Si después de estos meses de confinamiento y pandemia, sigues sin poder ver la vida en rosa y parece que el gris, plomizo y rutinario, se ha apoderado de tu día a día, nada mejor que incorporar otros colores en la decoración de la casa que eleven la moral y acaben con el desasosiego. Además, el verano siempre es un buen momento para realizar reformas o pintar la casa. Está demostrado que ciertos tonos pueden tener una influencia positiva en tu estado de ánimo. Y, si no lo consiguen del todo, al menos habrán renovado tus interiores con nuevas ideas para decorar las paredes. Entre ellos, azul, verde y rojo, y sus tonos vecinos como el naranja, son los tres con más beneficios terapéuticos.
Influencia positiva
Una de los vínculos cromáticos mejor avenidos es el que existe entre el azul, el verano y el sol, como demuestra este proyecto de Knowhaus, y en su capacidad para crear un ambiente fresco, donde encontrar la calma cuando estás estresada y cansada después de un año duro. La combinación con blanco es infalible en una casa de verano.
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Efectos de la cromoterapia
Según establece la cromoterapia (terapia del color), nuestro estado de ánimo cambia según los colores que nos rodean. Los efectos asociados con esta exposición cromática serían múltiples. Así, ciertos colores tienen el poder de bajar tu presión arterial, mientras que otros, por el contrario, aceleran tu frecuencia cardíaca.
Además de provocar reacciones físicas, también pueden influir en nuestro estado de ánimo, como ocurre con esta propuesta de la interiorista americana Sasha Bikoff, donde el verde actúa como una inyección de fuerza y vitalidad. Sin olvidar, que el ‘feng shui’ establece que el uso de un determinado tono incide directamente en nuestro bienestar.
Colores para desestresarse o motivarse
En general, los colores se agrupan en dos categorías distintas: cálidos y fríos. Los colores primarios y secundarios a menudo se clasifican en uno u otro de estos grupos, pero en realidad cada uno puede desarrollar matices más fríos o más cálidos. Sin embargo, admitimos que el rojo y el amarillo son tonalidades cálidas, mientras que el azul y el verde, frías. Como norma general, los cálidos se relacionan con la energía y la calidez, como ocurre con esta propuesta de Bruguer, mientras que los fríos tendrían la capacidad de relajarnos.
Así que depende de ti decidir según tus necesidades, qué necesitas en esta época. Si te faltan fuerzas y las mañanas son difíciles, el rojo, incluyendo al naranja, podría ayudarte a motivarte. Si, por el contrario, tu problema es el estrés, el azul será un gran aliado para encontrar la calma y la relajación, especialmente si pintamos las paredes del dormitorio o del rincón de trabajo. Los tonos pasteles también son buenas opciones para crear una decoración suave y tranquila.
Adaptados a ti
Aunque la cromoterapia funciona, no debes olvidar que los colores son una elección personal. Por eso, siempre tienes que elegir tonalidades con las que te sientas a gusto y que te hagan sentir cómoda porque a pesar de los beneficios que puede tener un tono, el resultado puede ser el contrario si te produce cierto rechazo o asocias con sentimientos negativos o cosas que no te gustan. Se trata de ajustar la paleta cromática a ti y a tu casa, no al revés, como en esta propuesta de Little Greene. De la misma manera, no buscas las mismas sensaciones en toda la vivienda, sino que vas adaptándolas a la estancia en sí, al uso que haces en ella y a tus gustos personales.
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Cada color con su habitación
A la hora de elegir el color idóneo a tu estado de ánimo, debes tener en cuenta dónde vas a usarlo, ya que puedes querer un aire zen en la parte privada y atrevida en el salón o la terraza o, por el contrario, prefieras mantener una base neutra con toques extravagantes en toda la vivienda. Para no equivocarte, lo ideal es que evites apostar por un tono demasiado enérgico en el dormitorio, si no quieres correr el riesgo de espabilarte nada más entrar en la cama. Mientras que para recuperar la moral, optamos por colores atrevidos y cálidos, pero únicamente en las estancias adecuadas como el salón, la cocina, como el rojo de esta propuesta de Behr, el baño o las zonas de paso.
Cuestión de matices
Independientemente del color que elijas, los tonos claros resultan siempre más equilibrados y más amigables contigo y con tu estado de ánimo. Además, son más sencillos de integrar en tus estancias, multiplican la luz natural, hacen crecer los metros y son una base fácil para combinar con otros tonos. Mientras que los intensos poseen un indudable matiz dramático, que puede llegar a saturar y a tirar por tierra nuestro equilibrio emocional, aunque bien usados exprimirán tu potencial y lograrán que te levantes de la cama con las pilas recargadas. En esta propuesta de Dulux se combinan dos tonos de verde, para equilibrar la fuerza visual de la pared del cabecero. Si tienes dudas, recuerda la regla del '60-30-10' para dosificarlos: 60% para el color dominante, 30% para el secundario y 10% para el toque.
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En pequeñas pinceladas
El uso del color en una habitación no implica necesariamente aplicarlo de manera uniforme y con un ‘total look’ sino que muchas veces bastarán con pequeñas, pero acertadas, pinceladas. Los toques de color, además de estar de moda, te traerán ese impulso de ánimo que echas de menos sin caer en el efecto ‘arcoíris’, que puede agobiar un poco, especialmente si eres de las que siempre ha visto al blanco como tu mejor amigo 'deco'. La clave para que la terapia de color funcione, está en el equilibrio, como en este dormitorio con pintura de Dulux, ya que pasarse con el rojo puede provocar, en lugar de vitalidad, estrés, o hacerlo con el azul, sembrar cierta desgana y decaimiento.
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Rojo: pura pasión
Y no solo por la fuerza que desprende y su conexión directa con el amor y el corazón, sino también porque su visión eleva la temperatura corporal y nos acelera el pulso. Además, es capaz de levantar el ánimo (casi) en cualquier situación, por lo que es un buen aliado en estos tiempos de nueva normalidad donde nuestra energía está por los suelos. Solo tiene un ‘pero’, en exceso puede ponernos de los nervios e incrementar el estrés y el mal humor. Por esos motivos, úsalo solo para rincones, zonas de paso o para una pared del salón, como en esta propuesta de Farrow & Ball.
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Verde: la llamada de la naturaleza
El verde nos conecta directamente con la naturaleza y el paisaje, por lo que actúa como un calmante natural (‘of course’), que nos ayuda a concentrarnos en la tarea. Además, proporciona bienestar y dosis de felicidad, que hace que sintamos dentro de casa toda la frescura del aire libre. En tonos claros, no conoce límites y se siente a gusto en todas las estancias, incluidas las habitaciones infantiles. Sin embargo, los oscuros, como los de esta propuesta de Redd Kaihoi, deben usarse con moderación y cuidado.
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Azul: el tono más tranquilo
Este clásico de la decoración veraniega baja nuestra temperatura corporal, produciéndonos un efecto calmante al instante. Por eso, es un remedio cromático eficaz contra el estrés y la ansiedad, especialmente en sus tonos claros, como el cielo de esta propuesta de Jotun. Ideal para el dormitorio, ya que invita a perderse en el mar, sus efectos se potencian si recibe mucha luz natural. No olvides que, aunque parece menos recargado que el rojo, usarlo con exceso puede producir cierta apatía y cansancio generalizado.
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