Una casa inspirada en un (mini) granero moderno

Situada en Nueva Zelanda, esta casa de 100 metros cuadrados nace de un proyecto que debía adaptar la construcción a una parcela estrecha. Inspirado en la forma de un granero, pero 100% renovada, el edificio ideado por Edwards White Architects es el lugar perfecto para vivir con todas las comodidades.

Una parcela pequeña, un gran proyecto

Una parcela estrecha y alargada es el lugar que vio nacer esta casa, ideada por el estudio Edwards White Architect (Edwardswhite.co.nz), de 100 metros cuadrados, resuelta en dos plantas con espacios abiertos y un interiorismo y diseño que, aunque inspirado en la apriencia de un granero, resulta  muy actual y contemporáneo. La pequeña casa en sí ha sido orientada para capturar lo mejor del sol y las vistas hacia el río Waikato y las extensiones de la reserva de Hakarimata, en Taupiri, Nueva Zelanda. La forma sesgada de la construcción la  caracteriza y hace que su silueta no interrumpa abruptamente el paisaje.

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Una fachada revestida en madera

La entrada se hace por un sendero con altos cedros que conduce a través de la parcela hasta la casa, un volumen cúbico de techo inclinado revestido con madera. La idea eral lograr un espackio confortable para vivir y disfrutar los fines de semana pero en el que también poder llegar a vivir cuando los propietarios se retirasen. Por supuesto, la conexión con el exterior es innegable y además de sentirse a través de la vegetación que rodea la casa, esta cuenta con una gran apertura en la fachada trasera que comunica con el paisaje y el entorno en un porche y jardín abiertos.

Un conjunto limpio

Los listones de madera que revisten todas las caras de la fachada aíslan y decoran al mismo tiempo. La unidad de entanas quedan integradas al estar las perfilerías de acero prácticamente ocultas por los listones.

Una primera planta de espacios abiertos

Este moderno granero mantiene su línea estética exterior también en el interior con ambientes ideados para ser disfrutados en compañía y con una decoración sencilla pero acogedora. La primera planta es un espacio diáfano de zonas comunicadas. Así la cocina -distribuida en un frente de suelo a techo en madera y una isla central con barra- se ubica cerca de la salida al jardín, a continuación le sigue el comedor y después -aquí en primer plano- el salón. El techo inclinado se pinta en blanco como prolongación de las paredes. Así se gana luminosidad y contrasta con el suelo gris.

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Rodeada de vistas

Toda la casa cuenta con hermosas vistas a la naturaleza que se aprovechan desde todas las aperturas a través de ventanales. La cocina es aquí el corazón de la vida. Tanto esta como el comedor quedan a una altura ligeramente más elevada que la zona de estar y delimitados con suelos de roble de Tasmania. Por la organización es posible sentir la apertura de la casa en cualquiera de los ambientes de esta primera planta.

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Con salida a un comedor exterior

Desde la cocina, a través de otro gran ventanal, se accede a un comedor exterior, el lugar perfecto para compartir desayunos, comidas y cenas con comodidad y comunicación cómoda con la cocina. Se potencia la sensación de apertura total al quedar las ventanas y puertas totalmente ocultas en los tabiques. Fuera, el mobiliario es una mesa con sillas y un gran banco corrido delante del tabique vegetal.

De la zona de día a los dormitorios

Mientras que en la zona de día se juega con la madera clara y los tonos oscuros en el suelo, esta combinación de contraste se diluye cuando se accede a la planta superior, la de los dormitorios. Aquí es el blanco y la madera los que decoran suelos y paredes. Por la escalera que queda adosada a un lateral para restar el menor espacio posible, se accede a un entrepiso que se crea sobre las vigas expuestas de pino pintado en color blanco que se prolongan sobre el estar. Sobre esas vigas se crea una estantería que hace las veces de barandilla.

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Un entrepiso al que se le saca partido

Luminoso y muy relajante, así es esta zona distribuidora del entrepiso, todo decorado en color blanco. De esta manera el techo, inclinado, no se siente "encima". En un extremo, junto a los ventanales fijos adaptados a la forma de la fachada, se ha creado una informal zona de trabajo que disfruta de la calma del espacio y de las vistas.

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Un acceso casi invisible entre la madera

En esta toma se aprecia otro de los rincones del entrepiso en el que merece la pena detenerse porque "oculta" una puerta pivotante, que se integra perfectamente en la pared revestida en madera contrachapada de Gaboon. Al cruzarla se accede a las habitaciones.

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Un dormitorio que no desentona

En los dormitorios se ha mantenido la misma línea de sencillez al proyectar el interiorismo. El estudio Edwards White Architects quería crear un diálogo coherente entre trodos los ambientes, con soluciones muy funcionales que resultaran prácticas y estéticas, bajo los cánones de una actualidad sosegada. La cama se apoya sobre un panel de madera a modo de zócalo y cabecero en el que se instala una balda metálica con iluminación integrada a modo de mesita de noche.

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La privacidad del cuarto de baño

Los mismo acabados en madera y blanco han sido utilizados en la decoración del cuarto de baño, dándole un aire entre nórdico y oriental, donde no falta la luz natural. En esta zona, cristales translúcidos mantienen la privacidad del ambiente. La puerta de acceso, un panel corredero, queda totalmente oculta en el tabique, prolongando así las vistas con el dormitorio.

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