El agua es un tesoro, un bien escaso que debemos administrar de forma racional y no solo en el consumo diario, sino en todos los aspectos de la vida, incluido el planteamiento de jardines y zonas verdes. Eso es, precisamente, lo que persigue la xerojardinería: crear espacios ajardinados, bellos e inspiradores, que aprovechen hasta la última gota de agua. ¿Quieres saber cómo?
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A todos nos gustan las praderas de césped, los jardines frondosos llenos de plantas verdes y macizos de flores llenos de color. Sin embargo, en ciertos lugares en los que el agua escasea este tipo de espacios de exterior no resultan demasiado sostenibles. Es entonces cuando aparece la xerojardinería para demostrar que es posible otro tipo de paisajismo basado en la utilización racional de los recursos.
Y esto no significa que se tengan que diseñar jardines áridos y de aspecto desértico, ni mucho menos. La clave está en utilizar especies y soluciones decorativas que ahorren agua, sin que la belleza del jardín se resienta. ¿Cómo lograrlo? Creando contrastes vegetales, apostando por especies autóctonas y utilizando materiales y revestimientos decorativos.
El agua, un tesoro que hay que cuidar
El origen de la xerojardinería está en la propia escasez de agua, por desgracia, cada vez más frecuente en el planeta. Fue en Estados Unidos, a principios de los años 80, cuando surgió el concepto de xeriscape (una palabra procedente del griego xeros, que significa seco, y de la voz inglesa landscape, paisaje) para designar una corriente de paisajismo que trataba de crear jardines bellos que ahorrasen agua, adaptados a la climatología de cada zona. Primero surgió en los estados de Colorado, Texas, California, Arizona y Florida, y con el tiempo se fue extendiendo al resto del mundo.
¿En qué se basa la xerojardinería?
La diferencia con otras técnicas de jardinería se deja sentir desde el principio, en el mismo momento en que se plantean los espacios de exterior. Ya en el origen de cada proyecto de paisajismo, se trata de establecer unas pautas en el uso del agua que afectan a todo el diseño. Según el clima y la disponibilidad del agua de riego, se seleccionarán las plantas que van a poblar el jardín, tratando de escoger especies autóctonas, perfectamente adaptadas a la zona.
Por otro lado, se trata de optar por sistemas de riego eficientes (como el riego por goteo) y por técnicas que ayuden a conservar la humedad del terreno (como el acolchado con diversos materiales: corteza de pino, cantos rodados, etc.). Las rocas, la arena de albero o las gravas decorativas también sirven para crear contrastes en el jardín.
Controlar el uso del césped
Tener una pradera de césped en el jardín tiene un coste elevado. Además de múltiples cuidados, la hierba natural necesita una considerable cantidad de agua de riego para estar en perfectas condiciones, lo que no es sostenible en zonas de sequía. Por eso, el césped no es un elemento adecuado en los xerojardines. En cualquier caso, no se trata de eliminarlo por completo, pero sí de reducirlo en lo posible, dejándolo para espacios pequeños en las zonas más visibles del jardín o sustituyéndolo por otro tipo de recursos decorativos.
Un amplio abanico de bellas plantas
Un jardín de baja necesidad de riego no tiene por qué mostrar un aspecto árido y seco. La belleza de las plantas es inmensa y existen muchísimas variedades espectaculares que se adaptan de maravilla a los xerojardines. Así que si estás imaginando un espacio poblado únicamente de cactus, puedes ir abandonando esa idea. Son muchas las especies que pueden crecer y desarrollarse con poco agua. De hecho, este tipo de jardines pueden incluir cualquier tipo de planta, siempre que el riego esté controlado y sea eficiente.
Son perfectas las plantas de clima mediterráneo, por ejemplo, ya que soportan bien el calor y se adaptan a un riego controlado. Destacan los árboles como el olivo (Olea europea), el laurel (Laurus nobilis), la encina (Quercus ilex), el granado (Punica granatum) o la falsa acacia (Robinia pseudoacacia). También triunfan las palmeras, en muchas de sus variedades, así como un sinfín de arbustos: mirto (Myrtus communis), cotoneaster (Cotoneaster spp.), lavanda (Lavandula officinalis), jara (Cistus), salvia (Salvia officinalis), tomillo (Thymus vulgaris), etc. Las trepadoras, como la buganvilla (Bougainvillea spp.) o la hiedra (Hedera helix), también encuentran su sitio en los xerojardines, así como muchas plantas de flor como los tagetes (Tagetes lemmonii) o la verdolaga (Portulaca grandiflora).