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¿Se puede ser elegante y sofisticado, pero también artístico y atrevido? ¡Sí! Y este piso, cuyo interiorismo firma Raúl Martins, es la prueba. Situado en la calle Santa Isabel de Madrid, en un edificio histórico y señorial que data de 1769 y su propietario fue el barón Delajoyosa, el interiorista ha logrado mantener ese carácter noble, pero al mismo tiempo, adaptarlo a los nuevos tiempos y hacer realidad los deseos de su propietario y su pasión por el arte. De esta manera, "en el salón incorporamos algunas de sus piezas favoritas, como la escultura de metacrilato de Abraham Benzadón o la foto de YellowKorner", señala el decorador. 

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El proipio interiorista nos indica que hubo que hacer una localización exhaustiva de la vivienda, ya que debía reunir una serie de condiciones: "debía ser céntrica, con buenas zonas comunes, como patios ajardinados, gimnasio o garaje, y estar situada cerca de museos y galerías (el Reina Sofía está enfrente y el Prado a pocos minutos), ya que el propietario ha empezado a adquirir sus primeras piezas y está interesado en residir en una zona cultural, donde dando un paseo puedas visitar exposiciones y muestras". Además, buscaba una vivienda con carácter, cómoda para vivir, pero con su propia personalidad. Y al contemplar ese precioso papel pintado y cada objeto del estar no hay duda de que lo ha conseguido. 

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El color es otra de las claves para entender y visualizar en toda su amplitud este proyecto 'deco'. "Nuestro cliente quería una paleta cromática sobria, masculina y con ligeros toques de tonalidades vibrantes. Partimos de una base azul y gris, que en el salón se mezcló con rojo y en el comedor con verde", apunta el interiorista. En el estar, destacan las butacas de terciopelo rojo de Pepe Peñalver, con cojines de Hermès a juego con los del sofá. Mención especial merece la alfombra de Kaymanta, que se hizo a medida, con el colorido elegido. 

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La parte social de esta vivienda madrileña se concibió como una estructura abierta, con un espacio único, con balcones a la fachada principal, que alberga salón, comedor y cocina. El proyecto lumínico también es determinante. Se busca crear una luz agradable, que se ajuste a la necesidad de cada zona y que, al mismo tiempo, ayude a crear atmósferas envolventes y seductoras. Las lámparas, dramáticas y poderosas, tienen tanto peso visual como otro elemento decorativo más, adquiriendo protagonismo gracias a sus esculturales diseños, como los que lucen la mesa de comedor y el 'office' de la cocina.

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Para que la decoración y el mobiliario de los diferentes espacios no compitiera con las obras artísticas repartidas por la casa, como el cuadro de Covadonga Tellaeche que adorna la pared del comedor, se eligieron materiales sobrios y nobles, como el suelo de madera de roble. La espectacular mesa, la alfombra de Kaymanta y las sillas de terciopelo verde son el broche perfecto de un ambiente sofisticado, lleno de personalidad. 

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Formando parte de ese espacio único, pero independizada visualmente por el pavimento, que cambia de parquet a porcelánico, la cocina, de Zelari de Nuzzi, apuesta por un trío cromático infalible: blanco en paredes, techo y mobiliario, gris en el suelo, el antepecho y los electrodomésticos de Smeg, y negro en la encimera. Mientras que los adornos y los taburetes de terciopelo azul de Pepe Peñalver se encargan de poner la nota de color más atrevida.

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El arte se adapta a cada estancia de la casa como si hubiera sido concebido para ese lugar, incluso cuando ese espacio es la cocina. Así, en la zona de 'office' destacan tres cuadros, adquiridos en distintas galerías, que juegan tanto en el marco como en el motivo con el binomio blanco-negro del mobiliario y la encimera, logrando un rincón para comidas informales lleno de estilo y personalidad. 

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En el dormitorio principal, una atrevida fotografía 'rompe' una decoración clásica y elegante. Con almohadones de Les Créations de la Maison y Gastón y Daniela, la cama, mullida y confortable, se erige como protagonista absoluta del espacio. Junto a la ventana, vestida con cortinas y estores ligeros y en tonos claros que dejan pasar la luz, se ha diseñado un coqueto rincón de lectura, con muebles del estudio de Raúl Martins, ideal tanto para descalzarse al venir de la calle como para desayunar los fines de semana. 

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Para la zona del cabecero del dormitorio principal, el interiorista ha elegido un elegante papel pintado en tonos azules y beiges, que envuelve de calidez la cama. El diseño de terciopelo y tachuelas del cabecero, la mesilla metálica, el puf dorado y la original lámpara de sobremesa completan el ambiente.

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Uno de los rasgos que mejor definen el trabajo de Raúl Martins, además de su elegancia atemporal, es su amor por los detalles. El interiorista no deja nada a la improvisación y cada elemento, decorativo o no, tiene una razón de ser. Por eso, el cuarto de baño, de Porcelanosa, logra, a pesar de sus dimensiones, tener personalidad propia, gracias tanto al contraste entre el revestimiento y el pavimento, como a la llamativa fotografia. Porque, sin duda, si algo tiene esta casa es mucho arte. 

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