Ana pertenece a una familia de mujeres empresarias que comienza con su abuela Madalena Silva, sigue con su madre, Sofía, y continúa con ella y su hermana Marta. Su empresa, Longratex, en Portugal, produce, sobre todo, ropa de niño, sesenta mil piezas al día para grandes marcas. Y, con la suya propia, Patachou, encuentra en las familias reales sus mejores clientes. Estelle de Suecia es una de las princesas a la que viste, incluso en sus fotos oficiales.
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Conoció a su marido, Philippe —un industrial luxemburgués de gran prestigio—, en St. Moritz, en el 2015, se casaron un año y medio más tarde y tienen un bebé de diez meses llamado Caspian. Precisamente, la casa fue construida y diseñada por su marido, junto al prestigioso arquitecto y decorador Pierre Yovanovitch. “Hace siete años —cuenta Ana—, antes de conocerme a mí. Mi marido tiene un gusto exquisito, mucho mejor que el mío”.
Ana vendía su marca en Harrods, Neiman Marcus, Barneys, Harvey Nichols, etc. “Cumplí mi sueño de vestir a las mujeres más emblemáticas y estar en las mejores boutiques del mundo, pero, tras la quiebra de Barneys y la situación actual, ahora vendo directamente al cliente desde mi web. Además, he añadido ‘hecho a medida’ y, por supuesto, novias. Es otro momento en la moda y ahora solo quiero hacer mi trabajo lo mejor posible para mis extraordinarias clientas”.
Esta historia comienza en Felgueiras, una pequeña ciudad industrial a unos cuarenta kilómetros de Oporto, en Portugal. Madalena Silva, la abuelita, era maestra, pero decidió, a la edad de treinta años, fundar una empresa de confección de ropa para niños: Longratex. Años más tarde, en los ochenta, su hija Sofía, que en realidad era matemática, se unió a su madre y expansionó la empresa. Hoy exporta el ochenta y cinco por ciento de su producción y fabrica para las marcas más conocidas del sector. Su propia marca, Patachou, es la preferida de las familias reales europeas.
La casa fue construida y diseñada por su marido, junto al prestigioso arquitecto y decorador Pierre Yovanovitch: “Fue hace siete años, antes de conocerme a mí. Mi marido tiene un gusto exquisito”, cuenta Ana, que conoció a Philippe en 2015 en St. Moritz
Ana Teixeira de Sousa, hija y nieta de estas dos extraordinarias mujeres, es la protagonista de esta entrevista y la más famosa de la familia, como presidenta y diseñadora de su propia marca de costura accesible: Sophia Kah .
La firma de moda infantil de su familia es una de las preferidas de las casas reales europeas, y la princesa Estelle de Suecia ha lucido varios de sus diseños, incluso en sus retratos oficiales
“Soy curiosa por naturaleza y decidí ir a estudiar International Business a Londres, que para mí es la ciudad más excitante del mundo en la que “todo pasa”. Total, que, después de estudiar, salía todos los fines de semana… y algún que otro día entre semana (risas), y, claro, necesitaba cambiar de vestido con frecuencia. Me gustan Valentino y Dolce&Gabbana, pero el presupuesto no me daba para tanto y, entonces, comprendí que, al igual que yo, otras mujeres tenían el mismo “problema”. Que “había un nicho en el mercado”. La famosa frase de casi todos los emprendedores que triunfan.
Ana quería trajes bonitos y bien hechos, pero a precios más asequibles que las grandes marcas. Y, en 2011, apenas había donde escoger. “Y… ¡menos con encaje! Me encanta el encaje. Es mi especialidad. Admiro la tradición de las cosas bien hechas y el buen hacer portugués. Aproveché el background de la familia y ¡me lancé! Fue un total boom. Yo diseñaba y los producíamos en la empresa familiar de Felgueiras. Cuatro colecciones al año. Unos treinta vestidos por colección y la meta de estar en las mejores boutiques del mundo y vestir a las mujeres más emblemáticas”.
El interior se funde con el exterior gracias a las grandes cristaleras de la vivienda, que tiene setecientos metros cuadrados distribuidos en espacios muy amplios, casi sin fronteras
Su amiga la princesa Beatriz de York, Keira Knightley, Sarah Jessica Parker, Olivia Palermo… se enamoraron de sus diseños, pero fue Beyoncé la que puso a Sophia Kah en el punto de mira de la prensa internacional. “Fue una gran sorpresa. Todo el mundo llamaba y mi web se colapsó y yo pensaba: ‘Pero ¿qué está pasando?’. Resulta que Beyoncé necesitaba un vestido para la boda de su madre , Tina Knowles , fue a Barneys, que era mi mejor cliente y, además, tenían un personal shopper fabuloso, y se compró un Mary, que es mi modelo más emblemático. Siempre lo fue y, después de esa ocasión, todavía más. Lo repito todos los años, en distintos colores, materiales, etc. Gusta mucho”.
La vida llena de éxitos, con sus vestidos superchics de encaje y tul para la mujer moderna , fue cambiando de dirección. En 2015, en St. Moritz, conoció a Philippe, un inteligente empresario luxemburgués con quien se casó un año y medio después. Tienen un hijo, Caspian, de diez meses. “Sí. No quería que tuviera un nombre normal como todo el mundo, y cualquiera que se nos ocurría me recordaba a alguien que ya conocía, así, que ¿qué mejor que Caspian? Es inusual. Te hace pensar en ese maravilloso lago… Tuve un embarazo maravilloso, me sentía de vacaciones, pero un parto terrorífico. Fue en abril, en Oporto, en plena pandemia. Con las restricciones. Con una enfermera para quince madres y recién nacidos. Sí, pasé miedo, pero todo salió bien. Hoy, vivo entre Portugal y Luxemburgo”.
“No quería que mi hijo tuviera un nombre normal, y cualquiera que se nos ocurría me recordaba a alguien, así que ¿qué mejor que Caspian? Es inusual. Te hace pensar en ese maravilloso lago”
Las cosas empezaron a cambiar muy deprisa. Barneys —su mejor cliente— quebró. Los desfiles desaparecieron y las personas, incluida ella, empezaron a tener otras prioridades. “Hoy vendo directamente al consumidor desde mi web. He lanzado, además, una línea de pijamas de encaje y seda, que son tan bonitos que todas los llevamos también por la calle. Tengo, además, una línea ‘hecha a medida’. Cada poco tiempo voy a Portugal y allí recibo a mis clientes especiales. Toda mi colección puede adaptarse a las formas de cualquier clienta y ¡me encanta! No hay nada mejor para que la ropa te siente ‘como un guante’. Y, por supuesto, hacemos trajes de novia , que es otra de nuestras cosas que más gusta”.
Porque, para Ana, no hay un solo tipo de mujer que pueda llevar sus creaciones. Su clienta no tiene edad. No tiene unas medidas determinadas. Su clienta es una mujer interesante, independiente, a quien le gusta sentirse guapa. “Y ahora también me gusta vestir sus mesas . Junto a mi hermana Marta, acabamos de crear Caspisanti, una fusión de los hombres de mi hijo y el suyo. A toda mi familia nos gusta recibir y ahora —en pequeños grupos— se abren las casas y, lo mismo que con Sophia Kah, creo que existe un nicho en el sector que no está bien aprovechado. Estoy muy ilusionada. Dejé atrás el deseo de estar en las mejores boutiques del mundo y de vestir a las mujeres más famosas. Hoy solo quiero dedicarme a hacer mi trabajo lo mejor posible para mis extraordinarios clientes”.