Si acabas de comprarte una lámina, te han regalado el cartel de una exposición o has sentido un auténtico flechazo por un cuadro de un artista emergente y vas a colgarlo en tu casa, estas ideas de decoración te darán las pistas que necesitas para llevar la tarea a buen término, contestando a las preguntas más frecuentes cuando decoramos la pared con arte: ¿Es esta su ubicación ideal? ¿A qué altura debo colgarlo? ¿Cómo los combino?
1. Nociones básicas
Antes de coger el martillo, no olvides las soluciones sin hacer agujeros, debes tener en cuenta que su tamaño siempre debe ser proporcional a la pared elegida; que si son varios siempre deben verse en conjunto, como ocurre en este salón de Dfs; que la elección del marco siempre está condicionada por la obra y su impacto visual; y que una buena iluminación puede ayudar en el conjunto final. Y, si a pesar de todo tienes dudas, antes de agujerear tus paredes, prueba cómo quedarían y piénsatelo durante un par de días.
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2. La altura idónea
Aunque varía en función del cuadro, el espacio y el efecto que quieras lograr, como norma general “conviene colgar las obras a la altura de los ojos, teniendo en cuenta que, si se dividiera imaginariamente en tres, la mirada debería estar a un tercio de la misma de arriba abajo”, recomienda la artista Itziar Guzmán, mostrando uno de sus últimos trabajos de la serie Islas. Ante la duda, mejor algo bajos que tan pegados al techo, que tengas que doblar el cuello para verlos bien.
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3. Cómo relacionarlos con el ambiente
Para que tengan su lugar, establezcan un diálogo con el entorno que las rodea y evitar, al mismo tiempo, ‘el efecto museo’. A veces el flechazo con una obra es inmediato. Sin embargo, cuando llegas a casa, no sabes cómo hacer que se sienta parte del espacio donde vas colocarla. “Entre los objetos de decoración hay que intentar crear una simbiosis entre estilos y formas. La clave está en jugar con ellos ya que, aunque sean de diferentes culturas o épocas, pueden llegar a crear armonía. Además, siempre debe evitarse la iluminación cenital”, señala el experto en antigüedades José Luis Rodríguez de la Iglesia, alma de la nueva tienda de decoración La Fábrica de Hielo.
4. En solitario
Las composiciones en formato ‘collage’ poseen un indudable encanto y son perfectas para dar vida a paños de pared desnudos, pero en ocasiones, no hay nada que destaque más que un solo cuadro. Ideal para la pared del cabecero, como en este ambiente de Tinda’s Project, en la zona del sofá o en el escritorio, lo ideal es centrarlo para mantener la simetría. Para equilibrar proporciones, tiene que tener el tamaño suficiente para no parecer raquítico y deslucir el efecto final.
5. Cómo combinarlos
Es conveniente contar con un nexo de unión, que puede ser la época, el tema o el color, como en esta propuesta de Next. Y si este no existe, debe encontrarse ese hilo conductor en otros aspectos, que ayuden a crear sensación de unidad, como la forma de enmarcarlos o el tamaño. “Difiere de la sensación que queramos dar: amplitud, simetría, etc. Además, algunas obras necesitan un primer plano o un segundo lugar en la composición. De manera que, según sea el espacio que queramos crear, deberemos buscar el equilibrio”, apunta Rodríguez de la Iglesia. Es importante tener en cuenta que las composiciones simétricas (mismo número de cuadros, a la misma distancia y formando un cuadrado o un rectángulo) son las más sencillas. Aunque tampoco debemos olvidar que el eclecticismo puede ser, en muchas ocasiones, la mejor manera de despertar emociones y sensaciones.
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6. ¿Y si pertenecen a la misma serie?
Cuando vas a colgar obras de una misma serie, para facilitar la convivencia entre ellas, es importante aplicar la máxima del ‘juntos, pero no revueltos’. De forma que estén conectadas y se complementen, pero en la unión no pierdan su propia identidad. Pueden ir en fila en la misma pared, creando una especie de estantería artística; colocadas a una distancia lo suficientemente cercana para mantener el vínculo, como en este cuarto de baño, o en paredes diferentes, si se trata de grandes cuadros o son muy impactantes.
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7. Otros lugares para exponerlos
Aunque su hábitat natural son las paredes de la casa, lo cierto es que se sienten a gusto más allá de ellas, siempre que la obra en concreto tenga fuerza suficiente y despierte emociones. Pueden apoyarse en el suelo, colocarse en una estantería, sobre un mueble, en un pedestal e, incluso, en el techo. En esta propuesta de Norsu Interiors, dos cuadros custodian la chimenea, al estar uno colgado y el otro no, se rompe la simetría y se crea mayor dinamismo.
8. Cómo integrarlos en la decoración
No se trata tanto de que vayan ‘conjuntados’ con la decoración de interiores, que también puede ocurrir, como de que mantengan cierta coherencia. Para lograrlo, puedes jugar tanto con la armonía como con el enfrentamiento visual, eligiendo siempre una u otra opción, según tu estilo de vida y tu forma de ser. “Puedes combinar una obra actual con un elemento decorativo antiguo. El contraste hace que llamen más la atención.También me gusta mezclar una obra en un soporte más moderno con una moldura antigua, por ejemplo, enmarcándola o simplemente colgándola alrededor. Mientras que, en paredes de grandes dimensiones, funcionan muy bien los polípticos (una pintura dividida en varios paneles), como el que tengo en una de las paredes de mi casa-taller”, señala Itziar Guzmán.
9. Delimitando una zona
No tiene que ser la pieza principal para tener un papel protagonista en la decoración de interiores. Así, en este ambiente de Interiors by Mika, el cuadro de Mineheart se ha ubicado justo al final de la librería, delimitando de esta manera un rincón de lectura perfecto, que se ha completado con una lámpara de pie y una cómoda butaca. Una idea que se puede llevar a la zona de escritorio o al vestidor, por ejemplo.
10. En toda la casa
No existen estancias ‘prohibidas’ para el arte. “En una trayectoria de 40 años en el mundo de la decoración, hemos llegado a poner cuadros en los lugares más insólitos, por ejemplo, una obra sobre personajes populares en una cocina, o en un rincón del estar del jardín”, señala Rodríguez de la Iglesia. Eso sí, siempre deben tenerse en cuenta las circunstancias del lugar: la humedad del baño, la grasa de la cocina o el sol y el exceso de luz del exterior. Y actuar en consecuencia, tanto al elegir la obra como en la manera de protegerla, situándola lejos del punto crítico o colocándola un cristal, por ejemplo.
11. Creando una pared de acento
Una pared de acento es aquella a la que quieres dotar de un mayor protagonismo en la estancia, reclamando toda la atención. Puede crearla con pintura, papel pintado, un revestimiento especial y también con arte. Nada como un cuadro en la pared central del salón, el dormitorio o el recibidor para acaparar todas las miradas. En esta propuesta de Cb2 está colocado sobre la chimenea, lo que, además, realza el valor decorativo de la misma.
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12. Jugando con sus efectos
Un cuadro, como el de este ambiente de CaffeLatte, no solo cumple una función decorativa sino también emocional, como la sensación que produce el despertarse mirando un paisaje o una obra abstracta intimista, o funcional: “Puedes crear profundidad jugando con la perspectiva o utilizando la antigua técnica de trampantojo en murales, engañando a la vista, o dar fuerza a una zona de paso con la obra adecuada”, argumenta Itziar Guzmán.