Llega el verano y con él los momentos de disfrute en la piscina, si tienes la suerte de tener una en tu jardín. Cuando comienza la temporada de baño, este rincón del exterior de tu casa concentra la mayor parte de la actividad cotidiana de la familia, por lo que es importante mantener el agua limpia y desinfectada.
La cloración salina es uno de los sistemas más eficaces para conseguirlo y, además, tiene otras ventajas adicionales que la convierten en un buen método de mantenimiento para tu piscina.
¿Qué es la cloración salina?
Se trata de un proceso que consigue limpiar el agua de la piscina y mantenerla en perfectas condiciones de baño durante mucho tiempo. Se produce a través de un clorador salino, un aparato que transforma la sal en cloro mediante un procedimiento natural llamado electrolisis.
El clorador salino funciona conectado a la depuradora y a la corriente eléctrica y consigue mantener el agua limpia, además de tener otras ventajas adicionales. Una de ellas es que el cloro no se acumula en el agua, no quedan residuos ni restos de sustancias químicas.
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Las claves del proceso
Si te decides a instalar en tu piscina un clorador salino para limpiar el agua tendrás que conectarlo al circuito de la depuradora. A comienzos de la temporada de baño se echa la sal directamente al vaso de la piscina, en la cantidad recomendada según el tamaño de la misma y el uso que le vayas a dar.
Una vez has puesto la sal en el agua (solo has de hacerlo una vez al principio del verano) llega hasta el clorador, que descompone sus moléculas para obtener cloro y limpiar el agua. Ten en cuenta que la sal no es otra cosa que cloruro sódico. Este proceso se llama electrolisis. Después las moléculas de cloro de la sal se vuelven a unir y el procedimiento comienza de nuevo.
Si quieres que la cloración salina sea efectiva y el clorador limpie perfectamente el agua de la piscina, es fundamental que el pH sea el adecuado. Debe estar entre 7,2 y 7,5.
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Una limpieza natural
Una de las mayores ventajas que nos ofrece la cloración salina como sistema de limpieza del agua de la piscina es que el cloro procede de la sal, y no de productos químicos agresivos como sucede con el cloro tradicional. Ya sea líquido o en pastillas, el cloro químico añadido al agua la desinfecta, pero deja restos de sustancias que resultan agresivas para la piel y los ojos.
La cloración salina, por el contrario, no irrita los ojos ni la piel, ni estropea el pelo. De hecho, el agua no tiene ese olor característico de las piscinas de cloro. Es una opción más natural y saludable.
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Para todo tipo de piscinas
Aunque ahora te parezca un sistema que funciona con aparatos complejos, en realidad no es así. El clorador salino es un equipo sencillo que se instala sin complicaciones. Además, es adecuado para todo tipo de piscinas, elevadas o enterradas, y del material que sean: gresite, gres porcelánico, poliéster, etc.
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Un sistema más económico
Aunque al instalar un sistema de cloración salina debes hacer una inversión inicial, a medio plazo ahorrarás dinero, ya que no tendrás que volver a comprar productos químicos para limpiar el agua. Esto puede suponer un ahorro de hasta el 80 % en el mantenimiento de la piscina.
Por otro lado, el clorador salino va conectado a la red eléctrica, pero su consumo es mínimo.
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Apuesta por una solución ecológica
Otra de las ventajas que presenta la cloración salina frente a la desinfección con cloro químico es que es mucho más sostenible para el ecosistema. La electrolisis que descompone la sal y produce cloro para limpiar el agua es un proceso natural que no emplea sustancias perjudiciales ni contaminantes para el medio ambiente.
Además, como puedes mantener el agua desinfectada durante mucho tiempo, no necesitas cambiarla pudiendo alargar su uso con el ahorro que ello supone.
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¿El agua está salada?
Es, seguramente, una de las cuestiones que más se plantean a la hora de valorar un sistema de cloración salina. ¿Obtenemos en la piscina agua salada como la del mar? La respuesta es no.
La concentración de sal en el agua es muy baja, menos de un 10% que la del mar, con lo que resulta inapreciable. El agua no sabe a sal, ni deteriora las plantas de la zona de la piscina, ni mucho menos los materiales de revestimiento.
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Vigila el pH del agua
Como ves, la cloración salina presenta más ventajas que inconvenientes, por lo que se dibuja como un buen sistema para limpiar el agua de la piscina.
Sin embargo, también tiene algunas consecuencias que pueden dificultar el proceso. Una de ellas es que la sal sube ligeramente el pH del agua, por lo que debes vigilarlo de cerca para que esté siempre dentro de los parámetros adecuados.
- Si el pH está demasiado bajo (menos de 7,2) el agua se vuelve ácida lo que puede provocar irritaciones en la piel y los ojos, además de deteriorar los materiales de la piscina.
- Por el contrario, si el pH sube demasiado (por encima de 7,5) el agua se vuelve alcalina y disminuye capacidad de desinfección del cloro, haciendo que esté sucia y se acumule la cal y las algas.
La clave está en mantener el pH en los niveles adecuados. Para ello lo mejor es instalar un clorador salino con regulador de pH. Este aparato hará las mediciones de forma automática y, si el pH sube, aportará al agua un ácido que reduce su alcalinidad. Así tú no tendrás que preocuparte.
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El principal inconveniente: el mantenimiento sigue siendo necesario
Hay quien cree que la cloración salina es la solución a todos los problemas de la piscina en verano. Que basta con poner la sal en el agua y conectar el clorador para disfrutar de una piscina limpia sin tener que hacer nada más. Lamentablemente, esto no es así.
Aunque la cloración salina te libra de tener que poner el cloro cada día para desinfectar el agua, hay otras tareas de mantenimiento que tendrás que seguir haciendo. Esa puede ser la desventaja principal de este sistema.
Deberás controlar el nivel de cloro y el pH del agua (aunque puedes ayudarte con reguladores automáticos), así como limpiar la célula del clorador cuando sea necesario.