Desde las tapicerías del salón hasta las toallas del cuarto de baño, pasando por la ropa de cama, las alfombras o las mantelerías. Los textiles son elementos imprescindibles en casa y se merecen la mejor atención. No solo decoran por sí mismos, sino que nos hacen la vida más cómoda y agradable. Hoy te damos algunas recomendaciones para que sepas cómo tienes que limpiar cada uno de ellos en función de sus características y así poder lograr el mejor resultado.
En casa, ¿sí o no?
El conjunto que forman los textiles del hogar es amplio y no todos necesitan las mismas estrategias a la hora de cuidarlos y limpiarlos. Algunos de ellos requieren la actuación profesional de la tintorería, pero muchos otros se pueden limpiar en casa sin mayor problema. Sobre todo en este momento, en el que las actividades en el exterior están restringidas. En cualquier caso, para saber cómo actuar mira la etiqueta de cada prenda y sigue las indicaciones: te dirán si puedes meterla en la lavadora, si hay que lavar a mano o si necesita limpieza en seco. Como norma general de actuación, para lavar textiles delicados en la lavadora has de tomar algunas precauciones: utiliza un detergente para ropa delicada, no uses suavizante y lava siempre en agua fría. Un consejo: no llenes el tambor de la lavadora al máximo. La ropa sufre menos y queda más limpia si lo llenas solo a dos tercios de su capacidad.
Las tapicerías, el centro de atención
De todos los textiles que tenemos en casa, las tapicerías de sofás, sillas y butacas son los elementos más complicados de limpiar. Para empezar, su uso intenso y diario hace que se ensucien bastante y, además, no siempre tenemos muebles desenfundables que facilitan su mantenimiento, ya que solo hay que quitar las fundas, lavarlas y volverlas a colocar. Si tu sofá no es desenfundable, entonces tendrás que limpiarlo a mano, aspirándolo para quitar el polvo. A continuación puedes limpiar la tapicería con amoniaco: no estropea los colores de las telas y elimina la suciedad. Frota toda la superficie con una mezcla de agua y amoniaco a partes iguales y deja secar. ¿Tu sofá tiene una mancha? Trata de quitarla cuando antes, también con agua y amoniaco. Un consejo: existen protectores antimanchas en spray para los textiles que no se pueden lavar. Se pulverizan sobre las tapicerías y crean una película invisible que hace que los tejidos repelan líquidos y manchas.
Cortinas perfectas y con caída
Día tras día el polvo se va acumulando en las cortinas que visten tus ventanas. Por eso, además de sacudirlas (incluso aspirarlas) una vez a la semana, has de lavarlas cada cierto tiempo. Por regla general, las cortinas pueden lavarse en la lavadora, siempre en agua fría y con un detergente para prendas delicadas. Y lo mismo ocurre con los estores. Elige un ciclo corto con un centrifugado suave para que no se arruguen demasiado y, nada más terminar el lavado, cuelga las cortinas y deja que se sequen al aire. Así no tendrás que plancharlas. Un consejo: si son de lino, un tejido que se arruga bastante, puedes plancharlas una vez colgadas, manejando la plancha en vertical y con mucho vapor.
Pisar con comodidad
Las alfombras son mullidas, decorativas, protegen nuestros suelos, nos aíslan del ruido y aportan confort. Sin embargo, es necesario mantenerlas limpias para que no se conviertan en un foco de suciedad, ácaros y alérgenos. Por eso hay que aspirarlas frecuentemente. Para lograr los mejores resultados, tendrás que pasar el cepillo del aspirador de forma lenta y constante para que pueda atraer la mayor cantidad de polvo y suciedad. Si lo pasas demasiado rápido, será como si no lo hubieras hecho. ¿Ha caído una mancha en tu alfombra? Límpiala lo antes posible con un papel absorbente, sin frotar para evitar que se extienda. Después usa un producto específico para eliminarla, probándolo antes en una zona no visible. Un truco: cuando tu alfombra necesite una limpieza a fondo, aspírala por ambos lados y espolvorea sobre ella una mezcla de bicarbonato sódico y sal gorda. Déjala actuar toda la noche y aspira a fondo al día siguiente.
Limpia con lo que tienes a mano
Para conseguir que los textiles de la casa estén impolutos no necesitas un arsenal de productos químicos. Puedes limpiarlos con ingredientes de los que tienes en la cocina o el botiquín y lograr muy buenos resultados. Algunos de los más eficaces son:
- El vinagre blanco: además de ser un buen suavizante para las toallas y el resto de textiles, neutraliza los malos olores de las tapicerías y quita las manchas en tejidos de polipiel.
- Bicarbonato de sodio: te servirá para eliminar la suciedad de la alfombra y para acabar con los malos olores de cualquier prenda. También acaba con los ácaros del colchón, si lo espolvoreas sobre el mismo y lo dejas actuar.
- Leche: para eliminar las manchas de tinta de los tejidos, sumerge la mancha en leche tibia, o empapa con un trapo, y deja actuar. Repite si es necesario.
- Polvo de talco: espolvorea sobre manchas de grasa, espera al menos 24 horas, y después cepilla.
- Agua oxigenada: acaba con las manchas de sangre en la ropa (siempre en agua fría). Diluida en agua al 50 % sirve para eliminar manchas amarillentas.
Una cama de revista
Tanto los edredones como las colchas y las mantas no necesitan más de un par de lavados al año, siempre que no se hayan ensuciado ni tengan manchas. Sin embargo, es importante airearlos concienzudamente a diario ya que es un buen método para acabar con los ácaros que campan a sus anchas en nuestra cama. ¿Se lavan en casa o hay que llevarlos a la tintorería? Aunque en la etiqueta indique que se pueden lavar a máquina, esto dependerá del tamaño ya que si son muy grandes podrían estropear la lavadora. Si te decides a lavar los edredones de las camas individuales en la lavadora, utiliza un programa suave a 30º C y con un centrifugado corto. Un consejo: al meterlos en la secadora, añade un par de pelotas de tenis para evitar que se apelmacen.
Para dormir a pierna suelta
No hay nada más agradable que deslizarse entre las sábanas de una cama recién hecha. Por eso, la primera recomendación que vamos a darte es que elijas siempre ropa de cama de calidad. La diferencia es abismal. Puede que tengas que invertir un poco más, pero merecerá la pena. Tus sábanas durarán más, estarán perfectas más tiempo y serán más agradables al tacto. ¿Cada cuánto se han de cambiar las sábanas? En condiciones normales, lo ideal es hacerlo una vez a la semana, a una temperatura de entre 30 y 40º, aunque si quieres estar segura de que eliminas todas las bacterias y ácaros, debes programar un ciclo de lavado a 60º C. Un consejo: a la hora de planchar tus sábanas de algodón, hazlo mientras todavía estén húmedas y te resultará mucho más fácil.
Cojines, el complemento perfecto
Una buena idea, a la hora de elegir y comprar los cojines que quieres para tu casa, es fijarse en las etiquetas y decidirse por aquellos que pueden limpiarse en casa, ya sea a mano o a máquina. Los cojines enriquecen la decoración del salón o del dormitorio, y hacen más confortables y acogedores los espacios. Una idea para combinarlos con acierto consiste en elegir texturas y materiales diferentes: algodón o lino, ante, piel, punto, etc. Tendrás que aplicar a cada tejido los cuidados que necesite a la hora de lavarlos, aunque conviene que siempre lo hagas del revés y en agua fría.
El mejor baño
Con las toallas ocurre lo mismo que con la ropa de cama: es importante elegirlas de calidad, para que mantengan un tacto agradable y no parezcan gastadas en poco tiempo. A la hora de lavarlas, hazlo separando los colores y, si son muy oscuras, mejor con agua tibia o incluso fría para que no pierdan viveza. No abuses del suavizante a la hora de lavar las toallas porque secarán mucho peor. Un exceso de detergente y suavizante puede dejar residuos en las toallas y estarán más ásperas. Para solucionar el problema, mételas en la lavadora y añade vinagre blanco al tambor. Te quedarán suaves y mullidas.
A la mesa
Las mantelerías son textiles que se ensucian mucho y con manchas nada fáciles de eliminar: vino, café, fruta… Si mantienes unas buenas rutinas de lavado lograrás que luzcan impecables en la mesa. Para que tus manteles blancos no pierdan ni una pizca de su blancura y luminosidad puedes sumergirlos, antes de lavarlos, en una solución de agua y bicarbonato sódico durante una hora. En caso de que tengan manchas de grasa debes pretratarlas con un poco de detergente de los platos y después lavar del modo habitual. Si el mantel tiene bordados o puntillas delicadas, intenta primero quitar las manchas y después lávalo a mano con un detergente para prendas delicadas. Cuando lo planches, hazlo del revés.