Se puede ser bella, pero faltarte ese ‘je ne sais quoi’ que han tenido (y tienen) mujeres como Audrey Hepburn o Inès de la Fressange. Usamos el término para definir todo aquello que tiene encanto, pero lo cierto es que el ‘charme’ es una decoración propia, que los franceses dominan a la perfección. Tremendamente inspiradora, bebe los vientos no por un estilo decorativo sino por varios, interpretando cada uno de ellos como mejor le interesa. Puedes encontrarlo en casas de campo y en interiores ‘shabby chic’, pero donde realmente se siente a gusto es en estancias clásicas, con toques rococós o barrocos. Del mismo modo no es compatible con los muebles demasiado modernos, de líneas geométricas y materiales de última generación.
La dulzura menos cursi
Por sus características, es fácil dejarse llevar por lo cursi y lo femenino, pero no se trata de poner género a un estilo sino de aportarle dulzura y personalidad. Por eso, evita caer en la tentación y aparca el rosa pastel a un lado, al menos hasta que tengas claro que no tiene alma de mujer y no ve la vida en ‘rose’.
Con la mirada en el pasado
Su mayor fuente de inspiración se encuentra en los siglos anteriores, pero su secreto está en recrear atmósferas con total naturalidad, sin trucos fáciles. Ama los techos altos, los grandes ventanales y los frisos de madera. No es un estilo rígido, por lo que podemos incorporar mobiliario clásico en una habitación rústica, por ejemplo, siempre que busquemos una mezcla armoniosa y envolvente. Por eso, no dudes en recuperar muebles que tuvieras olvidados, ir de mercadillos o dar una segunda vida a una pieza con un mano de pintura. Los tejidos de hilo, en mantelerías y sábanas, son perfectos aliados, al igual que los marcos de fotos antiguos y los accesorios de fibras naturales, como el mimbre, ayudarán a perfeccionar esta encantadora decoración, creando estancias llenas de calidez y belleza.
Discreta y delicada
El ‘charme’ huye de los excesos y busca siempre la discreción con materiales simples. Por lo tanto, lino, madera (tanto clara como oscura), metal son perfectos para una decoración delicadamente encantadora. Puedes tomar prestado ciertos elementos de los interiores rústicos, para hacerlos más elegantes, o dar algún toque moderno, para dotarlos de cierto lujo y sofisticación. De la misma manera, la paleta cromática se mueve en tonos bastante naturales, como el blanco, el gris, el beige y el azul o rosa (siempre con contención) pastel. Los motivos florales o con insectos bonitos (una de las tendencias de este año) también son bienvenidos. Eso sí, en tonos neutros y solo en pequeñas pinceladas, no se trata de crear un jardín florido y multicolor.
Complementos que son un plus
Para acompañar este suave colorido, esta decoración se alía con los materiales nobles: muebles y suelos de madera, cerámica, plata y oro. Pero es por las delicadas fibras naturales por las que siente una predilección sin igual. Sábanas de seda, cojines de terciopelo, toallas 100% algodón, cortinas y manteles de lino… Se busca la comodidad y la calidez, pero siempre con la elegancia de los ambientes clásicos.
Para que sea realmente ‘encantadora’ debes prestar atención a los detalles y complementos, porque son ellos los que te ayudarán a poner el broche final. Bonitos cojines para vestir el sofá; una vajilla antigua para vestir la mesa; ropa de cama digna de una princesa o de una reina; un jarrón con flores en tus estancias, para dar un toque de frescura a tus rincones preferidos; y una lámpara de techo, que nos transporte al mismísimo París de María Antonieta.