Hablar de Brigitte Bardot es hacerlo de toda una leyenda del cine francés. Un icono de los años 60, que ha traspasado generaciones. Su espectacular belleza y estilo revolucionaron una época, marcando un antes y un después no sólo en la gran pantalla, sino en el mundo de la moda. Su melena rubia, su flequillo, su eyeliner negro... Brigitte Bardot marcaba tendencia, y tenía ese je ne sais quoi que pronto la convertiría en una chica de portada.
En realidad, ya lo había sido mucho antes de alcanzar la fama, cuando comenzó su carrera, posando como modelo, con tan sólo 14 años, para la revista Elle. Su lanzamiento al estrellato, sin embargo, no llegaría hasta el 1956, gracias a su papel en la película Y dios... creó a la mujer. A partir de ese momento, su ascenso fue meteórico.
Pero más allá del mito, está la activista que ha dedicado prácticamente toda su vida a la defensa de los derechos de los animales, ahora, a través de una fundación que lleva su nombre. Y es que la actriz y cantante francesa siempre ha sentido predilección por la naturaleza. Muestra de ello da esta espectacular mansión rústica, que utilizó como destino vacacional. Una vivienda en los Alpes Marítimos franceses, región que incluye parte de la exclusiva Costa Azul, y acaba de ponerse a la venta por casi 6 millones de euros.
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Una increíble mansión con siglos de historia
La propiedad que perteneció a Brigitte Bardot, de nombre 'Le Castelet', es un lugar con siglos de historia. Sus orígenes se remontan al siglo XVI, pero no se ha mantenido intacta desde entonces. Según informa la revista AD, fue sometida a una reforma entre 1998 y 2001.
La actriz se instaló allí a finales de la década de los 50, tras divorciarse del director de cine Roger Vadim. Y, aunque vivió en la casa durante un tiempo, al final, decidió convertirlo en su particular refugio vacacional.
Ubicada en Peymeinade, a 30 minutos de distancia de Cannes, la casa principal de piedra está dividida en 4 niveles diferentes, conectados por un ascensor. Sólo la vivienda ocupa nada menos que 350.000 metros cuadrados, y cuenta con ocho habitaciones y ocho baños y medio.
A esto hay que sumarle una casa de huéspedes con cinco dormitorios, y su privilegiado entorno, con viñedos incluidos.
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Un salón elegante con detalles rústicos
En el amplio salón conviven dos estilos diferentes, pero bien combinados entre sí. Y es que se ha querido dotar a toda la estancia de un aire sofisticado y elegante, manteniendo ciertos toques rústicos. Prueba de ello es la elección de dejar las vigas de madera al descubierto. Un detalle que aporta naturalidad, y que apuesta por mantener la esencia de la propiedad.
En esta misma línea, encontramos una mesa de madera, que delimita la zona del comedor, acompañada de varias sillas, también de madera, vintage.
Aunque parte del suelo está cubierto por una alfombra, destacan las baldosas rojizas, que parecen más propias de la decoración exterior que interior. Lo que, sin duda, confirma que los límites entre ambas son cada vez más difusos.
Los tonos crema dominan todo el salón, tal y como se puede apreciar en las cortinas, llamando la atención la imponente y original lámpara que cuelga del alto techo.
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La convivencia de lo antiguo y lo moderno
En esta otra imagen, se puede apreciar con más claridad la otra zona del salón, presidida por una chimenea de mármol claro, adornada con un gran espejo de marco dorado.
Los tonos champán 'toman' este rincón, compuesto por unos sillones, butacas y sofás de colores claros.
En el centro, se ha colocado una mesa acristalada, de líneas oscuras, lo que contribuye a ganar todavía más metros en esta estancia ya amplia de por sí.
Asimismo, resalta la presencia de elementos decorativos que se suman al estilo retro impuesto por las vigas: un retrato, de fondo oscuro, y una tupida alfombra.
A la izquierda, una imponente escalera, con una barandilla que parece de hierro en color negro, nos recuerda que se trata de una casa señorial, construida en piedra. Y una llamativa alfombra roja conduce al resto de estancias.
De esta forma, se mantiene el alma original de esta mansión más que centenaria, pero sin renunciar por ello a la modernidad.
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Habitaciones llenas de luz
Al igual que en el salón, en el dormitorio se ha optado por dejar al descubierto las vigas de madera para dar al cuarto un toque rústico y 'chic'. Sin embargo, lo que realmente destaca de este espacio es la luminosidad, lograda gracias a los grandes ventanales que lo rodean.
Las espesas cortinas y el mobiliario juegan con la cromática champán, también presente en las líneas de las ventanas.
Por un lado, está la cama, a cuyo lado se ha instalado una mesita de noche con una lámpara. Y, un poco más lejos, una consola de madera, de efecto antiguo.
Al otro lado, se halla otro área de descanso, con un sofá de color blanco, una mesa con una encimera similar a la piedra, y una alfombra de pelo, gris oscura.
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Un baño minimalista de piedra
A tan sólo un paso del dormitorio, tan sólo separado por una puerta acristalada, está el baño. Un cuarto que también supone un guiño a los orígenes de la casa. Sobre todo, por el material elegido: la piedra. Tanto los suelos como el lavabo son de este material, muy utilizado en el estilo rústico.
La línea decorativa es muy sencilla, minimalista. Apenas un cesto de fibra natural, una pequeña alfombra de pelo y un espejo cuadrado son los elementos elegidos para adornar este cuarto.
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Lectura al calor de la chimenea
En claro contraste con el resto de estancias, encontramos esta biblioteca. Una estancia cuyas paredes han sido pintadas en un llamativo color rojo, en una apuesta por la pasión y la calidez.
Al igual que en el salón, se ha incorporado una chimenea de mármol claro. Sobre su repisa, se han colocado dos pequeñas lámparas con base dorada, así como un espejo con un marco en esta misma tonalidad.
La madera vuelve a cobrar protagonismo, de la mano de la estantería lateral, las baldas a ambos lados de la chimenea (para albergar libros y diversas esculturas) y un escritorio de estilo antiguo. Éste también cuenta con su propia luz: unas lámparas de color dorado.
Y, en el centro de esta biblioteca, un cómodo sofá para disfrutar tranquilamente de la lectura. Pero en este rincón tampoco podía faltar una mesa auxiliar, y por este motivo, se ha dispuesto una acristalada, así como una alfombra tupida, también de estilo antiguo, que protege el suelo.
Al fondo, se divisa otro cuarto muy colorido, con azulejos azules, que podría tratarse de un servicio.
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Una piscina que se une con el horizonte
A la mansión no le faltan piscinas, como ésta, situada en el piso superior. No se trata de una al uso. Situada a ras de suelo, visualmente da la sensación de que es abierta, y que sus aguas cristalinas se funden con el horizonte.
Sin embargo, nada más alejado de la realidad, puesto que, tal y como se puede apreciar en la panorámica general, está cerrada.
A un lado, se han colocado varias hamacas, y al otro, una mesa con una encimera que simula las teselas de un mosaico, y una estructura de hierro. Combinando con dicha estructura, las sillas, de líneas simples, elaboradas con el mismo material.
Otra de las ventajas de esta fabulosa propiedad es su entorno. Además de viñedos, cuenta con árboles como éste, creando un refugio en plena naturaleza.
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