Hablamos de uno de los más grandes tenores del mundo. En más de un cuarto de siglo de carrera, Andrea Bocelli ha tenido el privilegio de cantar en los teatros más importantes del planeta y escenarios de absoluta belleza, desde las pirámides al Coliseo, pasando por la Estatua de la Libertad. Probablemente, su actuación más significativa fue la que realizó el 15 de septiembre de 2011 en Central Park, un espectáculo increíble para el que estuvo trabajando un año y medio, que reflejó el extraordinario cariño que los estadounidenses sienten por el gran maestro. Frente a setenta mil personas, Andrea Bocelli se entregó durante una velada memorable (que quiso dedicar a la memoria de su padre), junto a amigos artistas como Céline Dion, Tony Bennett, David Foster y Chris Botti. Ahora, en el décimo aniversario, para revivir las emociones sentidas en el Great Lawn de Nueva York, lanzará a principios de septiembre una versión remasterizada de Concerto: una noche en Central Park, que también incluirá bonus tracks inéditos.
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Pero, detrás de un gran hombre, hay siempre una gran mujer. Veronica Bocelli es el irrefrenable motor que mueve la vida de la gran estrella musical. Una mujer empoderada que supervisa y decide todo junto a su esposo. Una mujer que transmite una gran energía, con una sonrisa, que ama y es el alma de su familia, que construye, que vuela por todo el mundo manteniéndose como una esposa perfecta, madre impecable y mánager indispensable. Su historia de amor con Andrea Bocelli es muy intensa. Bocelli ve el mundo con sus ojos y Veronica lo descubre gracias a sus vibraciones. Una pareja sensacional que no solo representa éxito laboral, sino también éxito en su propia vida.
—¿Cuándo conociste a Andrea? ¿Cómo surgió la chispa entre vosotros?
—En la primavera de dos mil dos nos conocimos por casualidad en una fiesta. En ese momento, apreciaba al artista, pero no sabía nada ni tenía curiosidad sobre su vida. En una noche, sin embargo, revolucionó mi vida. Contrajimos matrimonio el primer día de la primavera de dos mil catorce. Para formalizar nuestra promesa de amor ante Dios y el mundo, elegimos el santuario de la Madonna di Montenero. Habíamos caminado ya un largo camino juntos. Porque con Andrea, desde el primer momento, fue como un ‘matrimonio’. Sin preguntas, sin certezas, sin pronósticos y, sin embargo, lo abarcaba todo. Por supuesto, enamorarse es algo diferente, es un proceso maravilloso que ha necesitado su tiempo. Pero, en cuanto a la ‘chispa’, surgió de inmediato, en esa noche de mayo, cuando lo conocí… Es la química la que habla por ti y, si funciona, es inútil intentar escapar de ella. A una invitación, a una caricia, reaccioné percibiendo una química muy fuerte y el destino me indicó el rumbo.
El aclamado artista, que ha actuado en los lugares más emblemáticos, como las pirámides de Egipto y el Coliseo de Roma, es un hombre “positivo y carismático” a quien la ceguera que sufre desde los doce años no le ha impedido romper barreras
—¿Qué te enamoró de él? ¿Cómo es vivir a su lado?
—La complicidad es imprescindible. Sin embargo, lo que nos une también es una fuerte consonancia de valores y fe, así como un hilo ininterrumpido de palabras e intercambio de opiniones y reflexiones: Andrea y yo hablamos mucho y, cuando podemos por nuestros diferentes horarios (él suele estar activo hasta altas horas de la noche y yo me levanto muy temprano), me escribe unos emails muy bonitos. Estos primeros veinte años junto a él han sido una vida increíblemente plena, tanto en lo familiar, como a nivel de pareja y profesionalmente. Por lo general, la felicidad se percibe solo cuando se mira atrás, pero yo tengo la sensación de vivir una temporada inolvidable. Estoy segura de que en el futuro miraré estos maravillosos años pensando en la suerte que he tenido. Cada vez que me demuestra su cariño y dedicación, siento que tengo el privilegio de vivir una pasión donde la intensidad supera al tiempo. Junto a mi esposo, también tuve la enorme alegría de ser como una ‘segunda madre’ de dos maravillosos chicos, Amos y Matteo, y de darles una hermanita, nuestra Virginia… Son los tres nuestra mayor felicidad.
“Estos primeros veinte años junto a él han sido una vida increíblemente plena, tanto en lo familiar como a nivel de pareja y profesionalmente”, nos dice Veronica, la mujer detrás de la gran leyenda de la música
—¿Cómo es vuestra vida en familia?
—Es una vida animada, empezando por la logística, ya que por trabajo estamos acostumbrados a viajar mucho. La agenda es muy apretada y hay que respetar y cumplir mil tareas. Pero nos encanta viajar y tener la posibilidad de visitar lugares maravillosos en los cinco continentes. Cuando viajamos, intentamos también vivir experiencias educativas y enriquecedoras, desde un punto de vista artístico, sobre todo si estamos con nuestros hijos.
—¿Cuándo y cómo empezaste a trabajar con Andrea?
—Andrea repite, en broma, que se casó conmigo porque, el mismo día que me conoció, me encontró planchando… Es una broma, pero tiene su propia parte de verdad: más allá de las capacidades personales, creo que hay una diferencia importante entre los que “ven la obra” y los que no la ven. Desde temprana edad mis padres me educaron para entender la necesidad de ser útil, aprendiendo a “ver el trabajo”… Desde el momento en que Andrea y yo nos conocimos y nos enamoramos, comencé a trabajar para ser útil, aunque, en los primeros años, no como mánager: si tenía que llevar una maleta, conducir o revisar un contrato, lo hacía. Sin embargo, otra cosa es gestionar una estrella mundial, era confiar su supervisión a una persona muy joven, como yo entonces… Pero en dos mil seis, mi marido se vio en la necesidad de sustituir a la alta dirección de su management y consideró que yo tenía lo que hacía falta para supervisarlo todo totalmente. Mi título en Management Musical, en ese momento, era pura teoría, palabras estudiadas en libros. La preocupación me quitó el sueño, pero Andrea me tranquilizó diciéndome: “Tengo en cuenta que te equivocarás. Los errores te serán útiles porque gracias a ellos aprenderás”. A fin de cuentas, espero haber cometido pocos errores en estos quince años, también gracias a los valiosos consejos de mi marido. Y, de hecho, de cada uno de los errores cometidos he aprendido algo.
“Estoy muy apegada a esta casa, es nuestro ‘hogar, dulce hogar’, pero creo que el ‘hogar’ está donde esté mi familia, donde estén nuestros hijos y mi marido”
—¿Qué sientes cuando lo escuchas en el escenario?
—Estoy acostumbrada a escucharlo cantar, pero eso no significa que no me emocione. Y esa emoción se multiplica cuando miro a la platea y observo los rostros de las personas que lo escuchan y cómo reaccionan… Veo gente moviéndose, sonriendo, abrazándose. Son reacciones que llenan de sentido nuestra vida y que borran en un instante todo nuestro posible cansancio.
—¿Todos cantan y tocan instrumentos en tu casa?
—De momento, tenemos en la casa a dos músicos: uno que está a punto de terminar sus estudios y Virginia, que está estudiando música con mucha ilusión y también con unos resultados prometedores.
—¿Cómo es el carácter de Andrea?
—Es una persona carismática y profundamente buena. Ha aprendido a no enfadarse casi nunca. Tengo el privilegio de vivir al lado de un hombre que —como escribió el gran periodista Enzo Biagi— “nos enseña que el cielo es azul dentro de cada uno de nosotros”. Y eso es correcto. Si vives siendo positivo, eres capaz de apreciar lo que pasa cada día y también dejas que tu ira desaparezca. He aprendido mucho de él. Los dos somos apasionados, en el sentido de que, por el tipo de sensibilidad que tenemos, solemos tomar decisiones importantes con mucha rapidez. Y no por pereza, sino porque “los que hacen se equivocan y los que no hacen no se equivocan” y los dos preferimos estar del lado de los que lo hacen cien veces.
“En la primavera de 2002, nos conocimos, por casualidad, en una fiesta. En ese momento, apreciaba al artista, pero no sabía nada sobre su vida. En una noche, se revolucionó mi vida y nos casamos el primer día de la primavera de 2014”
—¿Cómo construisteis vuestra relación?
—Considerándome su compañera de viaje, fiel al principio de que tienes que elegirte a ti misma todos los días. La idea de vivir juntos ‘por contrato’ no va conmigo y la palabra ‘esposa’, especialmente en los primeros días después del matrimonio, me sonaba extraña. Creo que Andrea y yo nos entendemos muy bien. Como pasa con todas las parejas, hay altibajos, pero tengo mucha suerte porque, incluso cuando me enfado, dura solo unos minutos.
—¿Cómo eres como madre?
—Creo que cada uno de nosotros siempre lo hace lo mejor que puede para estar a la altura de la función de ser padre. Tendemos a repetir lo que vimos de niños, para bien o para mal. En mi caso, tuve la suerte de tener dos padres cariñosos y presentes, y un padre que me dedicó mucho tiempo. Como madre, si miro atrás, creo que volvería a hacer muchas cosas y otras, tal vez, las modificaría. Hablando de tiempo, claro que me gustaría dedicar más a mis hijos, pero también es cierto que las nuevas generaciones tienen ritmos y compromisos muy ajustados y conciliar todo suele ser complicado.
“Nuestro beach club es una aventura que ha llegado a su cuarto verano y estamos muy contentos de cómo ha ido creciendo”
—Forte dei Marmi es vuestro mundo.
—Es un pueblo pequeño lleno de luz, ubicado al pie de maravillosas montañas siempre blancas por el mármol y, a veces, por la nieve, y, al tener mar, suele venir mucha gente de vacaciones. Así que hay un sentimiento de alegría que caracteriza a la localidad. En invierno, la ciudad cambia de piel y sigue siendo un paraíso para sus residentes. Personalmente, aprecio las temporadas intermedias, casi más que el verano. El único defecto son las pocas ofertas culturales que puede ofrecer. Pero lo cierto es que Forte dei Marmi es también un lugar logísticamente estratégico, cercano a maravillosas ciudades a las que se puede llegar recorriendo pocos kilómetros.
—¿Qué significa para ti esta casa?
—Estoy muy apegada a esta casa, es nuestro “hogar, dulce hogar”, pero, en cuanto a “sentirme como en casa”, puedo hacerlo en cualquier parte del mundo si tengo a mis seres queridos a mi lado. Por naturaleza, creo que el ‘hogar’ está donde esté mi familia: donde están nuestros hijos, donde está mi marido.
“Este barco es nuestra gran pasión. Es una ‘casa sobre el mar’ que te acompaña y te permite conocer lugares maravillosos. Es un lugar de paz”
—¿Y vuestro barco?
—Es nuestra gran pasión. Es una ‘casa sobre el mar’ que te acompaña y te permite conocer lugares maravillosos. Es un lugar de paz, sobre todo. A veces, es precioso desconectar y aislarse del mundo para recargar pilas.
—También es muy importante para vosotros Alpemare, vuestro beach club.
—Es una aventura que, como decía, ha llegado a su cuarto verano. Estamos muy contentos de cómo ha ido creciendo a lo largo del tiempo. Es un beach club que se ha refinado y diversificado, especialmente en los dos últimos años, expandiéndose también a una clientela italiana, anteriormente proyectada hacia el resto del mundo y que recientemente ha redescubierto la mayor parte de lugares hermosos y evocadores de nuestra península. Me enorgullece el hecho de que Alpemare dé trabajo a muchos jóvenes, que forman un personal cada vez más unido.
El tenor, que lleva más de veinticinco años conquistando los escenarios de todo el mundo, pronto comenzará una larga gira por Estados Unidos que incluirá una importante actuación en Nueva York
—¿Qué proyectos tenéis en España?
—Hemos realizado dos obras extraordinarias en el teatro de Valencia. Siempre hemos tenido una estrecha relación con importantes colaboraciones, por ejemplo, con nuestro querido amigo el maestro Plácido Domingo. Incluso en nuestro beach club, tenemos dos importantes familias españolas que son nuestros invitados y que nos deleitan cada año regalándonos el mejor jamón del mundo.
“Junto a Andrea tuve la enorme alegría de ser como una ‘segunda madre’ de dos maravillosos chicos, Amos y Matteo, y de darles una hermanita, nuestra Virginia… Los tres son nuestra mayor felicidad”
—¿Qué más proyectos tenéis en el horizonte en la música y en la Fundación Andrea Bocelli?
—Son muchos los proyectos, tanto musicales (por ejemplo, una larga gira por Estados Unidos que incluirá también un importante evento musical el veintiuno de agosto en Nueva York, para celebrar el décimo aniversario del concierto en Central Park) como otros relacionados con la Fundación Andrea Bocelli. En este sentido, desde el año pasado, los desafíos se han vuelto aún más apremiantes: la pandemia, además de causar muchas víctimas, ha provocado un aumento dramático de la pobreza. Continuaremos con el compromiso de garantizar que nadie se quede atrás. Pero la fundación, que acaba de cumplir diez años, sigue ligada a la educación y la puesta en valor del talento. En los espacios del complejo de San Firenze, un histórico palacio barroco florentino donde se ubica nuestra sede operativa global, estamos dando vida a un proyecto socioeducativo-cultural denominado ABF GlobaLAB: a partir de este otoño realizaremos una serie de talleres para niños y niñas de hasta veinticinco años que incluyen encuentros donde podrán mantener un diálogo constructivo con grandes personalidades internacionales del mundo de los negocios, el entretenimiento y la cultura.