Sostiene Raquel Cordón que la venganza no ha sido un sentimiento recurrente en su familia. Parece increíble con el calvario que han sufrido, ya que Raquel es una de las cuatro hijas del empresario Publio Cordón , secuestrado y asesinado por la banda terrorista GRAPO hace veintiséis años. Sin embargo, la venganza es el hilo conductor de Ojo por ojo (Planeta), la novela que su marido, J. K. Franko, seudónimo literario de Raúl Calvoz, acaba de publicar en España. Se trata del primer volumen de la trilogía La Ley del Talión, con la que espera cosechar el mismo éxito que ha tenido en Estados Unidos, donde ha vendido más de cien mil ejemplares. Antes de iniciar la gira promocional del libro por nuestro país, Raquel y Raúl nos recibieron en su espectacular casa de Miami.
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La mansión, situada en Coral Gables, la única urbanización completamente privada de la zona, tiene una superficie de 1.400 metros cuadrados distribuidos en un terreno de 7.500 metros cuadrados. Dispone de siete dormitorios, nueve cuartos de baño, dos garajes con capacidad para siete coches, rocódromo y embarcadero propio: sesenta metros a la orilla del mar, con acceso sin puentes al océano.
“En 2015, nos trasladamos a Miami. Compramos una casa que no era cien por cien de nuestro gusto mientras buscábamos un terreno donde pensábamos construir”, nos cuenta Raúl, que es un empresario, abogado y financiero norteamericano con raíces cubanas y españolas. “Una amiga y socia de Raquel, Lourdes Alatriste, encontró esta casa y la acabamos comprando. La renovamos, transformándola de un estilo anticuado neomediterráneo a algo parecido al estilo “neopalladiano”, con proporciones armónicas, simetría y elegancia basada en la sencillez”. Raquel, que es abogada de profesión y, tras hacer un máster en Bellas Artes, también es pintora y se dedica a la construcción y renovación de inmueble residencial, se encargó personalmente de la reforma . “Tuvimos que hacer muchos cambios estructurales. Movimos columnas, reconstruimos desde cero las escaleras principales, cambiamos de sitio o ampliamos todas las ventanas y puertas de la casa. Además de pasármelo muy bien, el resultado ha sido fantástico. A raíz de eso, me han surgido una serie de trabajos y estoy muy contenta porque, como profesional he crecido mucho”, asegura la empresaria.
“Mi familia ha sufrido mucho. Mis hijos nunca conocieron a su abuelo… En todas las celebraciones familiares siempre sentimos ese vacío... esa inconmensurable desazón”
En cierta manera, la casa también es protagonista de la trilogía de novela negra de J. K. Franko. “Cuando la escribí, me imaginaba que los protagonistas vivían en esta casa. Sale descrita en los tres libros y en ella suceden muchos de los acontecimientos de las tres novelas. Incluso yo iba a la casa cuando todavía estaba en obras para inspirarme mientras escribía”, nos comenta el autor.
Raquel, que además de abogada es pintora, ha expuesto su obra en Nueva York y en la feria Art Basel, de Miami
A Raúl, la afición por las letras le viene de su abuelo, “que huyó de Cuba con lo puesto, en 1959. Era un lector infatigable. Me traspasó ese amor a la literatura”. De hecho, ha escrito diez novelas. “Las siete primeras fueron, para mi gusto, abortos literarios, aunque aprendí mucho escribiéndolas. La trilogía —Ojo por ojo, Diente por diente y Vida por vida— es lo primero que mereció la pena publicar”, admite. En ella, Franko habla sobre las consecuencias de la venganza llevada al extremo.
J. K. Franko, seudónimo de Raúl Calvoz, acaba de publicar en España Ojo por ojo, la primera parte de una trilogía de novela negra titulada La Ley del Talión
—¿Cuánto hay de autobiográfico en la trilogía?
—Lo que diría que es autobiográfico son los lugares que los protagonistas visitan, donde transcurre toda la trama. Por ejemplo, aparece Colorado, que es donde vamos a esquiar. Igual que Austin, donde hemos vivido muchos años, y, obviamente, Miami —nos dice Raúl—.
—Raquel, ¿la venganza ha sido un sentimiento recurrente en tu familia?
—La verdad es que mi familia ha sufrido mucho por culpa del secuestro de mi padre. Mis hijos nunca conocieron a su abuelo… En las Navidades, los cumpleaños, los veranos, en todas las celebraciones familiares siempre sentimos ese vacío, esa inconmensurable desazón… La verdad es que, a veces, sí que sientes que no ha habido justicia. Pero es eso, más que sentimientos de venganza, sentimos que hemos sufrido una injusticia irreparable. Pero no, venganza no. Cuando naces con unos principios y unos valores, renunciar a ellos, saltártelos por tomarte la justicia de tu mano, te arranca la esencia de tu propia persona, te transforma.
—¿Nunca os ha asaltado ese pensamiento?
—Es muy difícil hacerse esa pregunta, plantearse la venganza y más llevarla a cabo en la vida real. Creo que para aquellos que hayan vivido algo tan terrible como nosotros no es una decisión sencilla.
—En los libros —apunta Raúl—, lo que se refleja es el cúmulo de circunstancias que se dan para que la pareja protagonista tome esta decisión; no es simplemente la injusticia, hay otros parámetros que van aumentando la presión y la necesidad de hacer algo.
“Cuando naces con una serie de principios y valores, renunciar a ellos, saltártelos por tomarte la justicia de tu mano, te arranca la esencia de tu propia persona, te transforma”
—Raquel, ¿echas de menos España, te gustaría volver a vivir allí?
—Yo lo pienso todos los días. A mí, desde luego, me gustaría, porque he vivido prácticamente toda mi vida fuera, por circunstancias, por trabajo, porque te casas… Para mí, que he vivido tanto en Texas antes de casarnos, Miami fue como el primer paso para decir “tengo que volver a España”. Aquí hay un ambiente muy español, una mezcla latina… Llegó un momento en que le dije a Raúl: “No sé qué hago yo en América, si lo que quiero es estar en España con mi madre y mis hermanas”. Así que lo tenemos en mente.
“Tenemos en mente regresar a España, llevo muchos años viviendo fuera y llegó un momento en el que le dije a Raúl: ‘No sé qué hago yo en América, si lo que quiero es estar con mi madre y mis hermanas’”
—El arte está muy presente en vuestra casa. Raquel, muchos de los cuadros son tuyos, ¿no?
—Sí que hay alguno, sí. Lo que pasa es que yo pinto mucho para casas, he hecho también diseño de interiores, pero la casa tiene mucha mezcla. Bueno, a mí me gusta mostrar mis obras, claro, como he hecho en Nueva York y en Art Basel, en Miami, pero este año, con la Covid... También tengo cuadros inspirados en las poesías que ha escrito Raúl. Nuestra idea es publicarlas algún día con mis ilustraciones.
—¿Cuál es vuestro rincón favorito de la casa?
Raúl.—El mío, el dormitorio, porque escribo de noche. No duermo mucho, así que tengo una cama articulada, levanto la espalda y me quedo ahí escribiendo.
Raquel.—Para mí, la terraza, que es muy relajante, y el jardín. Yo soy mucho de estar fuera de casa. Además, tengo un pequeño huerto que cultivo y me gusta mucho porque comes todo orgánico, además, aquí se da todo fenomenal ¡con el tiempazo que hay! Tengo unos tomates de Barbastro (Huesca), que me dio la mujer del cónsul español porque se mudaban de país. Así tengo un pedacito de mi tierra aquí, en Miami (risas).