En el universo emprendedor, existen matrimonios por partida doble: aquellos socios que, a la vez, son pareja. Alberto Banchio y la vitoriana Sandra López de Erentxun, fundadores de Juicy Avenue, empresa de zumos naturales y comida sana que se ha convertido en todo un referente, son dos casos elocuentes de cómo pueden ir, a veces, de la mano el trabajo y la familia. Y es en su impresionante casa familiar, en las dunas de Maspalomas, de Gran Canaria, donde nos cuentan cómo comenzaron la aventura de su próspero negocio, que comenzaron a gestar hace diez años y compaginan con el cuidado de sus hijos: Teo, de ocho años; Alessandro, de siete, y África, de cinco.
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—Alberto, este lugar lo construyó tu padre, que era italiano. ¿Cuándo llegó aquí y por qué decidió hacerse esta casa?
—Llegó en el año mil novecientos sesenta y seis. Mi padre trabajaba para Fiat en Turín y la empresa, que acaba de vender motores para barcos de pesca al Gobierno coreano, decidió trasladarlo a Las Palmas. Estando aquí, creó una empresa de trading de pescado que llegó a ser una de las más grandes del sector en España. Por otra parte, en aquella época, empezaba a despegar el turismo en Canarias y muchos residentes empezaron a comprar apartamentos o segundas residencias en las zonas que se estaban construyendo. En aquel momento, el sur de la isla estaba muy virgen y a mis padres les ofrecieron este terreno, entre las dunas y el campo de golf, donde se hicieron la casa.
“La zona que más disfrutamos es, sin lugar a dudas, la piscina. Es donde más vida hacemos durante el día y donde solemos recibir a las visitas cuando anochece”
—Se la encargaron a un arquitecto italiano, Dario Morelli, ¿por qué?
—Mi padre, que ha sido muy italiano tanto en la forma de expresarse como en la forma de vestir, quería que esta casa le recordara a sus orígenes en el norte de Italia. De hecho, en el año dos mil, se hizo una reforma integral y también se le encargó a un arquitecto de Turín.
—¿Qué significa esta casa para ti?
—Representa mi infancia, el lugar donde hemos pasado muy buenos momentos. A mis padres les encantaba que la casa fuera un punto de encuentro para la familia y los amigos y siempre había gente y se organizaban comidas. No daba tiempo a aburrirse nunca.
—¿Vosotros os consideráis también buenos anfitriones?
—Sí. Sin duda, es algo que hemos aprendido de mis padres. Aquí solemos organizar muchos eventos, sobre todo, durante el verano. Como nuestros invitados tienen siempre muchas expectativas por dedicarnos a lo que nos dedicamos, procuramos ser originales y que no falte comida ni bebida.
“Yo diría que es más complicado ser padres que empresarios. Cada niño es un mundo”, nos cuenta Alberto, que estudió en el mismo internado de Suiza que Marta Ortega y Pelayo Cortina
—Si no me equivoco, Los del Río actuaron en la inauguración de esta casa. ¿Qué relación teníais con ellos?
—Un día, mi madre le comentó a una amiga que querían traer algún grupo para la inauguración y le sugirió a Los del Río, que estaban empezando y se estaban haciendo conocidos en los tablaos de Madrid. Mi madre siempre cuenta que estaban encantados y que no se querían marchar. Años después, uno de mis hermanos coincidió con ellos en un evento en Sevilla y recordaban perfectamente la fiesta.
—¿Qué es lo que más os gusta de este lugar y qué zonas son las que más disfrutáis?
—Lo que más nos gusta es la magia y la armonía que se siente cuando entras en la casa. Y la zona que más disfrutamos es, sin duda alguna, la piscina. Es donde más vida hacemos durante el día y donde solemos recibir a las visitas cuando anochece porque siempre hace buena temperatura.
—¿Y cuál es vuestro rincón favorito?
—Hay un salón entre el comedor y la piscina donde siempre coincidimos todos, ya que es el punto de unión de las habitaciones, el comedor, la piscina y el recibidor. En él hemos pasado muy buenos momentos en familia.
—¿Cómo hacéis para conservar una propiedad como esta, de cinco mil metros cuadrados y mil construidos?
—Todo el mérito lo tiene mi madre, que tiene mucha vitalidad y hace lo posible para que la casa esté siempre impecable. Es conocida por su buen gusto en la decoración y los detalles. Parece increíble que la casa tenga casi cuarenta años y esté tan bien conservada.
“De mi marido destaco su calma y templanza a la hora de hacer las cosas y que siempre intenta sacar el lado positivo de todo, incluso de las malas experiencias. Según él, los fallos sirven para aprender y mejorar”
—Para ti, Alberto, por tus orígenes familiares, será muy especial el mármol travertino que se ha puesto en el suelo exterior.
—Sí, en la reforma se levantó todo el suelo exterior y se sustituyó por mármol travertino romano. Le gustaba mucho a mis padres porque es el que hay en las zonas peatonales de Roma. También hay otro material muy especial en el muro exterior que se hizo con piedras de una cantera volcánica de Lanzarote y se colocaron una a una.
—Vosotros, que estáis tan unidos a Canarias, ¿cómo estáis viviendo y siguiendo ahora lo que está ocurriendo en La Palma con el volcán?
—Estamos pendientes a diario de los avances y de cómo evoluciona. Da un pena terrible lo que ha ocurrido y ver las imágenes tan desoladoras de cómo arrasa con todo lo que se interpone en su camino. De hecho tenemos varios conocidos que han perdido sus fincas de plátanos y flores. Ahora solo queda mirar al futuro y ver cómo se va a ayudar a las familias afectadas.
—Estudiaste en un internado en Suiza, Aiglon College. Tengo entendido que en este colegio estudiaron Marta Ortega y Pelayo Cortina, ¿es así?
—Sí, en el colegio había gente de todas partes del mundo. De hecho, Sandra y yo nos conocimos en la finca de Pelayo, en Toledo. En ese momento, tenía novia, pero fue ver a Sandra y amor a primera vista. Fue un flechazo. Desde entonces, no nos hemos separado.
—Os casasteis con veintiocho años y vivisteis un tiempo en China.
—Sí, antes de conocer a Sandra, yo viví un año en Beijing, y, a los pocos meses de conocernos, la convencí para volver conmigo por una oportunidad laboral que me había surgido. Nos fuimos juntos tres meses. En aquel momento a nuestras familias les pareció un poco locura, pero al final salió bien. De allí trajimos la idea de montar Juicy Avenue.
“Nuestros invitados siempre tienen muchas expectativas con nosotros por dedicarnos a lo que nos dedicamos, así que procuramos ser originales y que no falte comida ni bebida”
—¿A quién de los dos se le ocurrió?
—Cuando estábamos en Beijing, Sandra iba siempre buscando sitios de zumos y siempre hablábamos de que parecía un buen negocio. Un día, en la habitación del hotel tuvimos una mala noticia del proyecto que teníamos en marcha y decidimos que, si volvíamos a España, tenía que ser con un proyecto en claro. Nos pusimos a hacer brainstorming y esa misma noche registramos el dominio de la web y nos pusimos a trabajar en el proyecto.
—Se dice que las altas esferas del mundo de los negocios siguen siendo patrimonio de los hombres, ¿cómo es tu experiencia de tener a tu mujer como socia?
—Tener a Sandra como socia es lo mejor que me ha podido pasar porque somos muy distintos a nivel empresarial. Ella es más detallista y eso se nota en todos los ámbitos de la empresa. Sin lugar a dudas, no podría funcionar sin estar los dos presentes.
—¿Qué destacarías de ella?
—Sandra es una mujer guapísima. Y eso, para las personas que no la conocen, suele ser lo que más llama la atención. Pero lo que yo destaco es lo buena persona y buena madre que es. Tiene un corazón enorme y es muy trabajadora.
—¿Y tú, Sandra? ¿Qué has aprendido de Alberto?
—Su calma y templanza a la hora de hacer las cosas. Siempre intenta sacarle el lado positivo a todo, incluso a las malas experiencias. Según él, los fallos sirven para aprender y mejorar.
“Tenemos varios conocidos que han perdido sus fincas de plátanos y flores”, nos dice el matrimonio, que está pendiente de la evolución del volcán en La Palma
—Tenéis una familia numerosa, ¿cómo compagináis el trabajo con los niños?
—Lo llevamos bastante bien, aunque tuvimos una racha un poco complicada cuando nos juntamos con tres niños de menos de tres años. A Sandra le costaba mucho dejarlos, pero por suerte podía trabajar desde casa y contábamos con la ayuda de mi suegra y de mi madre. Yo, al ser el que lleva la expansión, soy el que viajo más a menudo. Ahora es más sencillo porque van al colegio y por la tarde podemos pasar tiempo con ellos y trabajar desde casa mientras ellos hacen los deberes.
—¿Es más complicado ser padres que empresarios o a la inversa?
—Es distinto, aunque, si tuviera que decir una de las dos, diría que es más complicado ser padres. Cada niño es un mundo, con distintas inquietudes y personalidades.
—La mayoría de los niños españoles superan a diario las recomendaciones de la OMS sobre el consumo de azúcar. ¿Qué ejercicio recomendarías a unos padres para que sean conscientes de la cantidad de azúcar que toman sus hijos a diario?
—La verdad que en nuestra casa no se consume prácticamente azúcar. Se toman mucha fruta y zumos naturales, e intentamos que, si quieren una tostada, sea con mantequilla de cacahuete sin azúcar o con aguacate, que les encanta. Algunos fines de semana pedimos Sweet Teo para desayunar, que es nuestra marca de heladería y pastelería. Tampoco se les puede prohibir al cien por cien todo, porque después lo cogen con más ansia.
“En nuestra casa no se consume prácticamente azúcar y se toma mucha fruta y zumos naturales. Aunque tampoco se les puede prohibir al cien por cien todo”
—Sandra, para terminar, ¿cuál es el secreto para estar así de espectacular?
—He de reconocer que tengo una genética muy agradecida. Mi madre tiene sesenta años y, sin cuidarse en exceso, parece que tiene cuarenta. Yo me cuido, pero sin volverme loca. He practicado deporte toda mi vida e intento comer saludablemente entre semana y dejar los caprichos para el fin de semana.