En Gstaad, el esplendor de la cuna de la elegancia alpina de las montañas suizas, hay magníficos chalets que acogen a gente chic y cosmopolita que vive las temporadas altas en este paradisiaco lugar como residentes o huéspedes de toda la vida. Gstaad está perfectamente ‘vestida’ de tiendas y casas que, con su estilo de montaña, se funden con el paisaje, rodeando el hotel Palace, donde vibra la vida social, y bajo el exclusivo club Eagle, que cuenta con unas vistas impresionantes.
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Casas, muchas, modernas; algunas, más atrevidas; otras, cálidas y más tradicionales, al estilo ‘vacaciones en la montaña’, con algo de extravagancia personal. El arte encuentra sitio en muchos de estos hogares, ya que los propietarios coleccionistas no se privan de arte ni siquiera aquí, porque la vida social es tan intensa que recibir invitados es una costumbre. Pero la vida familiar también es importante, hay chalets que se convierten en ‘nidos’ donde se reúnen hijos, maridos, novios, nietos, esposas... Por lo tanto, es el lugar ideal para familias numerosas.
Experta en joyería, destacada coleccionista de arte e interiorista, reformó completamente esta casa, situada en la estación invernal más exclusiva de los Alpes, refugio de grandes fortunas
Bibi Gritti tiene aquí su casa, llamada ‘Chalet Nest’ (chalet nido), que refleja su intensa vida y la de sus cuatro magníficos hijos, ciudadanos del mundo. Su ascendencia veneciana, una educación austríaca y un estilo de vida internacional hacen de esta una de las familias típicas de Gstaad, aficionada al deporte, culta y acomodada. Bibi, decoradora de interiores, experta en joyería, coleccionista de arte y apasionada de la música clásica, nos cuenta cómo su vida viajera ha alimentado su buen gusto.
—¿Es usted de ascendencia austríaca?
—Nací en Austria, mis padres eran muy jóvenes. De allí partimos a Berlín, donde mi padre estudió Economía Nacional, Administración de Empresas y Humanidades, y trabajó en la Oficina de Prensa Federal. Luego, nos mudamos a Suiza y Estados Unidos, donde mi padre trabajaba para Caterpillar. Después, regresó a Suiza para seguir con su empresa en el sector de la gestión del reciclaje. Por sus múltiples viajes, mis padres tenían un círculo de amigos internacionales. Vivíamos en Ginebra; en Saint-Moritz, en invierno; en España, en verano, y en el Algarve, en Portugal, donde mi padre fundó el exclusivo club Quinta do Lago. A mediados de los años setenta, murió mi abuelo y mi padre volvió a Austria para hacerse cargo de la propiedad familiar. A los catorce años, me enviaron a un convento, donde estudié hasta el Bachillerato. Aunque fue un cambio de vida radical, amé mi nueva vida vienesa, con una educación rígida, pero rica en cultura, música y tradiciones austríacas. Cada semana iba a la célebre escuela Elmayer, donde aprendíamos todos los bailes tradicionales, especialmente el vals vienés, y asistimos a muchos conciertos de ópera y música clásica. Todo esto ha influido en mi vida.
“Se llama ‘Chalet Nest’ (nido) porque es el nido de mi familia, construido a mi gusto, con una pequeña parte de mi colección de arte contemporáneo y algunas piezas que he diseñado, como lámparas, cuadros y marcos”
—¿Cómo comenzó en el mundo de la joyería?
—Inmediatamente después de mi graduación, empecé a estudiar Gemología en la ciudad de Idar Oberstein (Alemania) y en el prestigioso Imperial College of Science and Technology de Londres. Cuando terminé, me fui a Múnich y trabajé para un joyero como responsable de la compra de piedras preciosas. Unos años más tarde, me fui a París, donde diseñé joyas para Boucheron. A finales de los ochenta, regresé a Suiza para trabajar en Sotheby’s como experta en joyería, lo cual fue un trabajo muy fascinante porque viajaba constantemente a subastas internacionales. Después de organizar una gran exposición para Sotheby’s en la Residenz de Múnich (que fue residencia de los Reyes de Baviera), comencé a trabajar para Bulgari como gerente en Suiza. Esos años fueron maravillosos porque estaba principalmente en Saint-Moritz, donde vivía en el hotel Palace y tenía la tienda y la oficina enfrente.
—¿Cuándo se casó?
—Me casé con Brando Gritti en mil novecientos noventa y uno, en mi casa en Austria. Nos fuimos a vivir a Ginebra, donde mi marido era banquero. Era de origen veneciano, descendiente del Doge Gritti de Venecia, entre cuyas propiedades estaba lo que ahora es el famoso Gritti Palace. Tuve cuatro hijos maravillosos en cinco años, así que, cuando eran pequeños, como no podía viajar, fundé mi empresa, Bibi Gritti The Showroom, de regalos personalizados y corporativos.
“Mis padres tenían un gran círculo de amigos internacionales. De niña, vivíamos en Ginebra; en St. Moritz, en invierno; en España, en verano, y en el Algarve, en Portugal, donde mi padre fundó el club Quinta do Lago”
—Hábleme de sus hijos.
—Massimiliano, el mayor, vive en Londres, donde creó su propia empresa, Bombinate (bombinate.com), que se ocupa de las marcas mundiales sostenibles, preservando el valor de la artesanía. Lodovico, el segundo, vive en Barcelona y trabaja para la famosa inmobiliaria Lecollectionist.com, muy presente, sobre todo, en Ibiza, para inmuebles de lujo. Brandolino, el tercero, trabaja en Suiza para Enigma.swiss, líderes en marketing y branding para empresas como Nestlé, Danone, Victorinox, etcétera. Mi hija, Lea, recién graduada, es una apasionada de la equitación y saltos de obstáculos y formó parte del equipo suizo. También trabaja profesionalmente en este entorno.
—¿Cuánto tiempo lleva viviendo en Gstaad?
—Compré mi primer chalet en Gstaad, cuando los niños eran pequeños, porque me recordaba a Austria. Mi primera casa fue una cabaña vieja , absolutamente inhabitable, que transformé por completo con artesanos suizos y austríacos y que se convirtió en una casa maravillosa. Desafortunadamente, la vendimos después de separarme de mi marido. Inmediatamente, me lancé a un nuevo proyecto en Verbier desarrollado desde cero. Luego, volví a Gstaad, donde compré una casa de campo muy antigua, para ser completamente renovada. Al hacerlo, mi estilo se volvió tan apreciado que me incentivó para dedicarme a la construcción y la decoración, especialmente en la restauración y renovación de chalets de montaña en Suiza, en Gstaad, Verbier y Saint-Moritz, o en Austria. Pero también casas y apartamentos en la ciudad, como en Ginebra.
“A los catorce años, me enviaron a un convento en Viena, donde estudié hasta el Bachillerato. Aunque este cambio de vida fue radical, amé mucho mi nueva vida vienesa, rica en cultura, música y tradiciones austríacas”
—¿Qué le gusta de una casa?
—Me gusta la calidad de los materiales, la madera, lo antiguo, la piedra natural. Sobre todo, el entorno y el alma de determinados lugares. Para mis casas siempre he elegido elementos especiales, como puertas que encuentro en chalets antiguos, castillos o masías demolidas en Austria y suelos o chimeneas antiguas de Borgoña. Objetos que también puedo encontrar en el Mercado de las Pulgas, de París (como los dos espejos de mi salón, por ejemplo), así como de anticuarios. Me encanta el arte clásico y contemporáneo, así como los objetos de diseño, y me gusta mezclarlos con muebles del siglo XIX.
Tras estudiar Gemología en Alemania e Inglaterra, Bibi diseñó joyas para Boucheron en París, ha trabajado como experta en joyería para Sotheby’s y como gerente de Bulgari en Suiza
—¿Por qué ‘Chalet Nest’ (chalet nido)?
—Es el nido de mi familia, una casa construida a mi gusto, muy personal, con muebles de mi familia y una pequeña parte de mi colección de arte contemporáneo y algunas piezas que diseñé, como lámparas, cuadros y marcos. En el comedor hay un cuadro realizado en chocolate por Vik Muniz, artista brasileño, que refleja a mi familia, a mis cuatro hijos, mis cinco perros y a mí. Y otra obra muy querida para mí es la del artista suizo Not Vital. Mientras que en la escalera hay cuadros de Marilyn, de Andy Warhol.
“Para mis casas, me gustan las puertas de castillos demolidos, suelos y chimeneas antiguas de Borgoña o piezas del Mercado de las Pulgas, de París”
—¿Qué obras tiene en su colección de arte?
—Tengo obras de Anselm Kiefer, Georg Baselitz, Robert Longo, Franz West, Andy Warhol, Ugo Rondinone, Olafur Eliasson, Stephan Balkenhol y Ron Arad. Fui miembro del Comité Internacional del MOMA, de Nueva York, y del comité de la Fundación Beyeler, de Basilea, y del Museo de Arte Moderno de París. La mayoría de las obras que compro provienen de la galería de Thaddeus Ropac (ropac.net), que tiene galerías en Salzburgo, París, Londres, y con quienes mantengo una amistad desde hace treinta años.