castillo jos miguel carrillo de albornoz hola 4029© Álvaro Medina Sierra

José Miguel Carrillo de Albornoz, vizconde de Torre Hidalgo, nos recibe en su histórico castillo del siglo XIV y nos cuenta cómo es vivir en una antigua fortaleza medieval

Licenciado en Derecho, escritor y destacado anticuario, nos abre las puertas de Las Seguras, una de las últimas torres de defensa de Cáceres, junto a su hermana y su sobrina


Actualizado 15 de octubre de 2021 - 21:46 CEST

Entrar en el castillo de Las Seguras es como hacer un viaje a través del tiempo, donde pasado y presente se dan la mano. Situado a diez kilómetros de la ciudad de Cáceres y “abrigado” por un impresionante jardín, sus muros han sido testigos de importantes capítulos de la historia y, siempre manteniendo su esencia, se ha ido modernizando para seguir el compás que marca el siglo XXI. La vida de esta antigua torre de defensa, que data del siglo XIV, ha estado siempre vinculada a la familia de José Miguel Carrillo de Albornoz Muñoz de San Pedro, vizconde de Torre Hidalgo —su actual propietario—, que hoy nos abre sus puertas para sumergirnos en su atmósfera y recorrer sus fascinantes estancias. Nos recibe acompañado por su hermana, Blanca, y la hija de esta —a quien llama, cariñosamente, Blanquita—, ambas interioristas, y nos cuenta cómo, generación tras generación, han ido trabajando para que Las Seguras sea uno de los castillos con más encanto de nuestro país.

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© Hola

—¿Cómo pasó este castillo a formar parte de la familia? 

—Las tierras del heredamiento de Seguras y Mogollones fueron una donación del Rey Alfonso IX de León y XI de Castilla a su nieto don Alfón Gil Mogollón, tras la conquista definitiva de Cáceres. Esta antiquísima familia se une al linaje de Ovando ya en el siglo XIV y sigue en la familia desde hace siete siglos.

“El Rey Carlos I otorgó el señorío del castillo de Las Seguras a don Cosme de Ovando y, desde entonces hasta hoy, lleva diecinueve generaciones en la familia”

—¿Qué nos puede contar de su historia? 

—El castillo se levantó en el siglo XIV y fue destruido por el almirante portugués don Nuño Alvares Pereyra cuando vino a tomar Cáceres, en una batalla que se libró en estos llanos. Volvió a levantarse poco tiempo después, en el siglo XV, y de esa época son la torre y el cuerpo anexo a la misma, que incluye la capilla con frescos de Juan de Ribera, pintados sobre 1510, y los escudos de su propietario, que era entonces don Hernando de Ovando. Carlos I otorga el señorío del castillo de Las Seguras a don Cosme de Ovando y, desde entonces hasta hoy, son diecinueve generaciones en la misma familia.

© Álvaro Medina Sierra

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Arriba, la fachada del castillo de Las Seguras, rodeada de vegetación. Junto a estas líneas, su propietario, José Miguel Carrillo de Albornoz Muñoz de San Pedro, vizconde de Torre Hidalgo, posa en el espectacular jardín, en el que lleva trabajando cuatro décadas, junto a su hermana, Blanca, y la hija de esta, que también se llama, Blanca, ambas interioristas.

—Se han hecho muchas reformas, ¿cuáles han sido las más significativas? 

—La más importante la realizó mi abuelo Miguel Muñoz de San Pedro e Higuero, conde de Canilleros y de San Miguel, a principios del siglo XX, recuperando la torre redonda, rehaciendo la escalera principal y restaurando el conjunto de la muralla. Posteriormente, mis padres realizan una gran reforma, en mil novecientos sesenta y ocho, para dotar a la casa de las comodidades modernas. Y a mí me ha tocado crear el jardín que rodea la casa durante los últimos cuarenta años, un espacio de verdor y vegetación que es un oasis en medio de la estepa extremeña.

“Mantener la casa es una prioridad familiar. Cada generación ha ido dejando su sello. Yo tengo aquí mis colecciones de arte, mi biblioteca y archivo y muchos recuerdos”

—Ahora es usted su propietario. Ser dueño de un castillo es el sueño de muchos, pero supongo que dará mucho trabajo... 

—Para mí, mantener la casa es una prioridad familiar. Cada generación le ha ido dando algo y cada uno ha ido dejando su sello. Tengo aquí mis colecciones de arte, mi biblioteca y archivo y muchos recuerdos.

© Álvaro Medina Sierra

“Con mi abuelo Miguel Muñoz de San Pedro e Higuero, conde de Canilleros y de San Miguel, aprendí la historia de la familia y a amar los libros, en su biblioteca del palacio de Ovando, de Cáceres. Él fue el artífice de la reforma más importante del castillo, a principios del siglo XX”, nos cuenta José Miguel.

—Ha pasado en su familia de generación en generación, ¿qué le enseñaron sus padres y sus abuelos de este lugar? 

—Mis padres, el respeto a la tradición. Mi padre, que era cordobés, se enamoró de Las Seguras y cuidó la casa como propia y trajo aquí la importante colección de hierros de caballos de sus abuelos cordobeses, los marqueses de Senda Blanca y de Villaseca. A mi madre se debe la calefacción central, la luz y el teléfono. Mi abuelo materno, el conde de Cani­lleros, me enseñó la historia de Las Seguras. Él fue escritor, correspondiente de las Reales Academias de la Lengua y de la Historia por Extremadura, fue director del Museo de Cáceres y conservador de monumentos de Extremadura, una persona muy estudiosa de la historia extremeña y americana. En Las Seguras hubo asentamientos prerromanos y hay numerosas tumbas graníticas e incluso se hallaron bronces íberos —que están en el Museo de Cáceres— y un altar de sacrificios en un paraje cercano.

© Álvaro Medina Sierra

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Arriba y a la derecha, el salón, cuyas paredes rojas están repletas de obras de arte. A lizquierda, el escudo de Canilleros.

—Es usted licenciado en Derecho y ha publicado una veintena de libros, pero el arte es su pasión. ¿Cuándo empezó a interesarse por él y qué significa en su vida? 

—Para mí, el arte es hermano de la historia y son mis dos grandes pasiones. Sin la historia, el arte se queda cojo, y sin el arte, la historia pierde dimensión. Viví rodeado de estas dos. Con mi abuelo Miguel aprendí la historia de la familia y a amar los libros, en su biblioteca del palacio de Ovando, de Cáceres. El arte es la consecuencia de esa pasión por la historia. Desde muy joven, comencé a ir a museos y exposiciones. Con mi abuelo estuve en la exposición de Ortega Muñoz en Badajoz, con once años. He tenido la fortuna de conocer a numerosos artistas y galeristas a lo largo de mi vida. He sido amigo de muchos y he procurado ayudarlos en sus carreras. Luego, al trabajar durante catorce años como director comercial y suscriptor de la primera compañía de seguros de arte del mundo, eso me permitió el contacto con las grandes colecciones y las grandes exposiciones.

“La familia y los amigos son dos pilares básicos de mi vida. Siempre he sentido especial cariño por mi hermana y por mi sobrina, Blanquita, que es como la hija que no he tenido”

—Además, es director de uno de los más importantes anticuarios de Europa, ¿cómo comenzó a abrirse paso en este mundo? 

—De los seguros de arte pasé a colaborar con una galería extranjera en Arco, fui profesor de los cursos de coleccionismo artístico de la Universidad de Sevilla y escribí el libro Entender de arte y antigüedades. Guía práctica para el coleccionista con mi amiga la princesa Beatriz de Orleans. Luego fui director comercial de la casa de subastas Fernando Durán, hasta que, este año, entré en Nicolás Cortés Gallery, un proyecto que me llena de ilusión por la profunda admiración que me produce mi jefe y amigo, Nicolás Cortés, sin duda, uno de los mejores ojos pictóricos del mundo y que me permite seguir aprendiendo cada día.

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“Blanca, mi hermana, fundó hace muchos años una empresa de interiorismo, y su hija, Blanquita, a día de hoy, la dirige”, dice sobre su hermana, que, arriba, posa en una de las puertas que dan al jardín. Debajo, el comedor, con una colección de cerámicas. Sobre estas líneas, la capilla, construida en el siglo XV, tiene frescos de Juan de Ribera pintados en 1510. En el centro del altar hay un San José italiano de alabastro del siglo XVII.

—Tendrá muchas piezas en casa, ¿cuáles son para usted las más importantes? 

—Tengo especial cariño a algunas obras heredadas de mis mayores: un retrato del arzobispo don Alonso Carrillo de Albornoz o un alabastro de un San José, que ha pasado de padres a hijos en mi familia paterna, o los dos armarios barrocos portugueses del salón, que fueron un regalo del Rey de Portugal a la poetisa extremeña Carolina Coronado, cuya hija se casó con un miembro de nuestra familia.

“En Las Seguras hubo asentamientos prerromanos y hay numerosas tumbas graníticas e incluso se hallaron bronces íberos, que están en el Museo de Cáceres”

—Tiene una gran colección de cuadros, ¿cuál tiene, para usted, un mayor valor sentimental? 

—Valor sentimental tienen muchas cosas en casa. Quizá, destaque un cuadro de pájaros del comedor, que adquirió mi madre y que siempre me encantó desde niño.

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“El castillo data del siglo XIV y fue destruido por el almirante portugués don Nuño Alvares Pereyra cuando vino a tomar Cáceres. Volvió a levantarse poco tiempo después, en el siglo XV, y de esa época son la torre y el cuerpo anexo a la misma”, nos explica el vizconde de Torre Hidalgo. Sobre estas líneas, él y su hermana, Blanca, en la escalera principal.

—¿Cómo describiría la atmósfera del castillo y su estilo? 

—Mi casa tiene una atmósfera de paz. Es algo que dice todo el mundo que entra aquí. Por eso decidí abrirla para eventos, hace unos años, y me encanta que se celebren bodas. Me gusta compartir mi casa con personas que emprenden una nueva vida juntos.

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Uno de los dormitorios de Las Seguras, con una cama del siglo XVIII.

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Otro de los dormitorios de Las Seguras. La habitación con blasones de los condes de Canilleros.

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La habitación azul, con cama de dosel del siglo XIX, de la condesa de Canillero.

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Su cuarto de baño, situado en la torre redonda del castillo.

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Uno de los pasillos.

—Nos recibe junto a su hermana, Blanca, y su sobrina, que se llama Blanca también, ¿están muy unidos? 

—Yo tengo dos hermanos, Manolo y Blanca, y dos sobrinos, Blanca y Manuel, y soy muy familiar. Los quiero a los dos por igual. Para mí, la familia y los amigos son dos pilares básicos de mi vida. Siempre he tenido un especial cariño a mi hermana, que era la pequeña de la familia, con quien, además, comparto amistades y vivencias, porque vivimos en la misma ciudad. Para mí, mi sobrina Blanquita es como la hija que no he tenido y tengo una relación muy estrecha con ella. Nació casi diez años antes que mi sobrino Manuel, que es un chico estupendo y está dando sus primeros pasos por el mundo laboral en Madrid.

© Álvaro Medina Sierra

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Arriba, vista desde el exterior del castillo, que está situado a tan solo diez kilómetros del centro de Cáceres. Sobre estas líneas, el arco de piedra de la entrada.

—¿A qué se dedican? 

—Blanca, mi hermana, fundó, hace muchos años, una empresa de interiorismo y su hija, Blanquita, que hizo la carrera y un máster de Interiorismo, a día de hoy, la dirige.

© Álvaro Medina Sierra

Blanca Carrillo de Albornoz y su hija, Blanca, en el jardín de Las Seguras, donde, generación tras generación, la familia ha trabajado para mantener su encanto.

TextoCristina Olivar
ProducciónInés Domecq
FotosÁlvaro Medina Sierra
Maquillaje y peluqueríaMaría Salud Vélez (Moncho Moreno)
Ayudantes de producciónClaudia Pintado e Icíar Murrieta
Vestuario y accesoriosAntik Batik, Cashfana, Estrivancus para Adlib Ibiza, Marina Rinaldi, Paloma Lajud, World Family Ibiza