Puede que tu casa esté emplazada en un lugar retirado del mundanal ruido donde no tengas vecinos ni necesites acotar tu espacio exterior, pero lo más habitual es que necesites delimitar el perímetro de tu jardín de alguna manera. Es ahora cuando entran en la ecuación las vallas como la opción más práctica para conseguirlo.
La mejor protección
Una valla de jardín no cumple solamente la función de rodear tu parcela para proteger sus accesos. Es la opción más habitual para acotar el espacio pero, además, cumple otras funciones interesantes.
Sirve, por ejemplo, para aportar privacidad a tu jardín, ocultando el interior de las vistas de los curiosos. Este aspecto está muy relacionado con el tipo de valla que elijas, ya que no todas ocultan lo mismo (en función del diseño y los materiales algunas son más cerradas que otras).
Las vallas de jardín cumplen también una función decorativa. Existe una gran variedad de modelos para que puedas elegir la que mejor se adapta al estilo de tu jardín.
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¿Para qué la necesitas?
La primera cuestión que debemos plantearnos en el momento de elegir una valla para delimitar nuestro jardín es para qué la necesitamos. Es decir, cuál es el objetivo que queremos cumplir instalando este tipo de cerramiento de exterior.
Puede que necesitemos, simplemente, delimitar la zona para separarla de las parcelas colindantes. O quizá necesitamos más seguridad y controlar los accesos a la casa. También es posible que la privacidad sea un aspecto importante que priorizar al seleccionar la valla más adecuada para nosotros.
Tener en cuenta el tipo de superficie en la que vamos a instalar la valla es también importante, ya que no es lo mismo colocarla sobre tierra que sobre un suelo de hormigón, por ejemplo.
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Preservar tu intimidad
Un aspecto importante a la hora de disfrutar del jardín y de las zonas de exterior es la privacidad de la que disfrutes cuando estás allí. No es lo mismo un jardín abierto en el que cualquier persona puede ver lo que haces desde el exterior, que uno debidamente protegido de las miradas de paseantes o vecinos.
Para preservar tu intimidad existen vallas muy adecuadas que, además, no resultan antiestéticas. Su diseño garantiza que puedas disfrutar de tu jardín sin sentirte observado. Podrás decidir entre vallas muy abiertas y otras totalmente tupidas, según tus preferencias y necesidades.
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Vallas de madera: muy decorativas
Por su capacidad para cerrar un espacio sin sacrificar el aspecto decorativo, la madera es uno de los materiales más utilizados para fabricar vallas de jardín. De hecho, son las más habituales ya que se instalan fácilmente y el resultado es muy estético.
Si te decides por ellas tendrás que elegir entre una gran variedad de tipos de madera, tonalidades y diseños. También hay muchos estilos diferentes, desde modelos rústicos hasta otros más modernos.
Otro aliciente de las vallas de madera es que se instalan muy fácilmente, simplemente clavando los postes al suelo con los anclajes adecuados.
Un consejo: es fundamental tener en cuenta si la madera lleva el tratamiento adecuado para estar a la intemperie. En caso de no ser así, serás tú quien tenga que aplicarlo.
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El tratamiento adecuado para la madera
Si has comprado e instalado una valla de jardín de madera sin tratar, debes tener claro que es muy importante que apliques un tratamiento protector cuanto antes. De lo contrario, tu valla se estropeará sin remedio en poco tiempo por la acción de los rayos del sol y por la humedad.
La tarea es sencilla; solo hay que darle a la madera la protección adecuada. Existen diversos productos para conseguirlo:
- Barnices de exterior: se trata de una solución efectiva. El barniz cubre la madera y la sella e impermeabiliza para que la lluvia y el sol no le afecte.
- Lasures: son un tratamiento que impregna la madera (que absorbe el producto) y la protege desde el interior. Los lasures dejan un acabado de poro abierto, lo que significa que la madera regula la humedad por sí misma, ya que el vapor de agua sale hacia el exterior sin problema.
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Vallas de metal
Las vallas metálicas son una opción muy recomendable para cerrar el perímetro de tu jardín. Su gran ventaja frente a otros materiales es su resistencia y durabilidad. Por otro lado, este tipo de vallas proporcionan mayor seguridad si es necesario.
Además, están disponibles en un amplio repertorio de modelos, diseños y colores. La instalación es algo más compleja que las de madera, aunque también van atornilladas al suelo.
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Otros materiales para tu valla
Además de las de madera y las metálicas, existen otras opciones de materiales para tu valla de jardín. Como, por ejemplo, el PVC o policloruro de vinilo. Se trata de un material bastante resistente (más que la madera) que soporta sin inmutarse la acción de la lluvia y el sol, así como la corrosión. Además, es decorativo y su mantenimiento es mínimo, casi inexistente.
Otra alternativa son las vallas de polipropileno, un compuesto de plástico que resulta ligero y soporta la humedad y el sol. Es más económico que el PVC aunque no es tan resistente y duradero.
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Cómo mantenerla en perfecto estado
De todos los materiales que puedes elegir para tu valla de jardín, la madera es la que más cuidados requiere. Tendrás que estar pendiente de que el tratamiento protector que hayas aplicado se mantiene en buen estado, y de renovarlo cuando ya no sea así.
Además, es conveniente mantener la protección aplicando aceite de teca una vez al año (a no ser que hayas barnizado la madera). El aceite de teca protegerá tu valla de los efectos devastadores de la lluvia y del sol, y evitará que se agriete y que adquiera ese color grisáceo de la madera abandonada a la intemperie.
Si tu valla es de metal, el mantenimiento periódico que tendrás que hacerle consiste en repintarla de vez en cuando con pintura de exterior (aplicada con brocha o en aerosol).
Las vallas de PVC apenas necesitan mantenimiento, más allá de una limpieza adecuada.
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¿Una alternativa? Los paneles de ocultación
Cuando la intimidad del interior del jardín es una cuestión prioritaria la solución pasa por sustituir las vallas por paneles de ocultación. Estos elementos no son vallas pero cumplen la función de delimitar el terreno del jardín.
La diferencia está en que son más altos que las vallas y consiguen ocultar mejor el interior a las miradas de los de fuera. También se pueden utilizar de forma puntual para crear zonas privadas dentro del jardín, a modo de pantalla que separe una zona de relax, un espacio de comedor, etc.
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