¿Tienes un estanque en el jardín? Entonces seguro que te gustan las plantas acuáticas. Una de las más bellas y reconocibles es, sin duda, el nenúfar (Nymphaea spp.). Misteriosa y especial, te ayudará a poner en tu jardín un toque exótico, gracias a sus hojas flotantes y a sus flores de belleza extraordinaria.
Una planta sagrada
Se ha considerado desde tiempos remotos una flor sagrada, y un símbolo de fertilidad y abundancia, quizá por las características de su floración que emerge en pantanos, lagos y charcas. Su nombre, Nymphaea, procede del griego y su origen se relacionaba con la tradición de dedicar flores a las ninfas, las criaturas mágicas acuáticas. Para los egipcios era la planta del sol y simbolizaba la idea de eternidad.
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Gran variedad de especies
El nenúfar o lirio de agua (Nymphaea spp.) es una de las plantas acuáticas más apreciadas, por su originalidad y ese aspecto sofisticado de sus hojas y flores.
Se trata de un género originario de África y Asia, que engloba más de 1.500 especies, aunque a Europa solo han llegado algunas de ellas. Son plantas tropicales, por lo que no todas se han adaptado a nuestro clima, mucho más frío. Sin embargo, y a pesar de que no es una planta autóctona, merece la pena hacerle un hueco en el estanque o, incluso, cultivarla en contenedores de agua.
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Flores mágicas que emergen del agua
Es uno de los encantos de cultivar nenúfares en el jardín: su maravillosa floración. En algunas especies se produce entre finales de la primavera y finales de verano, mientras que en otras es en otoño.
Sea como sea, las flores del nenúfar son tan bellas como efímeras, pues no duran más de tres o cuatro días. Durante ese tiempo las aromáticas flores se cierran durante la noche y se abren al amanecer. Un espectáculo en toda regla.
La plantación: la tarea más compleja
En el cultivo de los nenúfares hay una tarea que resulta un tanto difícil. Se trata de la plantación, ya que implica manipular las raíces de la planta que son bastante delicadas. Por eso hay que hacerlo con mucho cuidado para que no se dañen, lo que podría provocar su muerte.
El nenúfar es una planta de rizoma, un tallo grueso que permanece sumergido en el agua, y del que salen las raíces. Estas son muy largas, pueden llegar a medir más de 4 metros, y requieren una profundidad de entre 25 cm y 1,5 m para asentarse. Debes tenerlo en cuenta al construir tu estanque o al elegir el contenedor para estas plantas.
- Para plantar el nenúfar necesitas una cesta de plástico o maceta llena de agujeros, de unos 30 cm de diámetro, que tendrás que rellenar con sustrato específico para plantas acuáticas.
- Añade un fertilizante bajo en nitrógeno.
- A continuación, planta el nenúfar con cuidado y sumerge lentamente la maceta en el agua, procurando que no pierda el sustrato.
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Las hojas, una belleza
No solo las flores del nenúfar atesoran la belleza de esta planta. También lo hacen sus hojas, peculiares y diferentes. De hecho, posee dos tipos de hojas distintos:
- Unas hojas grandes que crecen sumergidas bajo el agua, y que son las primeras que se desarrollan.
- Unas hojas más pequeñas que flotan en la superficie. Estas son las que ayudan a controlar y evitar el desarrollo de algas en el estanque.
Un consejo: es importante eliminar las hojas muertas y sacarlas cuanto antes del agua para que no lo contaminen. Son materia orgánica en descomposición.
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Agua siempre limpia
Este es un requisito fundamental que necesita esta planta para crecer y vivir plenamente: el agua del estanque ha de estar limpia. En esto el nenúfar no es diferente a la mayoría de las especies acuáticas, que terminan muriendo en aguas sucias o contaminadas.
Esto es, seguramente, lo más complicado a la hora de cultivar nenúfares: la exigencia de mantener el agua clara y limpia. Para ello es necesario eliminar cualquier resto orgánico del estanque y controlar el pH adecuado. Piensa, además, que el agua ha de estar libre de cloro y desinfectantes, por lo que mantenerla limpia puede convertirse en un pequeño reto.
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¿Y la temperatura?
El nenúfar es una planta originaria de zonas tropicales y necesita ambientes cálidos para desarrollarse. En general, tolera mal el frío y las bajas temperaturas.
Sin embargo, hay ciertas especies para climas templados, y otras para climas tropicales. Las primeras aguantan mejor el frío, aunque sufren bastante con las heladas. Son de hoja perenne y florecen en otoño. Las segundas, de floración estival, pierden la hoja en invierno. Lo importante, a la hora de cultivar nenúfares, es elegir la especie adecuada en función del clima de la zona en la que vives.
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La luz, que no les falte
Hemos llegado a otro punto fundamental: la luz. Y en esto no hay vuelta de hoja: los nenúfares necesitan una gran cantidad de luminosidad para desarrollarse de forma adecuada.
Si los pones en un emplazamiento oscuro, probablemente no sobrevivirán. Por eso debes buscar la zona más soleada del estanque para plantarlos, esa que recibe la mayor cantidad de horas de luz al día.
Esto es algo que debes tener en cuenta si estás pensando en construir un pequeño estanque y cultivar estas plantas acuáticas.
El ataque de hongos y plagas
Como cualquier otra planta, o al menos como muchas especies acuáticas y terrestres, el nenúfar se ve acechado por peligros en forma de hongos e insectos que lo atacan con frecuencia.
En cuanto a los primeros, es muy susceptible a su ataque. Algunos hongos como el Phytium pudren las raíces, lo que se soluciona únicamente cambiando el sustrato de la maceta. Otros como la Alternaria o la Cercospora provocan manchas en las hojas.
En cualquier caso, puedes atajar el problema con fungicidas adecuados que no sean perjudiciales para otros seres vivos acuáticos que puedan vivir en el estanque, como peces o ranas.
En cuanto a las plagas, la más común es la del pulgón del nenúfar, que ataca a las hojas. Puedes eliminarlo pulverizando agua con cierta presión sobre las hojas.
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Cómo reproducir el nenúfar
Aunque puede hacerse por semillas, lo más habitual es hacerlo mediante división del rizoma y las raíces. Esta tarea se puede hacer en otoño o a principios de la primavera, y consiste en sacar el nenúfar del estanque y de la maceta, lavar las raíces, y dividir con un cuchillo el rizoma para trasplantar después cada parte de la planta.
Para que se desarrolle con éxito, cada parte ha de tener raíces. Coloca cada una de ellas en una maceta agujereada o cesta de plástico, con sustrato especial, e introdúcela en el estanque. Ahora ya solo queda esperar.
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