Circulan tantos consejos, trucos y remedios caseros en Internet sobre la limpieza en el hogar que, a veces, es difícil distinguir los verdaderos de los falsos, con el consiguiente estropicio que pueden causar si no funcionan. Por eso, hemos decidido poner algo de luz a este asunto, seleccionando 10 mitos para limpiar la casa que son lo parecen y ofrecen el resultado que esperabas. ¡Comprobados!
1. La lejía es un gran desinfectante
Pues sí, uno de los mejores. Mantiene a los gérmenes a raya tanto en el lavado de la ropa como en los sanitarios del baño o los azulejos de la cocina. Eso sí, siempre diluida (un tapón por cada 5 litros de agua). Sin embargo, no podemos decir lo mismo de su capacidad de limpieza (no elimina manchas) y de su famoso poder blanqueante. Aunque no te lo creas y la hayas usado muchas veces para ese fin, habrás podido comprobar que ni la ropa queda blanca nieve e, incluso, a veces deja círculos en las prendas y deteriora los tejidos. Si la usas por higiene, perfecto, como blanqueante, mejor recurre al perborato.
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2. Con las bayetas de cristales no necesitas nada más
Pues es verdad. Con ellas no tendrás que usar ni limpiacristales ni otros productos similares, bastará con mojarlas, escurrirlas bien y pasarla por ventanas, mesas de cristal y espejos. Evidentemente este truco solo funciona si tus vidrios no tienen barro o una capa de suciedad extra, ya que en ese caso, primero tendrás que lavarlos con agua y amoniaco o una mezcla de agua y vinagre. Por cierto, el universo doméstico está revolucionado con el utensilio limpiacristales de Mercadona (1,70 €). Será cuestión de probar.
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3. Tu hidratante corporal también vale para tu sofá de cuero
Aunque a este truco habría que ponerle un ‘pero’, solo si hablamos del bote azul de Nivea de toda la vida. Si no quieres gastarte más de lo necesario en un producto para nutrir tu sofá de cuero, este clásico es tu solución. Según la humedad donde vivamos es necesario hidratar con más o menos frecuencia nuestro mueble de piel. Así, en Madrid, por ejemplo, bastarán con dos veces al año. Para que quede perfecto, limpia primero el polvo con un paño de microfibra y divide en secciones, para acometer el siguiente paso de una en una.
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4. Mejor poco detergente que mucho
¡Cierto! Más jabón para lavar la ropa se traduce en más gasto energético y de agua y peor resultado. Lo mejor es ajustar la cantidad al volumen de la ropa, su grado de suciedad y la dureza del agua. Ante la duda, mira los consejos del fabricante y olvídate del chorrito extra. Por cierto, este consejo es válido también para el lavavajillas o el cubo de fregar, ya que solo conseguirás hacer más espuma y que tu vajilla o tus suelos queden más sucios que antes. Sin olvidar, la cantidad de agua que tienes que gastar para quitarla.
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5. Ventilar antes que limpiar
Otro de esos consejos que has incorporado a tu plan de limpieza y que no sabes de dónde ha salido. Realmente es cuestión de lógica. Ventilar es fundamental siempre, pero debe hacerse en el orden correcto, ya que si abres las ventanas después de limpiar todo se volverá a llenar de polvo. Por eso, es conveniente ventilar antes y abrir mientras se aspira. Ten en cuenta que para una buena ventilación es mejor abrir varias puertas y ventanas unos centímetros que una sola de par en par. 15 minutos son suficientes, también en invierno, ya que renovarás el aire y no supondrán un gran esfuerzo energético. Por cierto, mejor por la mañana.
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6. Elegir programas delicados en la secadora
Es cierto que elegir un programa delicado en la secadora, que deje la ropa algo húmeda es mucho mejor que secarla a tope. ¿Los motivos? Las prendas se estropean mucho menos y resulta más fácil plancharlas. Cuando la saques, estira cada una en una superficie plana y alisa con las manos. Ahora que llega el frío y la lluvia, saber usar adecuadamente la secadora hace tu colada mucho más sencilla.
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7. Cambiar las sábanas semanalmente
¡Es verdad! E, incluso, más de una vez, especialmente en verano y en función de la situación: si sudas mucho o te maquillas a diario, por ejemplo, pueden ser dos. Sin olvidar que acumulan células muertas de piel, ácaros de polvo y bacterias. A la hora de lavarlas, mejor a altas temperaturas entre 40 y 60º para que, además de limpias, queden desinfectadas (a 30º solo se elimina el 6% de las bacterias). Y los días que no las cambies, es conveniente airearlas, estirarlas y dejar que se ventilen. Si tenías dudas, la funda de la almohada también forma parte de la cama y debe lavarse aún con más frecuencia.
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8. Fregar el suelo con agua fría
Aunque para desinfectar la ropa es recomendable el agua muy caliente, no ocurre lo mismo con el agua de la fregona, salvo que haya manchas resistentes que no salgan fácilmente. Es conveniente usar agua fría o, al menos tibia, sobre todo en suelos de madera y naturales, y porque mantiene el aroma del producto durante más tiempo. Sin olvidar, además, que muchos limpiadores que llevan lejía pierden efectividad con el agua caliente. Ten en cuenta que, para que queden impecables, es conveniente cambiar el agua cuando esté sucia y no debes usar la misma para la cocina que el salón.
9. El orden al limpiar importa
En lo relacionado con la limpieza, el orden de los factores… ¡Sí altera el resultado! Es decir, siempre de arriba abajo, para evitar volver a ensuciar lo que acabas de limpiar y, en el caso de la cocina, mejor empezar por los electrodomésticos que más grasa acumulan, horno y campana principalmente para dejar actuar los productos antigrasa mientras limpias los armarios por dentro. De la misma manera, en el salón primero debes quitar el polvo y después pasar el aspirador.
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10. Las fregonas de microfibra son mejor para el parqué
Ni todas las fregonas son iguales ni valen para todos los tipos de pavimento. Así, las de tiras de algodón son perfectas cuando se derrama algo y en superficies rugosas, aunque pesan más y son más difíciles de escurrir, mientras que las de microfibra son una buena opción en limpiezas diarias o de mantenimiento y en suelos que no admiten bien la humedad, como el parqué o el mármol, ya que absorben más suciedad y no dejan pelusa. Sin olvidar que eliminan un 20% de microbios más que una normal.
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