En el área protegida del Parco di Veio, a pocos kilómetros de Roma,está la finca de 174 hectáreas de Ilaria Venturini Fendi , hija de Anna Fendi, una de las cinco hermanas famosas en todo el mundo que fundaron la gran casa de moda Fendi. Aquí, Ilaria creó su negocio de agricultura ecológica, la sede de Campus Carmina (su marca de accesorios y objetos de decoración) y la fragua de sus múltiples proyectos dedicados al compromiso social y medioambiental, como gran defensora y activista de Stopglobalwarming.eu.
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En 2003, en el apogeo de su carrera en el mundo de la moda, cambió radicalmente de rumbo para convertirse en emprendedora agrícola y fundar un laboratorio innovador de diseños reciclados y proyectos sociales
Criada en el matriarcado de su familia, Ilaria, reservada y tenaz, revela su fuerte pasión por la Naturaleza y por la moda sostenible, acorde con la realidad de nuestro tiempo. Así que, en 2003, en el apogeo de su carrera como diseñadora, decidió cambiar radicalmente de rumbo lanzándose al mayor desafío: dejar todo atrás para convertirse en emprendedora agrícola y dar rienda suelta a una nueva creatividad con visión de futuro.
“Me preocupa el destino de nuestro planeta y siento la necesidad de ser cada vez más activa como ambientalista. Estoy involucrada en Stopglobalwarming.eu, una campaña mundial para hacer frente al cambio climático”
Y aquí, en esta tierra, que una vez fue una plantación de tabaco, ha creado la casa familiar para los fines de semana, en un tiempo, sacristía de una pequeña iglesia hoy restaurada. El estilo de la casa es sencillo, incluso un poco espartano, aunque particular y sofisticado. Combinar diferentes estilos y épocas mezclando piezas de diseño, piezas de mercadillos o antigüedades es un rasgo familiar que Ilaria ha heredado. Una mujer muy interesante, atrevida, moderna, original y elegante. Una digna heredera de la gran saga Fendi.
—llaria, ¿qué significa ser una Fendi?
—Muchos conocerán mi apellido, del que estoy orgullosa, que mi madre, Anna, y sus cuatro hermanas han convertido en una marca internacional. Gracias a mi abuela Adele y al ingenio, el estilo y la tenacidad de sus cinco hijas, una tienda y taller para damas romanas de clase alta se transformó en una verdadera empresa de moda. De niña, no pensaba en ser diseñadora. Me encantaba pasar tiempo al aire libre y seguía a mi padre, un hombre de negocios apasionado por la tierra, en sus largas caminatas por los bosques de su finca. También me transmitió su pasión por los caballos. He tenido un caballo que fue muy importante en mi vida, un semental andaluz que falleció con treinta y dos años. La moda entonces era una realidad lejana, pero después entró con fuerza en mi vida, tras la muerte de mi padre, cuando yo tenía diez años. A partir de ese momento, comencé a respirar el aire del taller de mi madre, directora creativa de accesorios Fendi, e inevitablemente me fascinó. Me di cuenta del privilegio que era formar parte de esta familia, una verdadera tribu de tías, tíos, primas y primos que ya se había convertido en marca. Era una escuela de diseño y estilo, pero también de vida: me enseñó el deseo de luchar siempre por lo mejor, la belleza de ser parte de un equipo y la humildad del trabajo duro. Todo esto hizo que quisiera seguir los pasos de mi madre.
“De niña, no pensaba en ser diseñadora. Me encantaba estar al aire libre y seguir a mi padre en sus caminatas por el bosque”
—¿Cómo fue tu acercamiento y trayectoria en el mundo de la moda?
—Asistí al Instituto Europeo de Diseño y, después, hice dos años de prácticas en Chanel con Karl Lagerfeld . Luego, me incorporé al negocio familiar, donde me convertí en directora creativa de accesorios de la línea joven Fendissime y en diseñadora de Fendi Shoes, roles que desempeñé con gran pasión y que mantuve incluso después de la venta de la marca a un grupo francés.
“En esta casa, la mano experta de mi madre, Anna Fendi, es muy evidente. Es imparable, creativa, siempre llena de proyectos, porque para ella su trabajo y su vida son lo mismo”
—¿Cómo es tu estilo, tu gusto personal?
—Amo la investigación, la moda de vanguardia y la artesanía. Mi estilo personal, sin embargo, se fusiona con mi gran pasión por la Naturaleza y la moda sostenible, que me enorgullece haber propuesto hace muchos años, cuando en dos mil seis creé mi propia marca de accesorios y objetos de mobiliario Carmina Campus. Por eso, me siento a gusto con jeans y botas, o con prendas vintage o hechas por mí misma, personalizando otra cosa, como los bolsos que creo con materiales reutilizados. A la hora de decorar un ambiente, me gusta mezclar épocas y estilos, objetos más o menos preciosos que de alguna manera se integran en el conjunto, piezas creadas por mí, sobre todo, con materiales reciclados. Si antes, cuando trabajaba en el negocio familiar, primero me enfocaba en las ideas y luego buscaba los materiales, hoy ocurre lo contrario: son los materiales que encuentro los que me dicen en qué pueden convertirse en una segunda vida.
—¿Cuál es tu perspectiva de la vida?
—Es fundamental tener un propósito. En este momento, mi visión de la vida está muy condicionada, además de por la incertidumbre provocada por la COVID, por el destino de nuestro planeta. Me preocupa lo que les espera a mis hijos y a todas las generaciones futuras. No soy pesimista, sino optimista informada y siento la necesidad de ser cada vez más activa como ambientalista.
—¿Qué es Stopglobalwarming.eu?
—Con el paso del tiempo y el cambio climático que avanza inexorablemente, cada vez tengo más ganas de hacer algo concreto. Por tanto, me convertí en una gran partidaria de Stopglobalwarming.eu, una campaña europea lanzada en Italia por el activista Marco Cappato. Tiene un objetivo urgente, una iniciativa ciudadana europea, que es una herramienta de democracia participativa a través de la cual proponer a la Comisión introducir un aumento de impuestos sobre las emisiones de CO2, compensando este aumento con mayores deducciones en los impuestos laborales. El tiempo disponible para recoger las firmas necesarias para la presentación de la petición —un millón en, al menos, siete países de la UE— expira el veintidós de abril, por lo que espero que muchas personas al leer esto se sumen a este llamamiento inscribiéndose en el Stopglobalwarming.eu.
—Háblame de los grandes éxitos y desafíos de tu vida.
—Tal y como me enseñó mi madre, el éxito se logra trabajando duro. En mi familia estamos acostumbrados a fijarnos siempre metas muy altas, que requieren un gran compromiso, y esto se refleja en mis años de creativa en Fendi. Lo recuerdo como un período gratificante y fantástico. Pero también muy exigente. Las colecciones se sucedían a un ritmo cada vez más rápido y, cada vez que presentaba una, mi obra envejecía inmediatamente y tenía que empezar de nuevo. Ya no podía dar sentido a lo que estaba haciendo, mientras mis hijos eran pequeños y la necesidad de tener más espacio para ellos, para mí y para reconciliarme con el tiempo y la Naturaleza era cada vez más grande. Así que en dos mil tres decidí cambiar radicalmente de rumbo y lanzarme al mayor desafío: convertirme en empresaria agrícola.
—¿Cómo llegaste a ‘Casali del Pino’?
—En este cambio de vida, ‘Casali del Pino’ ha jugado un papel importante. Hacía mucho tiempo que buscaba un pequeño terreno para los fines de semana, para mantener mi caballo. Hasta que me topé con esta gran finca (ciento setenta y cuatro hectáreas) en el norte de Roma, de la que me enamoré de inmediato porque parecía un poco descuidada, como si estuviera esperando mi atención. Al ser una propiedad mucho más grande de lo que estaba buscando, no podía ser solo una casa de fin de semana. El cambio de vida en el que había estado pensando se volvió fácil y casi natural para mí. Fue el comienzo de un camino completamente diferente. Yo también me regeneré.
“El éxito se logra trabajando duro, tal y como me enseñó mi madre. En mi familia, estamos acostumbrados a fijarnos metas muy altas, que requieren un gran compromiso, y esto se refleja en mis años de creativa en la firma familiar”
—Aquí, en ‘Casali del Pino’, comenzó tu misión ecosostenible.
—Tan pronto como adquirí la empresa, asistí a un curso para convertirme en emprendedora agrícola y, luego, la conversión a orgánico, que me llevó tres años. Mientras esperaba que la tierra se regenerara, yo también me regeneré, me di cuenta de que ya no podría enfrentar ninguna actividad sin un enfoque sostenible. De esta conciencia, nace Carmina Campus, en dos mil seis, mi pequeña marca de moda y diseño sostenible. Estaba muy feliz de cuidar la agricultura ecológica, pero me faltaba trabajo creativo, tanto que había mantenido la costumbre de que mis bolsos personales los hicieran los artesanos con los que había colaborado durante muchos años. Cuando me encontré con los bolsos de la conferencia de una ONG que estaba involucrada en campañas contra la mutilación genital femenina, pensé en personalizarlos agregando trozos de cuero, trozos de tela y otros materiales que tenía a mano, haciendo de cada uno una pieza única. Luego, los vendí a boutiques de investigación y pude hacer una contribución a la ONG para la campaña. Lo que parecía un episodio se ha transformado en el proyecto Carmina Campus, cuyo enfoque es reutilizar materiales existentes sin usar o descartados, pero que pueden quedar perfectos en un bolso, en un accesorio o en un mueble. En este punto, era natural instalar mi estudio creativo en uno de los edificios de la granja, lo que me permite cambiar de un rol a otro solo cruzando una puerta.
—Háblame de tu compromiso social.
—Carmina Campus se involucró de inmediato en proyectos relacionados, sobre todo, con los derechos humanos de la mujer. En dos mil siete, inicié, sin ningún socio, para un grupo de mujeres desfavorecidas en Camerún, un proyecto de trabajo que llamó la atención de Naciones Unidas. Acepté la invitación del Centro de Comercio Internacional de las Naciones Unidas (ITC) para transferir el proyecto a su centro en Kenia. Estuve a cargo del diseño de una línea especial de bolsos hechos con materiales de origen local, que fue producida en los centros del ITC por un grupo de trabajo al que di capacitación a través de algunos de mis artesanos italianos que llevé al lugar. Me enorgullece decir que los informes periódicos de impacto del proyecto elaborados por el ITC mostró cómo muchas mujeres habían logrado cambiar radicalmente sus condiciones de vida y las de sus hijos gracias al trabajo y el saber hacer impartidos por esta iniciativa. Luego, trasladé esta misma filosofía ligada a la capacidad de redención que da el trabajo en una nueva colaboración con SociallyMadeinItaly. Creé una línea particular de bolsas producidas íntegramente en algunas cárceles italianas. Inicialmente, estaban involucradas cuatro prisiones, que luego se convirtieron en once. En la prisión de Catania, colaboré con un grupo de internos que trabajaba con fieltro realizando aplicaciones de punzonado sobre diversos soportes textiles. Algunos de estos paneles, de mujeres vistas desde atrás, se han convertido en pequeños cuadros que tengo por toda la empresa.
—¿Qué premios te han dado?
—No lo digo por vanidad, pero he recibido varios, tanto para una actividad como para otra. A pesar de que Carmina Campus es una marca nicho, hay muchos premios por su innovación conceptual y su compromiso social. Por lo tanto, me alegré, después de ser pionera en este campo, de haber recibido el Social Laureate Award durante la primera edición del Green Carpet Fashion Award, organizado en Milán por la Camera della Moda en dos mil diecisiete, al igual que me gratifica mucho, por la ADI, el Premio de Diseño Social por el proyecto Made in Prison. En el pasado, el entonces alcalde de Dallas también me otorgó el Premio a la Excelencia en Negocios Éticos y, en Seúl, el Gran Premio Fashion4Development. A mi manera, pude transmitir mi mensaje a muchas audiencias internacionales.
—¿Cuál es la historia de la finca?
—Era un territorio etrusco y hay muchos hallazgos arqueológicos que aún se pueden ver. La finca siempre se ha caracterizado por las actividades agrícolas, en particular, el cultivo del tabaco, pero hoy la actividad más importante es la cría ecológica de casi mil ovejas lecheras. Los trabajadores vivían en una especie de pequeño pueblo, donde había una escuela primaria y una pequeña iglesia, además de los establos y el laboratorio de secado. Encontré estos edificios, en su mayor parte, ruinosos e inmediatamente comencé el estudio para su restauración. El proceso llevó varios años. Logré completar la restauración buscando las soluciones más sostenibles y energéticamente eficientes para cada uno. En este edificio, se han insertado tres chimeneas solares, única señal de contemporaneidad permitida en las restauraciones, que tienen función termorreguladora, funcionando como invernaderos en invierno y refrigerando el aire en verano con un sistema de ventiladores. El laboratorio de procesamiento de leche se creó en otro antiguo establo para la elaboración artesanal de nuestros quesos frescos y curados, y como punto de venta de otros productos orgánicos.
“Logré completar la restauración buscando soluciones sostenibles y energéticamente eficientes. Se han insertado tres chimeneas solares, única señal de contemporaneidad permitida, con función termorreguladora”
—Las mayólicas son las grandes protagonistas de la casa.
—En esta casa, la mano experta de mi madre es muy evidente, sobre todo, en los suelos, paredes y baños. Tiene una colección real de azulejos antiguos napolitanos que son una especie de su marca registrada y es capaz de realzar incluso los antiguos y más comunes, a veces, en fragmentos, que reutiliza con un diseño original para cada ambiente. Es imparable, creativa, siempre llena de proyectos, porque para ella su trabajo y su vida son lo mismo.
—La cocina también es muy especial.
—La iglesia, como la mayoría de los otros edificios del pueblo, no tenía techo y estaba casi en ruinas. Intentamos recuperar todos los materiales que de alguna manera pudieran ser reutilizados , pero la cocina tuvo que ser prácticamente recreada desde cero. Las paredes se han revestido con mayólica napolitana de principios del siglo XX, una mezcla de burdeos, marrón y beis, que, alrededor de la chimenea, adquiere tonalidades de azul.
—El estilo de Anna Fendi en el salón.
—En el salón, las sencillas consolas creadas por mi madre con tapa de piedra y base de hierro que reproduce su logo están colocadas en paredes dominadas por dos grandes esferas de reloj. Uno es un reloj original de un campanario que encontró en un anticuario; el otro, como siempre le ha gustado usar los objetos por parejas, hizo que sus artesanos lo reprodujeran con hierro recuperado. Los relojes son un poco una pasión que ella me transmitió; yo he usado algunos de los relojes de pared para crear sillas y taburetes, mientras que con los relojes de pulsera he hecho colecciones de collares, pendientes y pulseras. Los dos sillones también los diseñó mi madre, mientras que el que cuelga de la chimenea es lo que queda de un gran caldero de metal recuperado y utilizado como si fuera una escultura contemporánea.