El espectro electromagnético es muy extenso y algunas de estas radiaciones son beneficiosas, como la iluminación natural solar. Aquí vamos a centrarnos en las emisiones problemáticas, como los routers, el WiFi y la telefonía móvil, que en altas concentraciones pueden acarrear problemas para la salud.
Nos asesoran sobre esta temática Carles Surià, profesional liberal, ingeniero, geobiólogo y consultor en biohabitabilidad y Pere León, arquitecto geobiólogo, experto y divulgador en salud del hábitat, escritor y conferenciante.
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Radiaciones ionizantes y radioactivas
¿Lo sabías? España es el segundo país del mundo con más ondas electromagnéticas: 4.500.000 W/m². Por delante solo se encuentra Estados Unidos, con unos niveles de 6.000.000 W/m². “En la cola y mejor de todos encontramos a Liechtenstein, con 1.000 W/m²”, comenta Pere.
Dentro de las fuentes de emisiones electromagnéticas problemáticas, encontramos dos categorías que nos define Carles:
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No ionizantes: en este grupo se engloban la mayoría de radiaciones artificiales. Son generadas por cables eléctricos, transformadores, generadores, routers WiFi o telefonía móvil.
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Ionizantes (más conocidas como radioactividad): proceden de los materiales de construcción, como el granito o el basalto, o del terreno situado bajo la vivienda, como el gas radón. En aquellas viviendas construidas encima de fisuras o corrientes de agua subterráneas también puede haber picos de radiación gamma, una radiación muy penetrante en el cuerpo humano.
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La salud en juego
“Los efectos de la radioactividad, así como los efectos térmicos de las radiaciones no ionizantes (telefonía móvil, WiFi…) son ya muy conocidos. Respecto a los efectos no térmicos de las radiaciones no ionizantes, son tantos los descritos en bibliografía científica que solo podré destacar algunos de ellos. En niveles 1000 veces más bajos que los límites legales, los investigadores informan sobre dificultades de concentración y dolores de cabeza tanto en adultos como en niños y adolescentes. Además, también producen problemas de comportamiento en niños y adolescentes, y alteraciones del sueño en adultos. Otros efectos preocupantes publicados, son los daños en los espermatozoides, lo que genera preocupación sobre la fertilidad y la salud de la descendencia. Ya hay estudios también que apuntan hacia los campos electromagnéticos con el crecimiento alarmante del autismo”, apunta Carles.
En el mismo sentido Pere señala que “la presencia tan invasiva y persistente de campos electromagnéticos son debilitadores del sistema inmune a medio-largo plazo. Los efectos sobre nuestra salud van desde insomnio severo, despertares nocturnos, cansancio, bruxismo, dolor de cabeza, dolor cervical, pesadillas recurrentes, bajada de defensas y migrañas, hasta estados depresivos fuertes, incontinencia urinaria (en niños), enfermedades autoinmunes, abortos, infertilidad, cáncer y enfermedades degenerativas”.
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¿Cuándo existe contaminación electromagnética?
“La contaminación electromagnética es causada por la exposición excesiva de las personas a emisiones electromagnéticas generadas por antenas de telefonía, líneas de alta tensión, transformadores y otras radiaciones cuyo origen es el propio ser humano. Se mide con instrumentos de medición específicos, como sondas de campos, analizadores de espectro con antenas o contadores de centelleo. El objetivo de la medición es identificar, localizar y evaluar las fuentes de anomalías para crear un entorno lo menos contaminado y lo más natural posible, teniendo en cuenta todos las radiaciones y las numerosas posibilidades de diagnóstico”, afirma Carles, a quien vemos examinando una vivienda.
Y es que debido al el desarrollo tecnológico, social y laboral los patrones de exposición a dichas radiaciones han cambiado, disminuyendo el tiempo que pasamos gozando de luz solar y aumentando la exposición ambiental a fuentes de radiación no ionizante como las ondas electromagnéticas de telefonía móvil y a campos eléctricos alternos procedentes de aparatos que se conectan o cargan con electricidad. El medio en el que hoy vivimos es cada vez menos parecido a la naturaleza.
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Atención al peor combo
Carles manifiesta: “a mí particularmente me preocupa la exposición combinada de contaminación electromagnética con tóxicos ambientales. Tanto unos como otros pueden generar radicales libres, producir proteínas de estrés y causar daños indirectos al ADN. Cuando hay una exposición combinada, los daños a los genes pueden ser aún mayores”. Así pues, convendrá prestar atención a que el mobiliario esté fabricado con materiales naturales y que si llevan acabados dejen el poro abierto. Y respecto a los textiles, no hay nada mejor que los orgánicos.
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¿Podemos minimizar la contaminación?
Las soluciones más habituales y fáciles de aplicar se refieren a la minimización de fuentes internas, así, como cuenta Carles: “se propone priorizar la utilización de cable de red en vez de WiFi, y si se dispone de WiFi, como mínimo programar su desconexión automática todas las noches. En caso de disponer de teléfono inalámbrico, elegir el modo ECO+, de bajo consumo y baja radiación”.
El experto prosigue: “continuando con las fuentes internas, la toma de tierra de la instalación eléctrica de la vivienda tiene una repercusión determinante hacia los campos eléctricos ambientales, además de conferir seguridad para las personas. Es importante asegurarse que la toma de tierra sea sólida, preferentemente resistencias inferiores a 6 ohm. Y en cuanto a fuentes externas cercanas, como antenas de telefonía, líneas de alta tensión o estaciones de transformación eléctricas (ET) es recomendable pedir asesoramiento profesional antes de aplicar acciones de protección, pues frecuentemente nos encontramos soluciones caseras que agravan los problemas. En este aspecto, una solución siempre válida sería apartarse de la fuente de emisión. Por ejemplo, si debajo de la vivienda hay una ET, una recomendación general sería no situar justo encima de la ET un espacio de descanso”.
Cuidado especial con los dormitorios
Es una estancia de mucha permanencia y es donde se produce un periodo de regeneración diario indispensable para la recuperación de las personas, así que el dormitorio deberá cuidarse al máximo. ¿Qué aspectos hay que tener en cuenta? Según Pere, “principalmente la ubicación de la cama y su orientación. Hay que medir todos los factores que puedan perturbar un sueño reparador para evitar un mal mayor a medio y largo plazo”. Y respecto a la ubicación de estos espacios para el descanso, recomienda que estén situados “lo más apartado posible de cocinas o aparatos eléctricos. Y también mirar de no estar cerca de un cuarto de contadores o de transformadores”.
Carles añade: “En general no es una buena idea situar la cama al otro lado de la cocina. Si este es el caso, interesa que al menos el frigorífico esté alejado del cabezal de la cama. Este electrodoméstico, además de constituir una fuente de radiaciones que no puede apagarse, produce ruido y vibraciones que pueden ser especialmente molestas durante la noche”.
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El mejor descanso
Una clave es que la mesita de noche esté libre de tecnología. “Mi recomendación es empezar evitando fuentes de contaminación electromagnética visibles en las mesitas de noche: móviles, cargadores de móvil, radiodespertadores, vigilabebés, teléfonos inalámbricos… Y si se necesita despertador, la mejor opción es uno a pilas. Una vez aplicadas las medidas anteriores, si se percibe que el descanso continúa siendo mejor cuando se duerme fuera de casa, existe la posibilidad de que haya alguna fuente oculta, como por ejemplo la instalación eléctrica de detrás del cabezal, algún aparato del vecino o quizá una antena emisora cercana exterior cuya radiación entra por la ventana. Estas radiaciones se pueden identificar, medir y prevenir profesionalmente”, detalla Carles.
En época de teletrabajo
Son muchos los que trabajan en el despacho de su casa y se han montado su propio espacio de oficina. En estos casos, Pere afirma que “la cercanía de un router WiFi en menos de tres metros perjudica al sistema central nervioso y vegetativo debilitando y alterando su funcionamiento severamente a medio-largo plazo”. Así que convendrá mantenerse a distancia de él.
Carles también cuenta que “se recomienda evitar que los cables eléctricos discurran desordenados por encima y por debajo de las mesas. Es mejor ordenarlos y apartarlos de nosotros. Entre estos cableados, también se incluyen los tan habituales cargadores de móvil. Además, también es aconsejable apartar de nosotros las torres informáticas y calefactores, muy comunes en invierno”.
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La oficina en casa, sana
Otra batería de medidas que cuidan de nuestra salud: “asegurarse de que todos los aparatos que requieran conexión eléctrica con toma de tierra, normalmente ordenadores, monitores e impresoras, se conecten a un enchufe que disponga de toma de tierra válida. En cuanto a la iluminación, se recomienda priorizar la natural. En caso de requerir iluminación artificial, evitar lámparas que requieran de transformador. Finalmente, conexión a internet mediante cable de red. Algunos portátiles no disponen de puerto de red, en estos casos la conexión puede realizarse a través del puerto USB. Y en caso de utilizar accesorios que requieran conexión WiFi, es recomendable que el router no esté en la misma habitación”, prosigue el ingeniero, geobiólogo y consultor en biohabitabilidad.
Bombillas a descartar
La luz tiene impacto en nuestro ritmo circadiano y es importante preservar el ciclo natural día-noche. Un último apunte aportado desde el despacho de Carles Surià respecto a la iluminación artificial: “desaconsejamos las lámparas de bajo consumo, además de no cumplir con las expectativas de vida útil que se prometieron, ofrecen un espectro lumínico pésimo y contienen mercurio. De este modo, son mejores las bombillas LED, especialmente aquellas con índice de reproducción cromática (IRC) alta, entre 90 y 100”. Las luces LED son muy seguras porque no se calientan y además, su consumo eléctrico es muy bajo.
En la imagen, la lámpara de pie Aerial, de BoConcept, con bombilla LED GU 10.
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