La cocina es uno de los espacios de la casa en los que más suciedad se acumula. Por eso puede convertirse casi sin que te des cuenta en un foco de malos olores.
Si en ella huele raro, lo primero que has de hacer es detectar de dónde procede el hedor para poder eliminarlo de una vez y para siempre. Por lo general, la clave está en extremar la higiene y la desinfección en aquellos puntos críticos.
El potente sentido del olfato
A pesar de que se le suele conceder menos relevancia que a otros sentidos como la vista, el gusto o el tacto, el olfato es esencial para nosotros y para nuestro bienestar. Está conectado con las emociones y con los recuerdos (memoria olfativa) y nos sirve, entre otras cosas, para detectar posibles peligros que nos acechan (como un escape de gas, por ejemplo).
En lo que a la vida doméstica se refiere necesitamos que nuestra casa huela bien, y para ello hemos de eliminar posibles malos olores, si es que se producen. En la cocina se almacenan y preparan alimentos, una fuente constante de aromas (buenos y no tan buenos). Lo importante es actuar cuanto antes, detectar de dónde proceden los desagradables y erradicarlos.
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La higiene es la clave
En estos tiempos convulsos en los que vivimos inmersos en la lucha contra un virus, la mayoría de nosotros hemos aprendido la diferencia entre limpiar y desinfectar. Y si en la vida prepandémica ya limpiábamos a diario nuestra cocina, ahora también es importante desinfectarla a fondo.
Acabar con gérmenes y bacterias, además de proteger nuestra salud, nos ayudará a contar con un espacio más higiénico, confortable y protegido de malos olores.
El cubo de la basura
Los residuos son un elemento presente en nuestras cocinas y gestionarlos correctamente es fundamental. Según datos publicados por Ecoembes en 2018, cada español generó nada menos que 450 kilos de basura en un año.
Además de establecer un buen sistema de reciclaje, necesitamos soluciones que favorezcan la higiene. Ten en cuenta que el cubo de la basura es uno de los puntos en los que se generan los malos olores que tanto te molestan.
Deshazte de los residuos a diario y de la manera correcta, y vigila que el contenedor de la basura orgánica esté siempre limpio, fregándolo frecuentemente con agua y jabón. Un buen sistema es espolvorear el cubo con bicarbonato antes de colocar la bolsa, aunque también puedes poner en el fondo un trozo de carbón vegetal, capaz de absorber olores.
El interior de la nevera
Mantener limpio tu frigorífico es una buena medida para luchar contra los malos olores en la cocina. Además, puedes adoptar hábitos que ayudan a evitarlos, como guardar siempre los alimentos frescos o ya preparados en recipientes cerrados para evitar que se mezclen los aromas.
Es aconsejable que limpies el interior de la nevera (paredes, bandejas, etc.) vez al mes con vinagre diluido en agua. También puedes colocar un cuenco con bicarbonato o con rodajas de limón para desodorizar el interior.
Cocinar alimentos
En ocasiones cocinar ciertos alimentos puede generar olores fuertes, sobre todo cuando se trata de fritos y determinados guisos como la consabida coliflor. Aunque es casi imposible evitarlo, sí que puedes minimizar las consecuencias olfativas si tomas ciertas precauciones:
- Cocina con la ventana abierta y la puerta cerrada. Así evitarás que los efluvios se dispersen por toda la casa.
- Pon a funcionar la campana extractora. Si tienes una cocina abierta al salón es fundamental contar con una campana de calidad.
- Un remedio que funciona si vas a freír algún alimento es poner en la sartén un trozo de manzana o una cáscara de limón.
- Cuando termines recoge enseguida los cacharros sucios.
- Si el olor es fuerte pon a hervir agua con vinagre y la peladura de una naranja. Verás como eliminas los efluvios desagradables.
En la despensa
No es necesario que un alimento se corrompa para que tu despensa huela raro. El simple hecho de mezclar cebollas, ajos, etc. puede hacer que se produzcan fuertes olores. Este tipo de alimentos han de guardarse en lugares aireados para que se conserven más tiempo en las mejores condiciones.
Para evitar aromas que no te gustan bastará con que coloques un recipiente con carbón vegetal en alguna balda de la despensa o en el armario.
Vigila el fregadero
Es uno de los focos habituales de mal ambiente en la cocina. Restos de jabón, de alimentos y líquidos se cuelan y van ensuciando las tuberías, generando bacterias y gérmenes responsables de los olores desagradables.
Para evitarlo, además de repasar el fregadero cada día, es conveniente aplicar de vez en cuando un tratamiento para las limpiar las tuberías, sin esperar a que se produzca un atasco en ellas.
Puedes usar un producto comercial o una alternativa casera, que también resulta efectiva. Se trata de verter por el desagüe media taza de sal y media de bicarbonato, y añadir a continuación un vaso de vinagre caliente.
Enseguida verás cómo comienza a burbujear, por el efecto efervescente que tiene el vinagre al mezclase con el bicarbonato. Deja actuar de 20 a 30 minutos y después haz correr el agua unos instantes.
El lavavajillas, siempre impecable
Acumular los platos sucios en el lavavajillas produce siempre malos olores, y mucho más en verano cuando hace calor. Para evitarlo no hay otra solución que tratar de eliminar previamente los restos de comida de los cacharros.
También es fundamental mantener este electrodoméstico lo más limpio posible, desmontando y fregando los filtros de forma frecuente, y aplicando un tratamiento con un producto especial limpiamáquinas una vez al mes (o, como mucho, cada dos meses).
Renueva los utensilios de limpieza
Si te descuidas los accesorios de limpieza pueden convertirse en auténticos generadores de mal olor, porque en ellos campan a sus anchas todo tipo de bacterias y gérmenes.
Es el caso de las bayetas, de los paños de cocina y estropajos. En este punto hay que ser inflexible: mantenlos limpios con agua y jabón e, incluso, mételos con frecuencia en la lavadora porque pueden ser un foco de infecciones, además de oler fatal. Cámbialos a menudo, en cuanto se deterioren.