Como media pasamos más del 90% de nuestro tiempo en espacios cerrados, ya sean la vivienda, la oficina u otro tipo de espacio de trabajo (establecimiento, taller, etc.), por eso es importante tener en cuenta el impacto que los edificios tienen sobre nuestra salud y bienestar. Y la certificación WELL está centrada precisamente en acreditar que su efecto sobre las personas es positivo. En cuanto a las residencias, actualmente valora únicamente bloques de pisos pero no viviendas unifamiliares o adosadas, algo que quizá pronto cambiará.
Para conocer a fondo en qué consiste la certificación WELL nos asesoran Bieito Silva, arquitecto, MBA y máster en sostenibilidad, responsable de certificación WELL en ITG WELL e Iratxe Ojembarrena, diseñadora de interiores especializada en biointeriorismo y fundadora de Iröq Homes.
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¿Con qué finalidad surge la certificación WELL?
“Surge a partir de la reflexión de dar respuesta a un problema que no se estaba tratando: convertir los espacios en entornos que fomenten la salud. Se trata de un marco de referencia que integra una serie de medidas basadas en la evidencia científica. Si hablamos de calidad del aire, por ejemplo, esta dependerá en gran medida de la calidad del aire del entorno, por lo que para conseguir una buena calidad del aire en algunos casos tendremos que implementar sistemas de filtrado más avanzados que en otros”, afirma Bieito.
Dado que los sectores residenciales y de oficinas son dos de los que más impacto tienen sobre nuestra salud, son en los que la certificación WELL está más expandida.
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Cada vez más demandada
WELL es una certificación relativamente joven, pues surgió en 2014 y el primer edificio se certificó en España fue en 2017. Se obtiene tanto en edificios nuevos como en existentes.
“El crecimiento de los proyectos WELL está siendo muy grande y se ha visto incrementado con la crisis sanitaria provocada por la pandemia de la COVID-19, que ha provocado que la salud sea el centro de nuestras vidas y que se aumente la implementación de estrategias de salud en los edificios. En pocos años WELL ha pasado de ser una novedad a establecerse como una certificación habitual, muchas veces complementando a otras certificaciones de sostenibilidad como BREEAM o LEED”, comenta Bieito.
¿Cómo se obtiene y qué plazo de validez tiene?
Prosigue Bieito: “WELL se compone de 10 categorías y más de 100 medidas enfocadas hacia la salud de las personas. Algunas son obligatorias y otras opcionales, cuantas más opcionales se realicen mayor será la puntuación final del edificio. Para certificar con WELL debemos planificar una estrategia en la que se identifiquen qué medidas opcionales vamos a aplicar y el objetivo de certificación. Para ello una buena opción es contar en el equipo de proyecto con un profesional acreditado WELL AP. Una vez implementadas las medidas, el proyecto será objeto de un doble proceso de verificación: documental e in situ (que incluye inspecciones visuales y mediciones) realizada por una tercera parte independiente. ITG WELL (wellservices.itg.es) es el organismo acreditado para realizar estas inspecciones presenciales. Una vez superado este doble proceso de verificación se obtiene la certificación del edificio”.
Un edificio que obtiene la certificación WELL debe renovarla cada 3 años para poder mantenerla, aunque el proceso en este caso resulta más sencillo que cuando se realiza la certificación por vez primera.
Características para obtener la calificación WELL
“Un edificio ‘WELL’ garantiza altos índices de confort y bienestar analizado desde diferentes puntos de vista (calidad del aire, confort lumínico, confort acústico, etc.) y con una base científica. Esto repercute positivamente en el bienestar y la salud de las personas lo que hace que su satisfacción y productividad aumenten. Todas las categorías incluyen medidas que aportan beneficios para la salud y el bienestar de las personas. Es importante resaltar que estos beneficios están respaldados por evidencia científica con amplio consenso”, comenta el experto de ITG WELL.
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Las 10 categorías que aborda el WELL
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Aire: alto nivel de calidad de aire interior.
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Iluminación: Una iluminación natural y artificial de calidad.
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Confort térmico: adecuados sistemas de climatización.
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Sonido: correcta insonorización y buen confort acústico.
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Materiales: evitar o reducir la exposición de las personas a materiales contaminantes.
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Agua: buena calidad del agua.
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Movimiento: promoción de la actividad física.
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Mente: apoyo a la salud emocional mediante la biofilia.
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Alimentación: fomento de la alimentación saludable.
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Comunidad: una cultura de la salud y una comunidad inclusiva y comprometida con estos valores.
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Implementar las medidas recogidas en el WELL
La certificación WELL asegura ventajas económicas a los edificios residenciales, pues ven incrementado su valor en el mercado, tanto si se trata de venta como de alquiler. Si bien hay que reconocer que, como cuenta Iratxe, “implementar las estrategias definidas para lograr la certificación WELL en edificios residenciales puede resultar muy costoso y complejo, ya que muchas de ellas afectan a la envolvente del edificio o a elementos sobre los que individualmente no podemos actuar”.
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Tener una buena calidad del aire
Este es uno de los diez puntos que aborda el WELL e Iratxe realiza estas recomendaciones: “para mantener la calidad del aire en nuestras viviendas, la mejor solución es una adecuada ventilación. La mejor opción es recurrir a la ventilación natural, a través de las ventanas, aunque también podemos utilizar sistemas de ventilación mecánica. Y en caso de aplicar este segundo sistema, habrá que prestar atención a su mantenimiento para asegurarnos una adecuada filtración del aire”.
En muchas ocasiones, las partículas nocivas entran a nuestras casas desde el exterior adheridas a nuestros zapatos o nuestra ropa y luego las respiramos. “Dos medidas sencillas y, al mismo tiempo, altamente eficaces son: contar con una alfombra en la entrada que absorba parte de las sustancias contaminantes del calzado, así como colocar un pequeño mueble o perchero en el que dejar los zapatos y la ropa de abrigo al entrar en casa”, prosigue la experta.
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Correcta iluminación
En las viviendas no solo debemos tener acceso a luz natural sino que convendrá mejorar la calidad de la luz artificial. Iratxe cuenta que: “una de las bases científicas en las que se apoya WELL es el impacto que la luz tiene en nuestro ritmo circadiano y la importancia de preservar el ciclo natural día-noche. Todo tipo de luz, y no solo la procedente del sol, afecta al ciclo diario de sueño-vigilia, por lo que es fundamental un correcto diseño de la iluminación en la vivienda para preservar nuestra salud, manteniéndonos activos durante el día y favoreciendo el descanso durante la noche”.
¿Cómo se logra? La fundadora de Iröq Homes detalla que “en el diseño de la iluminación debe potenciarse la luz natural, cuidando los reflejos y posibles deslumbramientos que pueda ocasionar, y acompañarla de luz artificial cuando la luz natural no sea suficiente. Sin embargo, para no alterar el ritmo circadiano, debe cuidarse esta iluminación artificial, adecuando su intensidad y color a cada momento del día, del mismo modo que durante las horas de descanso debemos tratar de no contar con iluminación alguna”. En este sentido resulta muy interesante dotar las luminarias de reguladores de intensidad, aunque muchas lámparas ya integran el sistema.
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Un buen confort térmico
En este punto del WELL se trata cuál es la adecuación del espacio para maximizar el confort térmico y evitar las pérdidas energéticas.
La orientación del bloque de viviendas será un punto importante, así como los cerramientos y la envolvente (todo lo que respecta a la fachada). Será preferible elegir un sistema de calefacción sostenible, como el suelo radiante por agua, recomendado por la OMS, al darnos una sensación de confort inigualable. Y procurar también una refrigeración sostenible.
Eliminación de molestos ruidos
Otro de los aspectos en el que podemos adoptar estrategias para mejorar nuestros hogares es una buena calidad acústica, con lo que será vital insonorizarlo correctamente, entre otros aspectos.
“Si hay problemas de ruidos, habrá que primero localizar las fuentes de ruido y, en aquellas zonas en las que precisemos de mayor silencio (zonas de descanso o de alto nivel de concentración), aplicaremos las soluciones necesarias para amortiguarlo: aislamiento de paredes y suelos, la utilización de materiales y acabados de superficies que reduzcan la reverberación, o de mobiliario y elementos decorativos que amortigüen el sonido, como los textiles, son algunas de las opciones con las que podemos trabajar”, cuenta Iratxe.
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La selección de los materiales
Una de las opciones más accesible para conseguir una vivienda más saludable es una cuidada selección de los materiales con los que vamos a renovar y decorar nuestros interiores.
“Dado que estos materiales pueden contener en su composición sustancias químicas que, al ser respiradas o al tener contacto con ellas, pueden ser perjudiciales para nuestra salud, tenemos que apostar por materiales y acabados que no contengan componentes químicos y evitaremos productos que emitan compuestos orgánicos volátiles (COVs). Debemos fijarnos en la composición de los aislantes, pinturas, adhesivos, plásticos, revestimientos de paredes y suelos, mobiliario e incluso en los accesorios decorativos”, aconseja Iratxe.
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