La convivencia pone a prueba el amor y la amistad, por lo que no es necesario añadir la decoración a los posibles problemas futuros. Tanto si te mudas a vivir con tu pareja como con un compañero de piso es preciso sentar las bases de un hogar a la medida de los dos y tener presente que todo (hasta la decoración de interiores perfecta) lleva su tiempo.
1. Negociaciones
Ante la posibilidad, normalmente una realidad, de que no compartáis los mismos gustos ‘deco’, aprende a hacer concesiones. Eso, unido a que posiblemente no quieras ver las fotos de su familia en la sala de estar, mientras no hay hueco para el dibujo de tu sobrino, marcará el comienzo. El primer paso es hablar sobre cómo imagináis el diseño y la decoración de la que será vuestra casa. Puedes enumerar los objetos y muebles que deseas conservar y guardar o vender lo que te sobre o no haya encontrado hueco en la zona común ni en la privada.
2. Cuestión de equidad
Si tenéis los mismos gustos decorativos todo será más sencillo que si cada uno prefiere un estilo distinto. Pero no siempre ocurre. Es importante que seas equitativo y que cada uno ponga su granito de arena en los espacios comunes. Lo más idóneo, y saludable, es ceder en aquellos aspectos que sean negociables y buscar el equilibrio en el resto, incorporando piezas y muebles al gusto de cada uno. De todas maneras, recuerda que los interiores eclécticos siempre aportan un plus de personalidad y originalidad. Además, (casi) todo ‘pega’, siempre que se haga de la manera correcta: los colores son una buena manera de unificar. Si no lográis poneros de acuerdo, desplegar las dotes de decorador en una estancia cada uno. Aunque si sois pareja, es muy importante que el dormitorio esté a gusto de ambos.
3. Un espacio común
Donde ambos os sintáis en casa y no invitados algo incómodos. Puede ser el comedor, porque aquí compartiréis agradables veladas, la cocina o el salón. Coloca cojines, cuadros y alfombras que ayuden a crear sensación de hogar y faciliten la comunicación. Piensa que es mejor una mesa de comedor redonda que un modelo rectangular que os acerque en el espacio y las concesiones. De esta manera, podréis establecer una rutina juntos: seguir alguna serie, escuchar música o los miércoles ver el ¡Hola! al volver de trabajar. El espacio común debe ser amigable y lo suficientemente cálido como para serviros de inspiración.
4. Cocina para dos
La cocina merece una mención aparte, porque junto con el salón, es la estancia donde más tiempo pasaréis juntos. Lo ideal es que sea grande y permita tener una zona de ‘office’, basta con una barra y un par de taburetes, aunque si no lo es, procura siempre que tenga un espacio central despejado, que os permita libertad de movimientos, y que cuente con una buena encimera donde podáis preparar alguno de vuestros famosos platos, mientras charláis y repasáis el día.
5. Espacios individuales
¿Dónde coloco las fotos de mi madre cuando era joven o del último cumpleaños de mi sobrina? La respuesta es simple: en tu espacio personal, que puede ser el dormitorio o cualquier otro lugar de la casa. Incluso, cuando sois pareja, no es necesario pasar todo el tiempo juntos y siempre es conveniente tener un refugio, aunque no sea más que un coqueto rincón, donde poder estar contigo misma y dedicarte a tus ocupaciones de manera aislada. Si no dispones de espacio suficiente, usa la imaginación. Así, una cortina o un biombo (un elemento que ha vuelto al hogar) pueden separar la zona de trabajo del salón. Este consejo es más importante aún, si sois solo compañeros de piso.
6. Un armario bien aprovechado
Si compartes armario, tendrás que ser ingeniosa. Por ejemplo, puedes delimitar tu vestidor en dos partes simétricas y configurar un código de color para delimitar cada zona, usar cestas en cada lado… Y si se no te entran todas las prendas, coloca solo las de temporada y guarda el resto. La idea es ganar tanto espacio como sea posible y compartir lugares de manera justa.
7. ¿Tus libros o los míos?
¡Los de los dos! Para los amantes de los libros y la lectura, no necesariamente van juntos, tener una gran librería donde colocar los títulos que te han acompañado durante años y las novedades que acabas de incorporar a la lista es un sueño. El problema que puedes encontrarte es que tu compañero de piso tenga el mismo sueño. Volvemos a las concesiones y al ingenio. Ponerle el nombre a cada libro es el primer paso, después bien podéis juntarlos y organizar la estantería con todos los ejemplares o dividirla en dos partes, como el armario. Recuerda que el pasillo siempre puede ser un buen lugar para colocar estanterías.
8. Colores para un territorio neutral
Ni para ti ni para mí, los colores de tus paredes son también parte importante de una buena convivencia decorativa y personal. Teniendo en cuenta que los tonos atrevidos y vibrantes no gustan a todos y que pueden provocar cierta irritabilidad, y que los oscuros no ayudan a hacer crecer los metros, la paleta neutra es una buena manera de mantener el equilibrio ‘deco’ y la paz familiar.
9. Distribuciones abiertas
El exceso de muebles y objetos, los espacios pequeños cerrados y los pasillos claustrofóbicos incrementan el estrés y la tensión por cualquier cosa. Por este motivo, despeja las zonas de paso y apuesta por una distribución abierta, incluso en casas de pocos metros, con zonas ‘libres’, donde podáis campar a vuestras anchas, sin temor a enfrentamientos espaciales. El orden y un buen uso de la luz natural (la melatonina regula el sueño) también son buenos aliados de la concordia en el hogar.
10. Al 50%
Compartir casa es también dividirse las obligaciones. Sacar la basura, hacer la compra, limpiar el polvo, cuidar de las plantas... La vida diaria implica ciertas tareas domésticas ineludibles. Para evitar conflictos, tendréis que encontrar un terreno común para los dos tengáis la misma cantidad y no cargue uno con las más pesadas. Antes de hacer las divisiones, hablar entre vosotros para saber qué cosas de la casa os parecen menos tediosas. Te sorprenderá ver a la cantidad de personas que les gusta planchar o recoger la cocina. Si no llegáis a un acuerdo previo, establecer un calendario semanal. Así no habrá quejas.