La historia de Leona König es la de una mujer que cambió su intensa vida social para dedicarse a la filantropía, impulsada por su pasión por la música clásica. Ella es la fundadora de IMF (Fundación Internacional de Música, para niños altamente dotados) y de la gala Goldene Note, que tiene lugar en Viena, un gran concierto en el que jóvenes músicos, respaldados por su fundación, tienen la oportunidad de actuar junto a grandes estrellas de la música clásica. Por esa labor fue galardonada, en octubre de 2020, con el Premio al Patrimonio Cultural Austríaco del año.
Desde niña, sintió un gran amor por la música y se lo transmitió a su hija, nacida de su matrimonio con su exmarido, Peter König, exitoso hombre de negocios del aluminio. Ahora, Leona es feliz con su pareja, Federico Pastorello, uno de los agentes más importantes del mundo del fútbol.
“La vista es magnífica, desde el comedor abres las ventanas y ves la Torre Eiffel y los barcos del Sena. París es una ciudad fascinante y Viena, la cuna de la música”, dice Leona, que vive entre las dos ciudades
El éxito de Leona es fruto de su afición por la música, de su firme determinación, de una innata inteligencia y de la gentileza de sus modales. Es una mujer que aprovecha las oportunidades, que explora el mundo y se explora a sí misma con el objetivo de ayudar a los demás. Su casa parisina refleja su lado romántico: un apartamento muy francés, obra del gran arquitecto François Joseph Graf, un artista moderno, que recrea la alquimia de los materiales.
—¿Cómo comienza la historia de tu vida?
—Crecí en una familia en la que una mitad tenían un gran talento para la música, con artistas que tocaban en orquestas, y la otra mitad eran economistas. Se puede decir que me eduqué pensando en convertirme algún día en doctora en Economía y la música para mí era un pasatiempo, tocaba con mi abuelo y mi tío.
“El apartamento es obra del arquitecto François Joseph Graf, uno de los más destacados de París, artífice de importantes hoteles y restaurantes en toda Francia”
—¿Qué educación recibiste?
—Estudié en la Academia de Negocios después de terminar la escuela obligatoria. Nunca fui la típica estudiante modelo, no solo estaba en casa estudiando, era más un tipo de chica deportista. Después de la escuela secundaria, que cursé en la República Checa, decidí ir a la Universidad de Praga a estudiar Economía y perfeccioné también otros dos idiomas. Cuando empecé mis estudios en Economía, me atrajo cada vez más este terreno. Al terminar la carrera, conocí a mi exmarido —ahora estamos separados— y decidí dedicar mi vida a él y a mi familia. Vivía muy ocupada con mi hija y mi vida internacional entre Mónaco, Viena, Praga y París, y mi matrimonio no funcionó.
—¿Cómo cambió tu vida con el nacimiento de tu hija?
—Dejé de viajar mucho. Me quedaba con ella en Praga, donde siempre quise transmitirle mi amor por la música clásica. Quería que creciera como yo y durante todo mi embarazo escuché música clásica. La primera vez que la llevé a la ópera solo tenía seis años, vimos Carmen y se enamoró de ella. Empezó las clases de piano cuando solo tenía tres años y medio. Le habíamos regalado uno en Navidad y lo tocaba de vez en cuando, acompañada por sus muñecas. También viajamos con ella para asistir a conciertos y concursos. Gracias a la pasión de mi hija, entendí que quería hacer algo en Austria. Ella es una pianista con mucho talento y me di cuenta de que hay muchos jóvenes talentosos en Austria que no siempre reciben el apoyo que deberían. Así nació la idea de la fundación, para apoyarlos en su educación musical. Quería darles lo que había vivido con mi hija, dar mi experiencia a otras personas que necesitaban esta ayuda. Comprendí que la vida social no lo era todo para mí y que hay valores mucho más importantes, como ayudar a los necesitados y compartir tu amor y pasión con ellos.
—Y lo concretaste con la IMF.
—En abril de dos mil dieciséis, fundé la IMF (Fundación Internacional de Música para niños altamente dotados), con sede en Viena. El objetivo es apoyar a los niños con talento, de entre cinco y dieciocho años, en su desarrollo musical, haciendo que la música clásica sea accesible a un público más amplio, particularmente, a la generación más joven. Este apoyo se lleva a cabo mediante la organización de clases magistrales, audiciones y conciertos adecuados a cada edad. Los niños son seleccionados en una audición por jueces profesionales de importantes instituciones musicales de Austria.
—¿Qué has aprendido con la fundación?
—Aprendí a apreciar el trabajo. Nunca pensé que llegaría a crear un premio musical tan importante como Goldene Note. Fue como hacer realidad un sueño. Muchos músicos, muchos patrocinadores, muchos socios que logré involucrar en Viena, la ciudad de la música y el arte. El mayor logro fue cuando pensé en unir a músicos jóvenes con grandes estrellas. Fue hace dos años y es un momento clave en la vida de la fundación. Esta idea me hizo pensar en traer la televisión más grande de Austria a la junta y fue un éxito. Los finalistas reciben apoyo financiero y clases magistrales apropiadas para su edad, con el fin de recibir una matrícula experta. La matrícula se individualiza de acuerdo con sus necesidades, lo que les brinda la oportunidad de aprender de profesionales experimentados. Además de este premio, la IMF organiza conciertos benéficos y otros eventos donde los niños adquieren experiencia en interpretación.
“En esta casa, gracias a Graf, entendí que hay que atreverse a combinar diferentes tejidos y estampados de colores que nunca se nos ocurrirían, como los de las paredes de la biblioteca y el leopardo de las alfombras”
—Y de ahí a un programa de televisión fue todo un camino.
—Sí, porque pensé: “¿Por qué no acompañar a los pequeños músicos también durante el año?”. A partir de diciembre de dos mil veinte, la fundación forma parte de un nuevo programa de televisión cultural, llamado Estrellas y talentos, donde los ganadores de Goldene Note se presentan junto con una estrella internacional. Se emite una vez al mes en la televisión nacional. La próxima edición de Goldene Note que estoy preparando será un espectáculo que ni siquiera era imaginable en Europa. Tendrá lugar el veintiuno de mayo y habrá grandes sorpresas. Será un gran concierto con estrellas invitadas y se retransmitirá en horario de máxima audiencia.
—Háblame de esta magnífica casa en París.
—Es obra del arquitecto François Joseph Graf, uno de los interioristas más importantes de París, que ha creado prestigiosos hoteles y restaurantes en toda Francia. Graf tiene un estilo muy particular , se atreve mucho combinando diferentes colores que nunca se nos ocurrirían, como estos tejidos de las paredes de la biblioteca con las cortinas y el leopardo de las alfombras. Cuando ves el resultado, es simplemente maravilloso y funciona. Con este apartamento entendí que hay que atreverse a combinar diferentes tejidos y estampados de distintos colores. El edificio fue construido a principios del siglo XVIII, es de estilo clásico y el apartamento es el típico parisino. Lo compré tal y como estaba porque era perfecto, incluso los muebles y los sofás. Solamente redecoramos el dormitorio. Llamé al famoso arquitecto francés Guillaume Feau, especializado en boiserie (carpintería) francesa.
“Siempre quise transmitir a mi hija mi amor por la música clásica. Con tres años y medio, empezó a tocar el piano; con seis, la llevé por primera vez a la ópera, y, ahora, es una pianista con mucho talento”
—¿La decoración de las paredes también es de piel?
—Están forradas en cuero, piezas del siglo XVIII, al igual que los muebles. También hay una preciosa colección de espejos de los siglos XVIII y XIX, que hacen que el ambiente sea muy íntimo y acogedor.
—Las vistas desde aquí son impresionantes.
—La vista es magnífica, sobre todo, de noche; desde el comedor abres las ventanas y ves la Torre Eiffel y los barcos del Sena. Un ambiente que solo puede hacerte feliz. París es romántico y el lugar ideal para divertirse y disfrutar de la moda. Viena es la ciudad de la música, con muchos conciertos al día. Pero París no significa solo moda, es una ciudad fascinante, con una gran historia y la arquitectura más hermosa. Si visitas el Louvre o Versalles, es como si estuvieras viviendo en una película. Siempre me gusta ir al Grand Palais para las exposiciones. En Viena tenía una vida social muy intensa cuando estaba con mi exmarido y ahora me dedico a los niños. Mi destino era hacer algo por los demás.
“Gracias a la pasión de mi hija por la música creé mi fundación, con sede en Viena, el premio musical Goldene Note y un programa de televisión cultural llamado Estrellas y talentos”
—¿Cuáles son tus próximos desafíos?
—El fin de la fundación es motivar a los niños, animarlos a su futura carrera en la música. Gracias al apoyo de las estrellas podemos darles mucha visibilidad. El objetivo no es hacerlo una sola vez, sino apoyarlos a largo plazo, también económicamente. Tenemos que trabajar duro para estabilizar este proyecto, para llegar a más países con el streaming, como a Alemania y Suiza. Esta será mi próxima meta. Mi gran sueño sería crear una orquesta infantil, de niños hasta dieciocho años. Esta es la melodía de mi futuro y espero que se haga realidad algún día porque, si creemos en ella y seguimos trabajando, lo lograremos.
—¿Qué has aprendido de esta experiencia?
—Tienes que estar abierto a hacer de todo. No debes centrarte en una sola cosa, sino en la pluralidad de nuestras posibilidades, porque, quizá, descubras algo que te haga realmente feliz, que es lo que me pasó a mí. Tienes que creer en ti mismo, trabajar en ti mismo y ser fuerte. No depender de ningún hombre o amigo: esta es la clave de la felicidad.