El color comodín por excelencia, el blanco (roto, puro, tiza, hueso, crema, antiguo, seda…) es una apuesta segura, ya que es fácil de combinar, saca partido al espacio y dota a la casa de encanto y sencillez. Eso sí, siempre que vaya bien acompañado de muebles y telas que potencien sus valores decorativos. En la decoración de salones, es ideal si eres de las que te aburres enseguida de la ‘blancura perfecta’ o te gusta renovar los complementos decorativos con regularidad. Sin problemas de adaptación, encaja bien con cualquier estilo decorativo y (casi) con todos las tonalidades, siempre que se mantenga a raya su frialdad, especialmente en los blancos puros.
Contemporáneo con gris y madera
El gris y la madera son dos de los fondos de armario más efectivos en la decoración de interiores. Si a este binomio, le unimos una base blanca en paredes y cortinas, tendremos un trío ‘deco’ lleno de éxito, como ocurre en esta propuesta de El Corte Inglés. Ideal para ambientes contemporáneos, abrígalo con cálidas alfombras, tapicerías de cuero y piezas y adornos sencillos, pero con personalidad.
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Nórdico con madera natural
El color blanco y, en general, la paleta cromática neutra (con el gris a la cabeza) es siempre un buen aliado en la decoración nórdica. Suele ir acompañado de madera clara y natural, plantas y arreglos florales que traen la frescura dentro de casa y potencian la esencia natural y detalles y adornos que contribuyen a crear sensación de hogar y dan forma a los espacios.
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Estiloso con metal y madera
Ni previsibles ni aburridas, las paredes blancas pueden ser la base perfecta para tus estilismos ‘deco’ más sofisticados, si juegas bien tus bazas, como ocurre en esta propuesta de Mentemano. En este salón-comedor, la mesa metálica negra, el aparador de madera y el espejo XL sobre la chimenea diseñan un ‘look’ que reinventa el clásico y lo dota de ‘glamour’ contemporáneo.
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Blanco sobre blanco
Aunque puede parecer sencillo, el ‘total white’ es más difícil de lo que puede parecer a priori, especialmente si sueñas con un salón cálido y confortable. Para no pasarte de purista, da alguna pincelada atrevida con los complementos. Por cierto, esta combinación no funcionará si está sobrecargada de muebles y objetos. ¡El blanco no salva el exceso! Incluso con paredes inmaculadas y ambiente monástico, evita acumular objetos y muebles que, por el contrario, solo serán más visibles y harán que la habitación parezca más pequeña.
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Sofisticado con blanco y negro
La decoración en blanco y negro es una de las fórmulas de la decoración (y de la moda) que mejores resultados logra a la hora de vestir una estancia como el salón. Sofisticada y tremendamente personal, la clave de su éxito está en olvidarse del ‘menos es más’, tratarlos como colores independientes en lugar de cómo un dúo bien avenido y no equilibrar proporciones de uno y otro.
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Moderno con toques de color
Eso sí, preferiblemente con blancos fríos, puros e inmaculados, que hagan destacar las pinceladas cromáticas verdes, amarillas o azules. Ten en cuenta que dejar las paredes vacías es otro de los grandes errores que se cometen al vestir un salón blanco, ya que, además de reforzar la frialdad, pueden aumentar el eco en la habitación y hacer que el eco se instale a vivir con nosotros. Tampoco hace falta que lo llenes de marcos, bastarán con uno o dos cuadros, algunas plantas o un espejo, que te ayuden a potenciar el espacio sin sobrecargar.
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Desenfadado con rayas y a lo loco
Un salón blanco no implica que todo tenga que ser monocromático ni aburrido. Puedes jugar con los colores, desde cremas, grises y beis hasta negro o tonos vitaminados, o con los motivos y las texturas. Las rayas y los estampados geométricos nunca fallan. Por cierto, no te olvides de las cortinas, incluso blancas, ya que visten y calientan a la vez.
‘Vintage’ con tonos intensos
Los colores oscuros derrochan personalidad y te ayudarán a crear un ambiente con aire retro, siempre que busques el equilibrio entre ellas y no mezcles demasiados tonos. A menos que tengas dominada la tabla de colores y las asociaciones de colores, evita errores aplicando la 'regla del 3': usar con el blanco un máximo de tres colores.
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Romántico con rosa pastel
El color rosa tiene la capacidad de endulzar la decoración, incluso cuando es espartana y monocromática. Con paredes en blancos fríos, como en esta propuesta de Sofology, muestra una dulzura más desenfadada y sin prejuicios, como una ‘princesa del siglo XXI’, mientras que con blancos cálidos saca su lado más romántico y palaciego.
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Impactante con verde
A la hora de elegir los muebles de un salón pintado de blanco, puedes buscar el contraste, como aquí, o la integración total, mediante tonos que se mimeticen con las paredes y el techo. Si optas por la primera fórmula es importante que destaques piezas que merezca la pena resaltar, por diseño o color.
Lujoso con beis y dorado
La unión hace la fuerza y esta combinación de blanco, beis y dorado lo demuestra. Tan sofisticada como lujosa, hace frente al mayor enemigo del blanco (la frialdad) con una adecuada iluminación porque para pintar un salón blanco sin perder calidez ni sensación de hogar es preciso eliminar la luz fría, multiplicar las fuentes de luz extra y ajustar la potencia, para que tenga el brillo exacto.
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