El morado es el color con el que se representa la espiritualidad y la creatividad. Siglos atrás era el color por antonomasia de la realeza y las personalidades distinguidas, obtener este tono era tan complejo que solo aquellos que disponían de dinero suficiente podían comprar un traje morado.
Cuando buceamos en nuestro interior, el color morado o violeta aparece como un estimulante que nos permite conectar con nuestra esencia y su entorno. En muchas meditaciones se utiliza la visualización de la llama morada como vínculo entre los sentimientos y los deseos, por eso no es de extrañar que este tono también tenga un significado concreto dentro de los mandalas.
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En busca de respuesta
Los colores estimulan la imaginación y se convierten en conectores que transportan, de alguna manera, nuestras sensaciones y deseos. Son la herramienta por la que expresamos sentimientos tan íntimos y profundos que, en ocasiones, ni siquiera nosotros somos conscientes de su intensidad. Esto es algo en lo que nos puede ayudar esta técnica.
Pintar mandalas es una manera de conectar emociones, creatividad e imaginación. Es común que la paleta de tonalidades que utilicemos, especialmente cuando comenzamos en esta actividad, sea tan variada que no termine de reflejar nuestra idea inicial. Ocurre con mucha frecuencia y es parte del aprendizaje, aunque en ocasiones nos resulte frustrante pasar tanto tiempo coloreando para no detectar ni un ápice de armonía.
Si utilizamos el morado, pronto nos daremos cuenta de que es un color de cambio, es el tono que ayuda a elevar nuestra conciencia y a expandirla. Es un color por el que nos sentimos atraídos cuando estamos atravesando el paso entre un estado y otro, está relacionado con el sentido de la vida y la razón de ser. La atracción hacia este tono suele ser temporal, ocurre en periodos de nuestras vidas que podríamos identificar con situaciones muy concretas, cambios elegidos que han marcado nuevos inicios, muy diferentes a los anteriores.
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Las representaciones culturales del morado
Probablemente, por estar ligado a la realeza, el morado es un tono que relacionamos con la elegancia y la contemplación. Es un color utilizado por la religión católica para representar momentos como la cuaresma, pero también como señal de identificación de poder y sabiduría, es el color de los obispos.
Al utilizarlo coloreando mandalas, el morado inspira y, a su vez, tiene la capacidad de despertarnos intelectualmente. Se dice que expande nuestra creatividad mientras que nos mantiene en el presente.
El morado es un color con autoridad, que no se utiliza para lucir con otras tonalidades sino para ser el centro de atención. Al emplearlo ponemos de manifiesto nuestra personalidad y aquello que nos caracteriza, es un punto de atención en el dibujo y una manera de dar a conocer nuestro sentido de la dignidad. Es un color que sobresale y que, como ocurre con el rojo, representan la pasión. El morado es sinónimo de intensidad en el pensamiento y la búsqueda de orden y perfección.
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