Cuando elegimos plantas y flores que podemos cultivar no solamente tenemos en cuenta su belleza, características o floración. También hay que valorar las condiciones de su cultivo y los cuidados que requiere.
En el caso de la cala la sencillez a la hora de cuidarla se convierte en un aliciente más para incorporarla al jardín. Es poco exigente y, además, muy bella y elegante.
Una planta vivaz
Decir que la cala (Zantedeschia) es una planta vivaz significa que, aunque sus hojas y tallos se marchitan y secan, la planta no muere ya que sus raíces continúan vivas bajo la tierra. Las plantas vivaces, como la cala, rebrotan cada año ofreciendo una nueva floración.
Aunque es una planta originaria del sur de África, hoy se cultiva prácticamente en cualquier lugar del mundo. Posee un rizoma subterráneo, a partir del cual se forman las raíces, que entra en estado vegetativo al llegar el otoño y despierta de nuevo en primavera.
La elegancia de la cala blanca
No hay una única variedad de cala, sino que podemos encontrar distintos tipos. La más habitual es la Zantedeschia aethiopica, la cala de flores blancas y hojas de color verde oscuro. Se trata de una planta semiacuática, que necesita vivir en espacios muy húmedos, donde puede alcanzar un metro de altura.
Sus flores son curiosas: se componen de una espata o pétalo grande, de color blanco, que envuelve al espádice, un órgano floral alargado amarillo. Poseen un suave y agradable aroma.
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Un mundo de color
Aunque la cala de flores blancas (Zantedeschia aethiopica) es la más común, existen otras variedades cuya principal diferencia con esta es que poseen flores de diferentes colores: amarillas, rojas, rosas, naranjas y moradas.
Destaca, por ejemplo, la Zantedeschia rehmanii: sus flores aparecen de forma tardía y muestran un espádice de color blanco envuelto por una espata de color rosado o rojizo.
Otra variedad interesante es la Zantedeschia albomaculata, cuyas hojas verdes muestran manchas blancas y sus flores tienen el interior de color rojo oscuro.
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¿Dónde puedo plantarla?
Puedes elegir si quieres plantar tu cala en el jardín o en maceta. Si te decides por la primera opción, busca un lugar adecuado con un suelo ligero, fresco y muy húmedo. Un buen emplazamiento es, por ejemplo, a la orilla de un pequeño estanque, casi en el agua.
Si vas a cultivar la cala en maceta necesitarás un contenedor grande y profundo, lleno de sustrato con parte de turba.
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Protégela del sol
La cala crecerá perfecta en un rincón en semisombra, parcialmente protegida de los rayos directos del sol, sobre todo si hace mucho calor y hay poca humedad ambiental. Sin embargo, en zonas fresca puede estar a pleno sol sin problemas.
En caso de que decidas cultivarla en maceta como planta de interior debes buscar un rincón muy luminoso para colocarla, ya que necesitará una buena dosis de luz diaria.
En cuanto a la temperatura ideal para cultivar la cala, esta sería de entre 14 y 20 ºC. Le gustan los espacios ligeramente cálidos, aunque soportará el frío del invierno en el jardín siempre que no quede expuesta a heladas importantes.
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Las pautas de riego
La cala necesita un riego muy abundante mientras dura su periodo de floración. Si lo tuyo es un espacio de xerojardinería con pocas necesidades de riego, la cala no será la planta más adecuada. Necesita un sustrato siempre húmedo y un riego generoso.
Después de la primavera y el verano, cuando se marchitan las flores, hay que ir reduciendo progresivamente el aporte de agua hasta suspenderlo por completo cuando la cala entra en su periodo vegetativo.
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Cómo multiplicar la cala
La forma más efectiva de conseguirlo es separando del bulbo otros más pequeños que se forman junto a las raíces. Hazlo en otoño, cuando haya terminado la floración.
Para ello extrae el rizoma de la tierra y corta las protuberancias nuevas que hayan aparecido, plantándolas de nuevo en la tierra.
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¿Es importante aportar abono?
A la cala le vendrá de maravilla un buen aporte de fertilizante orgánico, como estiércol o humus, justo antes de la primavera. Le dará energía para iniciar la floración y así rebrotar con fuerza.
Durante el tiempo que duren sus flores puedes abonar cada dos semanas. En otoño y durante la época del reposo invernal no conviene fertilizar la cala.
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Plagas y enfermedades
Aunque la cala es una planta muy resistente que no suele sufrir el ataque de las plagas ni enfermedades importantes, sí conviene tener en cuenta algunos riesgos que la acechan.
- Como suele crecer en entornos húmedos, sus hojas pueden convertirse en todo un festín para caracoles y babosas.
- También puede sufrir el ataque del pulgón y de la cochinilla (deja unas manchas características en las hojas).
- En cuanto a las enfermedades más comunes que sufre la cala suelen estar producidas por algunos hongos que afectan a las raíces.
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