Al igual que haces con las prendas de vestir, toca el cambio de armario de temporada de la ropa de hogar. Es el momento de sacar lo veraniego, incluidas las toallas de playa, y guardar los edredones, las mantelerías, las alfombras y todo lo que nos dé sensación de calor, como la funda de terciopelo del sofá. Como primera medida, debes limpiar armarios, cajoneras y cómodas. Aprovecha que vas a vaciarlos, para hacer revisión y realizar una limpieza a fondo, quitando, incluso, cajones y baldas y prestando especial atención a las puertas.
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En orden
Igual que organizas el armario ropero por categorías, debes poner el orden el de la ropa de hogar. De manera que las toallas, las sábanas o los manteles estén juntos, para que sea más fácil localizarlos. Incluso puedes hacer subdivisiones en el caso de las toallas: de baño, manos, aseo… Como no se suele contar con varios armarios, lo ideal es que tengas lo de esta temporada a mano y el resto en la parte menos accesible. Evidentemente edredones y mantas, que son los que más ocupan, en el altillo o en lo más alto.
Mantelerías a punto
Antes de guardar los manteles, debes asegurarte de que están bien limpios. Para ello, comprueba si tienen manchas. Para eliminarlas en mantelerías de colores claros frótalas con agua caliente y jabón lagarto (¡todo un clásico que todavía funciona!). Si son de color, ten cuidado al frotar, ya que puede decolorarse. Luego a la lavadora a una temperatura alta: los 100% naturales (lino, algodón…) a 60ªC, mientras que, si llevan mezcla de poliéster, mejor a 30ºC.
Si tiene manchas amarillas, algo muy típico en las antiguas o que siempre están guardadas, prueba a quitarlas con una gota de lejía directamente sobre la mancha (no olvides que puede ‘comerse’ la tela e incluso romper las fibras de algunos tejidos) o bien aplica una mezcla de bicarbonato y agua y déjala secar una hora al sol.
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Guardar la ropa blanca
Para evitar que salgan manchas guarda la ropa blanca en un lugar oscuro y seco. Lo idóneo es cubrirla con una tela azul, que no deje pasar la luz del sol porque, aunque se trate de un cajón, lo normal es que al abrirlo para coger algo le puede dar el sol. Debes plancharla adaptando la forma al cajón o al sitio donde vayas a guardarla, para evitar hacer más dobleces de las necesarias. Mídelo, así lo tendrás más claro.
Para planchar un mantel especial de hilo, por ejemplo, es conveniente que la tabla tenga doble muletón, ya que resulta más fácil y queda mejor. Un truco es ir dejando la parte planchada sobre unas sillas, así no se arruga. Para evitar arrugas, lo ideal es no doblarlo caliente, sino esperar a que se haya enfriado.
Sábanas y ropa de cama
Aunque las sábanas suelen ser idóneas en todas las temporadas, lo cierto es que bien sea porque son típicas del invierno, como las sábanas de franela, térmicas o de nacarina, o por el color, las de tonos oscuros transmiten calor, debemos sacar las más fresquitas y guardar el resto. El armario de ropa de hogar es perfecto para este menester, pero también puedes guardarlas en un baúl, en una cajonera o, incluso, en el canapé de la cama. Lo importante es que sea un espacio oscuro y seco. recuerda que no debes llenar el cajón o el cesto hasta los topes, para que no se arruguen y puedas sacarlas cómodamente.
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Edredones y mantas
Cuando llega el buen tiempo y suben las temperaturas, su simple visión puede provocar urticaria. Los edredones se guardan enrollados y para que no se apelmacen, lo ideal es meterles varias pelotas de tenis, al igual que haces cuando los metes en la lavadora. Mientras que las mantas y las colchas, mejor dobladas. Para que abulten menos, puedes usar bolsas al vacío.
Alfombras de lana
Las grandes debes guardarlas enrolladas con el pelo hacia dentro y tumbadas, aunque tengas la tentación de colocarlas en vertical, se pueden deformar con su propio peso. Las pequeñas, como las del dormitorio, si tienes sitio suficiente, lo ideal es guardarlas estiradas con papel de periódico entre una y otra; si lo haces enrolladas, envuélvelas en papel y átalas fuertemente con una cinta. Antes de guardarlas, asegúrate de que están limpias.
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Toallas
Si prefieres cambiar las toallas de baño de colores oscuros por otras blancas o de estampados más veraniegos, lávalas y antes de tenderlas, sacúdelas, para que se abran los poros de los tejidos, entre el aire y se eliminen los minerales, que las hace perder absorción y suavidad. No las seques al sol directo, ya que el calor excesivo y la exposición hace que las fibras se endurezcan y pierdan suavidad. Evita plancharlas y si lo haces, mejor a una temperatura baja y sin vapor. Y finalmente, guárdalas, asegurándote de que están bien secas, para no coger olores.
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Protegida del polvo y los insectos
Para que manteles y sábanas, especialmente, estén protegidos del polvo, mételas en una bolsa de tela, una funda de almohada, o una cesta. Olvídate de las de cartón porque a la larga pueden dañar las prendas. Además, si no quieres llevarte sorpresas cuando toque cambio de armario otra vez, una vez hayas guardado toda tu ropa de hogar, protégelas de los insectos. Además de los productos que hay en el mercado, las cáscaras de naranja y limón son unos buenos remedios caseros contra las polillas. Mételas dentro de una bolsita de tela y despreocúpate. También son eficaces las hojas de laurel seco y los clavos de olor. Mientras que para las hormigas funcionan muy bien los saquitos de tela con bolas de cedro, que también son antipolillas.
¿Y la de verano?
Además de guardar, es el momento de rescatar la ropa de hogar de verano. Saca las alfombras de fibras vegetales y de algodón. Antes de ponerlas, desenróllalas, deja que se aireen y aspíralas. Revisa que las esquinas no estén arrugadas o tengan dobleces y si es así, mójalas con una esponja con agua y alcohol, ponles un peso encima y espera a que se sequen.
Aprovecha para sacar las fundas de los sofás en tejidos y colores más frescos. Antes de enfundarlas, lávalas y colócalas un poco húmedas, para que se hagan bien a la forma. Y viste la cama con colchas más frescas. Antes de colocarlas, es convenientes darles un planchado, para que queden perfectas. No olvides las toallas de de playa. Comprueba si están en buen estado, no han perdido color o están deterioradas. Y tras esa primera impresión, lava las que están bien. Añade un chorrito de vinagre, para que vuelvan a estar suaves y resulten agradables. Este truco es perfecto también para que no se queden acartonadas por el cloro o la sal.
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