita que las plantas se sequen regando en días sin heladas.
Otra medida que conviene tomar para cuidarlas es proporcionar un acolchado a base de hojas secas, ramas sueltas o hierba cortada. Debe ser una capa de materiales que no mantengan demasiado la humedad. No obstante, en los lugares con inviernos lluviosos no se podrá apostar por estos mantillos, pues pueden provocar que las raíces de las plantas se pudran.
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Claves para el riego
Debes ajustar los riegos, no solo en cuanto a frecuencia, pues cuando las temperaturas son muy bajas, es recomendable reducirlo, sino en cuanto a las horas de realizarlos. Evita la última hora de la tarde y la noche, porque si la tierra baja de temperatura durante la noche y tiende a helarse, esto será muy perjudicial para tus cultivos, al dañar las raíces. Nuestra recomendación durante esta estación del año: trata de regar en las horas más cálidas del día.
El resto del año, para que el agua no se evapore haz todo lo contrario, apórtala cuando el sol aún no ha salido o ya se haya ocultado, evitando las horas centrales del día.
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Sin tregua
Se puede cultivar en invierno, pero todo crece más lento y existe menos variedad. Lo que sí que no podemos olvidar es que conviene abonar la tierra y hacerla más rica en nutrientes, de cara a los cultivos futuros.
Por otra parte, comienza a plantar en semilleros todo aquello que quieras luego trasplantar a la huerta. El final del invierno es propicio por ejemplo para la siembra en semillero de tomates y berenjenas.
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En marcha mejoras
Las cargas de tareas en el huerto en invierno bajan considerablemente, por eso conviene hacer una evaluación. Sería interesante que mientras trabajas en el huerto a lo largo del año anotes qué carencias has observado y todos los aspectos que tienen margen de mejora. Y ahora, estudia qué hacer: quizá hay formas de optimizar el riego, has dejado algunos espacios muertos en el terreno que puedes aprovechar o los bancales no están expuestos a la orientación solar más adecuada, por ejemplo. Es el momento de trazar un plan de acción para cambiar lo que no ha funcionado.
En un huerto azotado por el viento deberás plantear la ubicación estratégica de arbustos y árboles, beneficiosos al hacer de pantalla protectora de los cultivos.
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Planifica ya los futuros cultivos
Papel, lápiz y planificación. Ya sabes que alternar los cultivos solo aporta beneficios: te ahorrará un gasto excesivo en abono para mantener la fertilidad del suelo o la utilización de tratamientos para evitar la aparición de plagas o la propagación de enfermedades. Así que aprovecha para decidir qué cultivo sucede al anterior, y recuerda, en la rotación no debes repetir cultivos de la misma especie o familia, de este modo optimizarás mejor los nutrientes del suelo.
En la reestructuración del huerto, piensa también en las flores y las hierbas aromáticas que van a ‘cuidar’ de tu huerto repeliendo plagas y atrayendo a especies polinizadoras.
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