Hay pocas palabras que describan al gran maestro Jacques García, un arquitecto y diseñador de interiores francés que tiene el genio de un eclecticismo con raíces profundamente culturales para la creación de algunas de las obras más bellas del mundo. Ha marcado tendencias, como con su trabajo en el icónico hotel Costes de París, referente del glamour y el chic parisinos; ha creado sueños, como con La Mamounia de Marrakech; ha bautizado épocas con su intervención en la restauración del museo Louvre, y ha hecho de sus residencias verdaderos palacios reales, como su increíble Château du Champ de Bataille, en Normandía, y Villa Elena, su palacio siciliano. En Noto, joya mundialmente conocida del Barroco siciliano, destaca su nueva gran propiedad de cien hectáreas, en las que las casas son estandartes de su estilo, desde el más histórico hasta el más moderno y contemporáneo.
Noto, la histórica localidad, patrimonio de la humanidad de la Unesco, fue reconstruida tras el terremoto que asoló la zona en 1693 y está considerada una joya del Barroco
“Sin palabras”, así describe la sensación al entrar en Villa Elena, un antiguo monasterio que ahora ha convertido en su suntuoso segundo hogar, donde nada es normal, sino locamente redundante de historia y sofisticación moduladas a través del gusto de García, en un excepcional podio de suntuosa elegancia. Recientemente ha sido nombrado ciudadano honorario de Noto, distinción que celebró con una gran fiesta en el nuevo teatro que ha construido en su propiedad, a la que asistieron muchas personalidades y miembros de la nobleza siciliana.
—¿Cuáles son las obras que quiere mencionar al hablar de su gran trabajo?
—Todo comenzó hace cuarenta años, con la renovación del parisino hotel de Sagonne, obra de Mansart, designado por el Rey Sol como arquitecto del palacio de Versalles y una estrella del París del mil seiscientos. Ahí es donde nació mi amor por el siglo XVII. Más tarde, en mil novecientos noventa y uno, hice muchos apartamentos privados para una clientela parisina adinerada y, en el año noventa y dos, llegó el gran cambio: compré el castillo Château du Champ de Bataille, lo convertí en mi residencia principal y comencé la restauración de los grandes apartamentos y el jardín, en los que he estado trabajando casi treinta años. Fortalecido por esto, me esforcé por cambiar y duplicar mi trabajo, seguí teniendo una clientela parisina privilegiada para decorar mansiones de lujo y me lancé también a reinventar hoteles, bares y restaurantes. Empecé con el hotel Costes de París en el noventa y dos. Luego, una gran serie de grandes proyectos como La Mamounia de Marrakech, el Metropole de Monte Carlo, el hotel des Indes de La Haya, el Reserve de Ginebra, el restaurante Spice Market en Nueva York, los hoteles NoMad de Nueva York, Los Ángeles y Las Vegas y, también en Las Vegas, los casinos Wynn y el MGM. Actualmente he reformado el Reserve en París, nombrado mejor hotel del mundo durante los últimos cinco años.
“Mi amor por el siglo XVII nació hace cuarenta años, con la renovación del parisino hotel de Sagonne, obra de Mansart, designado por el Rey Sol como arquitecto del palacio de Versalles”
Entre mis grandes obras también está la remodelación de las salas Luis XIV, Luis XV, Luis XVI en Versalles y la renovación del vestíbulo de entrada de las cámaras reales del castillo Chambord de Francisco I, el más grande del Loira. La Reserve en Ramatuelle es mi último trabajo, además de algunos ajustes y anexos al Metropole de Mónaco y al hotel du Ambassador de Hollande en París, edificio mítico del siglo XVII. También en Doha, he trabajado en uno de los hoteles más grandes del mundo, planeado para el Mundial de Fútbol del próximo año, que es extremadamente innovador, ya que tiene una visión futurista de la decoración que contrasta con los elementos históricos.
—¿Cómo define su estilo?
—La cultura y el eclecticismo son lo que me posee. Amo todos los géneros de mi género. La diferencia con los demás es que ellos solo aman su género, el suyo propio.
—¿En qué se inspira?
—Mis inspiraciones son pura y simplemente culturales. Una cosa fundamental para los lugares públicos es lo que siempre he desarrollado y que ya no existirá después de mí: la magia del ambiente, la idea de complacer al que está frente a nosotros.
—¿Por qué ha adquirido esta casa en Noto, Sicilia?
—Solo por el principio de permanecer inmensamente fiel a las casas que ocupan la esencia de mi ser. Me cuesta mucho dividirme en varios lugares. Champ de Bataille ha ocupado mi espíritu durante treinta años. Pero, a pesar de ello, en todos mis viajes siempre he querido comprar una casa en cada puerto al que he viajado, lo que nunca he hecho. Pero, en este caso, el momento era propicio, la obra de Champ de Bataille había terminado, así que cambié de amante, me quedé con la primera favorita y la adopté.
“El gran cambio llegó en 1992, cuando compré el Château du Champ de Bataille, lo convertí en mi residencia principal y comencé la restauración de los grandes apartamentos y el jardín”
—¿Cómo llegó a Noto?
—Llegué en barco durante un viaje con unos amigos, que me habían hablado de una ciudad barroca. Fui a conocerla y su encanto me poseyó. La suerte hizo que me ofrecieran un lugar que me parecía mítico. En medio de las colinas de Noto, un monasterio con vistas a la ciudad y vistas al mar, donde no tengo a nadie alrededor. Por lo demás, es mi trabajo… Es mi reto ocuparme de él.
“La atmósfera de esta villa es la de la famosa película de Visconti ‘El gatopardo’, tan presente en Sicilia. Me fascinan los palacios romanos, las grandes casas italianas y eso fue lo que me inspiró”
—Así nació entonces este gran proyecto.
—Consideraba a Villa Elena como el elemento principal de la propiedad por su carácter profundamente histórico, aunque todo fue reconstruido porque el terremoto de mil seiscientos noventa y tres había destruido la casi totalidad del edificio. Para las otras casas que se encuentran en la propiedad alrededor de Villa Elena, la restauración del exterior es idéntica, o da la impresión de ser idéntica, y para la decoración interior he elegido una visión contemporánea porque estas casas están destinadas a huéspedes que las podrán alquilar para sus vacaciones. Son casas muy confortables, llenas de objetos de arte contemporáneo. Construí cuatro casas en las cien hectáreas de la propiedad, cada una en una colina.
—¿La atmósfera de su villa?
—Es la de la famosa película de Visconti ‘El gatopardo’, evidentemente tan presente en Sicilia. Por ejemplo, me fascinan los palacios romanos, las grandes villas italianas y eso es lo que me inspiró.
“Entre mis grandes obras está la remodelación de las salas Luis XIV, Luis XV y Luis XVI, del palacio de Versalles, y recientemente he trabajado en uno de los hoteles más grandes del mundo en Doha, planeado para el Mundial de Fútbol de 2022”
—¿Qué le gustaría hacer ahora?
—Continuar con los emocionantes proyectos que me involucran e inspiran.
—¿Cómo se ve a usted?
—Cuando me miro, me inquieto, luego me comparo y me reafirmo.