lea vicens hola 4004© Andrea Savini

Lea Vicens, la primera y única mujer que ha abierto la puerta grande de las Ventas en San Isidro, nos recibe en su cortijo andaluz, a las puertas de Doñana

‘Cuando vi este lugar, me encantó. Fue como un amor a primera vista’


Actualizado 24 de abril de 2021 - 16:00 CEST

Nada más llegar a su finca, en Hinojos (Huelva),  Lea Vicens  nos recibe entusiasmada. Son las nueve y media de la mañana y ella lleva ya tres horas en el campo. “Una yegua ha parido dos potrillos prematuros hace un par de horas, dejadme llamar a la veterinaria y enseguida estoy con vosotros”, nos pide esta joven francesa, que llegó a España en 2006 y que es, en la actualidad, la figura número uno del rejoneo. Desde ese momento, nos quedó claro el tipo de persona que es: trabajadora, constante, amante de los animales y dueña de una energía especial que tienen solo unos pocos, los que triunfan. Y ahí, lindando con el coto de Doñana, donde el azul del cielo tiene la luz más intensa de Andalucía, y rodeada de prados verdes, donde los caballos galopan con una libertad envidiable, se encuentra su finca. Una casa que ella misma ha diseñado, fuera de los estereotipos de las de los toreros.  Fresca, moderna y con estilo, pero también con el  sello campero  que demuestra que lo más importante en su vida son los caballos, los toros y el amor por la Naturaleza.

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© Andrea Savini

© Andrea Savini

Arriba, vista panorámica de la finca de Lea Vicens, de 70 hectáreas, que se encuentra ubicada en Hinojos (Huelva) y linda (como se aprecia perfectamente en la imagen) con el entorno natural del coto de Doñana. La casa fue diseñada por ella. Destaca también la plaza de toros, donde la rejoneadora entrena a diario con sus caballos. Abajo, Lea montada en ‘Nono’, un caballo de raza luso-árabe y futura promesa del rejoneo.

“Llevo año y medio viviendo en este paraíso”

—Lea, muchas gracias por recibirnos en tu casa. ¿Desde cuándo vives aquí?

—Compré el terreno hace tan solo tres años. Anteriormente, había mirado varios sitios, pero ninguno acababa de convencerme. Sin embargo, cuando vi este lugar, me encantó. Fue como un amor a primera vista (sonríe). Después empecé con todo el tema del diseño, los planos y la obra. Eso me llevó tiempo porque tenía claro lo que quería. De hecho, solo llevo año y medio viviendo en este paraíso.

La rejoneadora francesa, que estudió la carrera de Biología, lleva tres años consecutivos siendo la número uno del escalafón: “Al terminar los estudios, empecé mi aventura en el mundo de la tauromaquia, que ahora es mi vida”
© Andrea Savini

La joven francesa posando, en el patio de su casa, a lomos de ‘Olímpico’, un precioso caballo español que destaca por su espectacular capa champán.

—La casa la diseñaste tú, ¿qué querías conseguir a la hora de hacerla? ¿Qué es lo que más te gusta de ella?

—Sí, la diseñé yo. Era algo que me hacía especial ilusión. Y me ayudó a concretar el proyecto LMV Arquitectos. Buscaba espacios diáfanos, aprovechar la luz, que tuviese vistas y tenía claro que quería sencillez y elegancia a la vez. Intenté que el diseño fuese bastante moderno, pero usando materiales rústicos, como la madera sin tratar o el travertino bruto. Estoy satisfecha de cómo ha quedado.

© Andrea Savini

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Arriba, vista general de la vivienda, con el salón, la cocina al fondo y las escaleras que conducen al dormitorio principal. Abajo, la zona de la biblioteca, separada del salón por unas persianas de esparto, muy típicas en Andalucía.

—Lo que más nos llama la atención es el ventanal que tienes en la cocina con vistas a un box. ¿Cómo se te ocurrió esta idea?

—¡Era mi sueño desde niña! Siempre pensé que un día tendría una casa así. Con esta ventana, establezco una relación especial con el caballo que está en el box. A veces, son caballos que están enfermos; otras veces, caballos con los que estoy trabajando algo especial. El box está insonorizado y, al lado, hay una pista cubierta para trabajar con ellos.

“La casa la diseñé yo. Buscaba espacios diáfanos, aprovechar la luz, que tuviese vistas y tenía claro que quería sencillez y elegancia a la vez. Intenté que el diseño fuese bastante moderno, pero usando materiales rústicos”

—¿Algún día te imaginaste que ibas a vivir aquí y, además, siendo la número uno del rejoneo?

—Desde que era una niña, me han atraído Espa­ña y su cultura, pero nunca había soñado con ser torera. Para mí, era algo totalmente imposible, hasta que, un día, se me metió en la cabeza que iba a convertirme en figura. Vine de mi Francia natal persiguiendo ese sueño y me he esforzado para conseguirlo. Nadie me ha regalado nada. Cuando sale el toro a la plaza, el público quiere ver siempre lo mejor. No conoce ni el sexo del jinete ni su nacionalidad, solo se emociona con el arte y el valor del que está en el ruedo. Además, cada año quiere ver cosas nuevas. Yo vivo en una constante evolución de mi tauromaquia y de mi concepto del rejoneo.

© Andrea Savini

Lea apoyada en una columna de madera, uno de los materiales utilizados en la casa para darle al lugar cierto aire rústico.

—Tres años consecutivos siendo la número uno del escalafón del rejoneo, abrir la puerta grande de Las Ventas… ¿Eres consciente de que has hecho historia en el mundo del toro?

—Creo que eso es algo que deben juzgar los demás y que será el tiempo el que me coloque en un lugar o en otro. Yo voy cumpliendo con mis metas poco a poco. Es cierto que he alcanzado algunos logros difíciles de imaginar, como los que tú relatas —ser la primera y única mujer de la historia que ha abierto la puerta grande de Las Ventas, en la Feria de San Isidro—, pero aspiro a más, desde la humildad y el trabajo diario. He entrenado durante estos meses como si hubiese habido temporada igualmente. Les he exigido lo mismo a mis caballos y a mi equipo de trabajo. Creo que la exigencia es una manera de respetar al aficionado y de respetarse a una misma.

© Andrea Savini

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Arriba, el dormitorio de Lea, con techo abuhardillado y abierto al resto de la casa. Abajo, dos rincones de la singular casa, donde se aprecian los espacios diáfanos tipo ‘loft’.

Alguacililla y acomodadora

—¿Cuándo una niña francesa decide tomar este camino? ¿Cómo fueron tus comienzos?

—Desde pequeña me llamó mucho la atención el mundo del caballo. Recuerdo que, al cumplir cuatro años, me regalaron un poni y estaba todo el día cuidándolo (risas). Después, siendo una estudiante, me coloqué de alguacililla y de acomodadora en la plaza de mi ciudad, Nimes. A partir de ahí, empecé a sentir pasión por la tauromaquia y, al terminar mis estudios universitarios, empecé mi aventura en el mundo del toro, que ahora es mi vida.

“Desde que era una niña, me han atraído España y su cultura, pero nunca había soñado con ser torera. Para mí, era algo totalmente imposible, hasta que, un día, se me metió en la cabeza que iba a convertirme en figura”
© Andrea Savini

Lea, en una divertida imagen, sentada en una ventana en forma de círculo y con vistas al campo.

—Estudiaste Biología, ¿te ha aportado algo tu carrera para convertirte en lo que has llegado a ser?

—Ser torero a caballo no solo es crear arte en la plaza con un toro. También es ser jefe de una empresa, saber mucho de veterinaria, de manejo de ganado bravo y equino, de campo, tener conocimientos para llevar a un equipo, responder a una entrevista, llevar una imagen pública… En todos estos puntos, mis estudios me sirven para tener una metodología, un rigor, saber expresarme con un diálogo abierto y adaptable y, más específicamente, entender de química y biología a la hora de tratar y prever una enfermedad. Así que siempre le contesto lo mismo a las niñas que vienen preguntándome qué tienen que hacer para ser como yo: “¡Primero, estudiar!”.

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Detalle del cuarto de baño.

—Vemos, además, en tus redes sociales, que eres muy polifacética.

—¡Sí! Cuando no entreno, ¡pienso! (Risas). Creo que no sé estar quieta. He desarrollado una actividad turística, abierta a todo el mundo, donde enseño mi mundo por dentro: mis entrenamientos más privados, un paseo por el parque de Doñana con mis caballos, un atardecer mágico viendo a los animales del campo... Mi finca está a pocos kilómetros de la aldea de El Rocío y es una maravilla. También hago aceite, que me apasiona. Se trata de un producto que cultivo aquí de forma muy natural y que elaboramos de la manera más artesanal. ¡Es casi como un zumo de aceitunas! Y un amigo me ha introducido en el mundo de la apicultura y tengo mis propias colmenas en la finca. Me divierte mucho y aprendo de su forma de trabajar. Al mismo tiempo, colaboro con Tauro­Ten, una plataforma que funciona como Netflix o Amazon Prime, pero dedicada al mundo del toro. Somos siete los toreros-embajadores que contamos nuestro día a día en el modelo inside: Ponce, Fandi, Castella, Perera, Cayetano Rivera, Román y yo. Es algo que llega a todas las partes del mundo y es muy didáctico, ya que contamos este apasionante mundo desde muchos puntos de vista distintos.

En la cocina hay un ventanal que da a un box: “Con esta ventana, establezco una relación especial con el caballo que está ahí. A veces, son caballos que están enfermos; otras veces, son caballos con los que estoy trabajando algo especial”, comenta Lea
© Andrea Savini

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Arriba, una imagen de Lea Vicens en la cocina del cortijo, que dispone de un amplio ventanal con vistas a un box: “¡Era mi sueño desde niña!”, exclama. La estancia es de líneas sencillas, pero con aire rústico, gracias a las vigas de madera del techo. Debajo, la rejoneadora, fotografiada en una zona de estar de la planta de arriba.

—¿Cómo definirías tu toreo?

—Cada torero intenta realizarse en la plaza. Yo entreno y me preparo con el objetivo de perfeccionar cada día. El público es muy exigente, cada vez más. Me gusta el concepto clásico, pero moderno, y procuro no ser copia de nadie y tener mi propia personalidad. Creo que eso es clave.

© Andrea Savini

Lea, en el maravilloso guadarnés, con monturas mixtas de tauromaquia moldeadas a cada caballo.

Una rivalidad sana

—Siempre se ha dicho que el toreo es más un mundo de hombres, ¿estás de acuerdo?

—Estoy de acuerdo en el sentido de que las mujeres somos minoría, pero yo no he tenido ningún problema con ese tema. Siempre me he sentido respetada. Como te decía, ni el público ni el toro te piden el DNI.

—¿Qué nos puedes decir de tus compañeros? ¿Tienes una buena relación con ellos?

—Yo, personalmente, tengo buena relación con la mayoría. Fuera de los ruedos no he tenido problemas. En la plaza, cada uno busca el triunfo y ahí tenemos una rivalidad sana.

“Las mujeres somos minoría, pero yo no he tenido ningún problema con este tema. Siempre me he sentido respetada. Ni el público ni el toro te piden el DNI”
© Andrea Savini

© Andrea Savini

—¿Qué significan para ti el caballo y el toro?

—Lo significan todo, en el sentido más amplio de la palabra. Mis caballos son parte de mí, tanto los que monto en la plaza como aquellos que estoy preparando para salir al ruedo dentro de unos años, como los potrillos. Vivo, como observáis, en un entorno idílico donde les dedico todo mi tiempo y mi vida. Esto que veis me lo han dado el caballo y el toro. Sin ellos, no podría entender mi vida ahora mismo.

© Andrea Savini

Una espectacular imagen de Lea Vicens haciendo un alarde de doma junto a ‘Bético’, uno de los caballos estrella, protagonista en su histórico triunfo en Madrid, en el año 2019, cuando fue la primera mujer que salió a hombros en la Feria de San Isidro.

—¿Cómo es un día normal en la vida de Lea?

—Me gusta madrugar. Aquí mis días empiezan pronto. Lo primero que hago, a diario, es informarme de lo que pasa en el mundo ‘normal’, contrasto informaciones de mi interés, cultura general, actualidades internacionales... Luego paso revista a los caballos rápidamente con mi equipo y veo si alguno ha tenido algún problema. Me gusta hacer un seguimiento en primera persona. Después, entreno con ellos toda la mañana. Por la tarde, más de lo mismo, pero más relajado porque guardo los caballos más fáciles para el final. Les dedico, más o menos, diez horas cada día. Es algo muy importante para no perder el pulso con ellos y estar siempre en contacto con quienes son mis aliados en la plaza. Al acabar con ellos, aunque uno realmente nunca termina cuando trata con animales, intento centrarme en mí y evadirme con otros temas o actividades.

© Andrea Savini

Junto a las vacas bravas y sus crías, propiedad de la ganadería Bohórquez, que se encuentran en la finca para el entrenamiento de los caballos toreros.

—¿Cómo ves el futuro del toreo?

—Lo veo bien, a pesar del momento que estamos viviendo, tanto por la política como por la pandemia. El mundo del toro tiene una grandísima fortaleza que lo hace único: la gente va en masa a la taquilla a sacarse una entrada para ver un espectáculo que considera genuino. Es el único del mundo donde el artista expone su vida para emocionar al público y sentirse realizado. Mientras la gente vaya durante treinta y cuatro días seguidos a Las Ventas (como ocurrió en la última Feria de San Isidro) y haya una media de dieciocho mil espectadores por cada festejo, la salud del mundo taurino será buena. Igual ocurre en Sevilla, Pamplona, Valencia, Arles, Bayona o en mi tierra, Nimes.

“Vivo en un entorno idílico donde les dedico todo mi tiempo y mi vida al caballo y al toro. Esto que veis me lo han dado ellos. Sin ellos, no podría entender mi vida ahora mismo”

—¿Y tu futuro? ¿Cómo te ves de aquí a unos años?

—Estoy centrada en mi profesión al mil por cien y me queda mucho por disfrutar y por conseguir, pero mi futuro lo veo cerca del mundo que me llena, el de los caballos. Eso sí, como te digo, mi horizonte ahora mismo es el día a día y eso significa que me toca seguir preparándome para ser cada vez mejor.